La vida de Miriam Vallejo, una joven de 25 años, voluntaria de Protección Civil, amante de los perros y que trabajaba como administrativa, terminó el 16 de enero de 2019. Alguien le dio 89 puñaladas cerca de su casa, cuando estaba paseando a sus perros. En este territorio negro, Manu Marlasca y Luis Rendueles nos van a contar la historia de este crimen sin culpable pero en el que los investigadores apuntan a un sospechoso.
Todo empieza la noche del 16 de enero de 2019, Miriam está en su casa donde vivía con su amiga Celia y el novio de Celia, un joven de 29 años llamado Sergio Sáez. Había anochecido ya cuando Miriam sacó a pasear a sus dos perros, Milo y Dana y los otros dos de su compañera de piso Celia. Va a estrenar los collares de luces o colores para que los animales no se pierdan. Miriam nunca volvió a su casa, en Villanueva de la Torre, el primer pueblo de Guadalajara en el límite con la Comunidad de Madrid. A las nueve menos ocho minutos, un joven se encuentra el cuerpo de una persona tirado en el camino y llama al teléfono de Emergencias, al 112.
89 puñaladas
El lugar del crimen es un camino de tierra, a unos 500 metros de la casa donde vivía Miriam con sus dos compañeros de piso. Junto al cuerpo de Miriam están los cuatro perros. Allí también está tirada su bufanda y un mechón de su pelo. Los primeros datos indican que el asesino la atacó por detrás y la apuñaló primero por la espalda y luego por todo el cuerpo prácticamente, 89 veces en total.
Los primeros testimonios son un poco contradictorios. Un hombre que paseaba a su mascota vio la silueta de una mujer, Miriam, acompañada de cuatro luces de colores que llevaban sus perros en el cuello. Una mujer, en cambio, asegura que oyó la voz de una chica gritando “dejadme, soltadme, soltadme”. Pero la persona que mató a Miriam no le robó nada, ni siquiera su teléfono móvil, que estaba allí tirado, en el camino. Y la idea de la agresión sexual queda descartada con el análisis de su cadáver. Los investigadores toman muestras biológicas de los cuatro perros por si pudieran haber mordido al asesino y conservaran su huella genética, su ADN.
El crimen se investiga como algo personal
El asesinato pasa entonces a ser investigado como algo personal. Y la Guardia Civil empieza a repasar la vida de la víctima. Su trabajo, sus amigos, novios, compañeros de piso y también sus redes sociales. Rubén y Javier, sus dos exnovios fueron investigados y descartados. Se había apuntado que Miriam buscaba chicos por Tinder y que esa conducta para conocer jóvenes podía ser de riesgo. Un informe de la Guardia Civil lo desmiente radicalmente. Miriam estaba en redes sociales. El estudio de su móvil y su ordenador reveló que casi nunca lo daba su número de teléfono. Además, los días antes del crimen no tuvo ninguna de esas citas.
Los investigadores recaban testimonios de que Miriam había dejado a su grupo de amigas de siempre, se había apartado un poco de ellas. Miriam era amiga de Celia, Celia Rosillo, una joven que trabaja en un laboratorio químico de Azuqueca de Henares. Se conocieron en el año 2015 y se fueron a vivir juntas en el año 2018 a la casa de la calle Sierra de Ayllón 63 en Villanueva de la Torre.En un primer momento, todo parece ir normal. En octubre de ese año llega a la casa un tercer personaje. Es Sergio, un tipo de 29 años, aficionado a la pesca, compañero de trabajo de Celia. Ambos digamos que se conocen y se enrollan y pocos días después Sergio se instala en casa de las dos amigas.
Sus últimos movimientos
Miriam sale con los perros y recorre unos 15 minutos andando a paso normal. El lugar donde se encontró su cadáver está a 519 metros de las primeras casas del pueblo. La investigación ha descubierto que fue hablando por el teléfono móvil con un chico al que estaba conociendo, un tal Javier. Es un guardia civil que esa tarde, cuando Miriam le llama, está en Oviedo, en Asturias. Charlan durante 21 minutos, ella le cuenta su operación de pecho para curarse una pequeña lesión; el le explica que va a entrar en una piscina de Oviedo porque está haciendo rehabilitación de una rodilla.
Miriam habla con el guardia civil que está en Oviedo entre las ocho y once y las ocho y treinta y dos minutos de aquella noche de invierno. El hombre declaró que colgó para entrar en la piscina y que no escuchó ningún ruido de fondo. Si a las nueve menos ocho minutos de la tarde fue cuando encontraron su cuerpo tirado en el camino, el asesinato tuvo que ocurrir en esos veinte minutos.
Único sospechoso
Sergio llegó a estar unos meses en prisión incluso, aunque la juez luego lo dejó en libertad. El contó que vio marcharse a Miriam con los cuatro perros y que se quedó en casa jugando a la playstation. También habló por teléfono con su hermano Miguel Angel, y eso está confirmado. La última vez que hablaron fue a las nueve menos cuatro minutos de la noche, cuando un vecino ya había encontrado a Miriam agonizante en el camino. Su móvil no registra llamadas en el momento del crimen, entre las 20.34 y las 20.56.
La investigación descubre que Sergio sí que estuvo jugando online a la playstation 3, pero que hay diez minutos en los que no hace nada, no juega, no tiene actividad a pesar de estar conectado. Y esos diez minutos son entre las nueve menos veinte y las nueve menos diez de la noche, los diez minutos en los que, según los investigadores, tuvo que producirse el crimen.
Los análisis de ADN de la camiseta Adidas que llevaba puesta Miriam Vallejo cuando fue apuñalada encuentran restos genéticos de Sergio Sáez. Su ADN está en la etiqueta del cuello de la sudadera de la víctima, lo que coincidiría con la tesis de los investigadores de que el asesino atacó a Miriam por la espalda, de forma sorpresiva, la agarró por detrás y la apuñaló primero por detrás. Sergio sigue siendo investigado, pero la juez entiende que su ADN pudo llegar a la sudadera de Miriam porque todos lavaban juntos la ropa a la vez en la lavadora, mezclaban la ropa en la colada y pudo producirse una transferencia.
¿Quién es Celia, la amiga de Miriam?
Los investigadores también se fijaron en ella. Trabajó un tiempo en un sex shop y tiene amistades en círculos de extrema derecha. Hay que tomar con mucha cautela lo que algunas personas han declarado después del crimen de Miriam, como que Celia la apartaba de sus amigas de siempre o que no la trataba muy bien. Tras el crimen, sospechó de su novio y lo dejó, luego dijo que era muy celoso y posesivo y que a veces cuando estaban en sitios solitarios pescando, le decía que podía hacer con ella allí lo que quisiera, que si no le daba miedo, nadie le vería.
Tras el asesinato de Miriam, Celia tuvo comportamientos extraños, por ejemplo, le entregó a una amiga ropa suya que también había usado Sergio después del crimen, pero está totalmente descartada. La noche del asesinato de su amiga ella llegó a casa a las diez menos cuarto, había estado trabajando y luego dando clases particulares a una niña, en el centro hípico y practicando muay thai en un gimnasio. Cuando ella llega a casa la noche que matan a Miriam, encuentra a su novio. Recuerda que le llama la atención porque cree que Sergio está con el gorro puesto dentro de la casa. Ella se extraña de que su amiga no vuelva, es muy tarde, y luego sale a buscarla. La relación entre esa pareja y Miriam parecía haber empeorado últimamente.
Sergio, principal sospechoso
Su abogado ha pedido varias veces que se investigue a personas de esos círculos militares y policiales porque tienen conocimiento del uso de armas y saben cómo usarlas. En el sumario figuran también otras líneas posibles, como un enfermo mental que molestó a dos mujeres la tarde antes en Meco, pero estaba con su hermana la noche del crimen de Miriam. Cerca del lugar del asesinato, en una parcela abandonada, había una especie de asentamiento ilegal de gente nómada, con un vivac, varias latas de cerveza, pero esa línea no llegó tampoco a ningún fruto. Cuando llegó la Guardia Civil allí solo quedaban restos de cerveza y la tienda de campaña.
Está pendiente un nuevo análisis de ese ADN y la posibilidad de que se pasara así que realizará el abogado y perito José María Garzón. También otro análisis de la trayectoria de las 89 puñaladas. Sergio mide casi 30 centímetros más que Miriam, de forma que si fue él quien la apuñaló, las cuchilladas tendrán una trayectoria descendente.