Comentábamos que uno de ellos, que está preso en España. Ese tal Borko Ilinic que ha devuelto a la actualidad a este grupo de delincuentes. Ilinic fue detenido el pasado martes en Alcalá de Henares, cuando salía del hotel en el que estaba alojado desde el domingo anterior. Había llegado a Madrid desde la ciudad alemana de Dusseldorf en compañía de otro ciudadano serbio. Borko Ilinic viajaba con pasaporte bosnio a nombre de otra persona, pero los agentes del Grupo de Atracos de la UDEV central de la policía le pudieron identificar sin ningún género de dudas, primero reconociéndole, era un tipo famoso en el mundillo de la delincuencia internacional, y después por sus huellas dactilares.
Borko era uno de los delincuentes más buscados del mundo después de que participase en uno de los atracos más audaces de la historia. Ocurrió en Dubai en 2007 y desde entonces, las autoridades de Emiratos Árabes lanzaron contra él una orden internacional de busca y captura. Incluso fue juzgado allí y condenado a cadena perpetua, en rebeldía, eso sí, porque no se presentó.
En Emiratos Árabes las leyes no deben ser muy garantistas con los reos. Imaginamos que si quieren que Borko sea entregado por las autoridades españolas tendrán que comprometerse a repetir el juicio, porque España no contempla ni la cadena perpetua ni las condenas en rebeldía, claro que tampoco contempla lo que Ilincic quería: el tipo le dijo al juez Pablo Ruz que le metiese en un hotel de lujo con una pulsera telemática hasta que decidiese sobre su extradición, que él corría con los gastos y así se los ahorraba la justicia y el estado español, tan en crisis. Pero no, en el atraco de Dubai no hubo ninguna víctima, fue un robo muy audaz y, desde luego, perfecto.
Los ladrones estamparon dos potentes coches, Audis S8, contra los cristales de uno de los más lujosos centros comerciales de Dubai, el Wafi City Mall. El objetivo de los cacos era la joyería Graff. Pasaron 170 segundos, un poquito menos de tres minutos, desde que los panteras rosas irrumpieron con los coches en el centro comercial hasta que los vehículos salieron con los ladrones y el botín a salvo. En ese tiempo, les dio tiempo a llevarse tres millones de euros en diamantes. En este golpe participaron Borko Ilincic y una mujer, una guapísima serbia llamada Bojana Mitic, que sigue en busca y captura y que algunos sitúan en Sudamérica, lugar de descanso y retiro de muchos de estos panteras rosas.
Lo que les hace ser los mejores es, sobre todo, la planificación de sus golpes. No dejan absolutamente nada al azar. Pueden estar hasta tres meses vigilando sus objetivos, no les importa gastar dinero en hoteles, días, meses, planificando: el que conozca Zurich, por ejemplo, uno de sus lugares favoritos, sabe lo que cuesta vivir allí durante tres meses. Pero es que son profesionales: graban con minicámaras sus teatros de operaciones, vigilan a los empleados, controlan sus turnos. En el atraco a Harry Winston, una lujosa joyería de París, llamaron a los empleados por sus nombres de pila.
Otra de sus señas es lo bien planificadas que están sus fugas: siempre emplean coches muy potentes, robados. En el atraco de Dubai, por ejemplo, la policía encontró algunas bolas con pinchos preparadas para arrojarlas a los coches de los agentes si los seguían. En Biarritz, en la Costa Azul, embadurnaron un banco que había delante de su objetivo con pintura blanca para evitar que nadie se sentase allí y pudiera estorbarles o ser testigo del golpe. Tienen un perfecto reparto de tareas y cada uno hace solo lo que se le ha asignado. Además, escogen bien los botines: saben qué vitrinas les interesan. Solo se llevan diamantes y relojes muy caros: ejemplares a partir de 150.000 euros. Y sus golpes jamás han durado más de cuatro minutos.
En sus más de 300 robos cometidos en más de 30 países del mundo no han disparado ni un solo tiro, aunque siempre han exhibido armas. Pistolas, fusiles de asalto, granadas de mano y hasta lanzagranadas. Son capaces de generar un altísimo nivel de intimidación sin necesidad de disparar, solo con su seguridad y con su aspecto.
El origen de los Pink Panthers está en las guerras balcánicas que arrasaron lo que fue Yugoslavia hasta los primeros años noventa del siglo pasado. Algunos ex combatientes, sobre todo serbios y montenegrinos, aplicaron sus conocimientos militares para dedicarse a los atracos desde finales de aquellos años 90. Fueron los perdedores de la guerra y el hecho de que algunos salieran de Zemun, Belgrado o Podgorica, atracaran en otros lugares de Europa y regresaran a sus ciudades bien forrados, tuvo un efecto llamada entre los jóvenes. De hecho, Ilincic, el detenido en España la semana pasada, es un Pink Panther de segunda generación –solo tiene 33 años–.
No tienen nada que ver con una mafia. Las policias europeas creen que hay entre 200 y 300 ladrones serbios, montenegrinos, macedonios y bosnios pertenecientes a bandas de atracadores, ladrones que responden al perfil de los Pink Panthers, que no es ya más que casi un nombre comercial, un estilo, una franquicia. Estos delincuentes se dividen en células completamente independientes, sin que dén cuenta a ningún jefe común, aunque en ocasiones, y siempre según las necesidades, pueden intercambiar a sus componentes, prestarse un atracador para un golpe concreto, un especialista.
En el año 2003, un diamante, parte de uno de sus botines sustraído en la joyería Graff de Londres, apareció en un bote de crema, exactamente tal y como sucede en la película El Regreso de la Pantera Rosa, protagonizada por el genial Peter Sellers. La prensa británica, concretamente el Daily Mail, fue quien tituló en portada “The Pink Panther Gang” (La Banda de la Pantera Rosa). El nombre hizo fortuna incluso entre los propios ladrones. En algunos domicilios y habitaciones de hotel en los que han sido detectados, la policía ha encontrado pósters y hasta peluches del personaje de dibujos animados que da nombre a la banda y con los que ellos viajan. Y siguiendo ese juego, el nombre sirvió también para bautizar un ambicioso proyecto policial.
Se llama Pink Panther Project y se creó en el seno de Interpol –el organismo que agrupa a casi todas las policías del mundo– gracias al empuje de la policía de Emiratos Árabes. Corría el año 2007 y los Panteras Rosas acababan de dar el impresionante golpe de Dubai que hemos comentado. Ya se habían convertido en unos delincuentes globales, capaces de golpear en casi cualquier parte del mundo: Suiza, Bélgica, Alemania, Francia y Austria son los países en los que más han actuado, pero sus más de 320 millones de euros de botín global corresponde a joyerías de más de 30 países.
España está en este proyecto y de manera muy importante. Allí están los jefes de los grupos de atracos de las principales policías del mundo. Intercambian información, material de todo tipo… También es una gran base de datos de huellas dactilares, fotografías, ADN… El proyecto sirve para que los policías puedan saltarse los engorrosos y lentos trámites que en ocasiones requiere la cooperación internacional. Los jefes de los grupos de atracos están en permanente contacto y comparten al instante cualquier información operativa en tormo a estos delincuentes. Nuestro representante allí nos contaba preparando este Territorio Negro el alegrón que se llevó su colega de Emiratos cuando le llamó para contarle que habían cazado a Ilinic.
Aunque nuestro país no está entre sus favoritos, sí que han dado unos cuantos palos, sobre todo en la zona de Barcelona. De hecho, la primera vez que la policía española oyó hablar de esta banda fue al detener a un presunto receptador, un tipo que había comprado parte de un botín que los panteras habían robado en Barcelona. Al ser arrestado, solo dijo que no podía decir nada porque el robo había sido obra de los Pink Panther y que si decía algo le matarían.
Y luego, como siempre, hay mucho de leyenda y de querer tirarse el rollo, como pasaba, por ejemplo, con la banda de los Miami: nos contaban los policías dedicados a perseguir a estos tipos –en cuyo despacho cuelga una enorme bandera serbia– que cualquier rumano o albanés al que detienen intentando robar una joyería dice que es integrante de los Pink Panther, porque les da caché.
No se han esclarecido muchos de sus robos, aunque sí uno y muy importante, porque en él participaron dos de los más audaces panteras rosas: Rifaat Hadizametovic y Radovan Jelusic. Estos dos ladrones se llevaron relojes valorados en algo más de dos millones de euros de la joyería Pagoda, en Tenerife, en 2009. El robo, como siempre, duró muy poco, unos dos minutos, las cámaras de seguridad no funcionaron, y los ladrones huyeron hasta el borde del mar, donde arrojaron sus ropas, que pudieron ser recuperadas y de ellas se pudo extraer ADN que sirvió para identificarlos. Pero su robo más increíble tuvo lugar en Tokio, dos años antes, en 2007.
Radovan y Rifaat, armados solos con sprays de gas lacrimógeno, entraron en la joyería Exelco, de Tokio. Rociaron a los empleados y en 30 segundos, provistos de las máscaras de gas que son bastante utilizadas allí para combatir la contaminación, se llevaron una tiara y un collar de diamantes valorados en más de tres millones de euros. Tras coger el botín escaparon en bicicletas y tapados con sus mascarillas, por las populosas calles de Tokyo.
Rifaat fue detenido en Chipre años después, a instancias de la policía española, que lo reclamaba por el robo de la joyería de Tenerife. Desde España, fue trasladado a Japón en medio de unas impresionantes medidas de seguridad, que incluían francotiradores en el aeropuerto y una custodia de media docena de policías.
Hay cosas que recuerdan mucho a Heat, esa película de ladrones, en la que Robert de Niro hace de jefe de una banda de atracadores y Al Pacino del policía que le persigue. Pero no perdamos la perspectiva. Estamos hablando de delincuentes y de delincuentes muy peligrosos, aunque la verdad es que dieron uno de sus golpes de manera idéntica al que aparece en esa peli de la que hablabas: pararon un furgón blindado de transporte de joyas que circulaba por una autopista norteamericana, volaron las puertas con explosivos y se llevaron un millonario botín. Pero los Pink Panthers aún fueron más lejos que la banda de De Niro en Heat: en otra ocasión posaron un helicóptero robado en el techo de otro furgón para hacerse con el botín.
Nuestro golpe favorito de los Pink Panther es uno que dieron en una feria de joyería de Suiza: se infiltraron como operarios de la instalación de la feria y cambiaron los cristales de las vitrinas donde estaban las joyas, blindados y conectados a las alarmas, por unos cristales convencionales. Cuando se abrió la feria, entraron como visitantes y se llevaron tranquilamente las joyas que habían seleccionado previamente y que, naturalmente, no tenía cristal blindado.
Y hay otro atraco, del de la joyería Harry Winston de París es su mejor golpe, por lo que tiene de homenaje a Con Faldas y a lo Loco, la película de Billy Wilder. Los panteras rosas se llevaron más de 80 millones de euros en 2008, tras entrar en la lujosa joyería… vestidos de mujer. Llamaron por su nombre a los empleados y se fueron de allí despidiéndose educadamente.