Manu Marlasca y Luis Rendueles regresan una semana más para comentar los crímenes reales más impactantes: esta vez, los periodistas recopilan todos los detalles que se conocen acerca de un violento triple asesinato que tuvo lugar en el madrileño barrio de Usera en el año 2016. Aunque el caso se resolvió a velocidad récord, han hecho falta 8 años para que el peso de la justicia caiga sobre el perpetrador del crimen: Dahud Haniz Ortiz ha sido condenado a 30 años de prisión en Venezuela - su país de origen-, la máxima pena que existe en el país bolivariano.
Salvado por la siesta
Tal y como han explicado los periodistas, el 22 de junio de 2016 el abogado peruano Víctor Salas salvó su vida por alargar su siesta un poco más de lo habitual. Este abogado, afincado en Madrid, llegó a su despacho situado en el madrileño barrio de Usera un poco más tarde de lo habitual, y allí se encontró una escena dantesca: sus empleadas Maritza Osorio, de 51 años, y Elisa Consuegra, de 32, habían sido asesinadas a cuchilladas junto a un cliente del despacho, el taxista Pepe Castillo, de 42 años.
El culpable, explican Rendueles y Marlasca, trató de borrar su rastro quemando los cadáveres, y por ello habría prendido fuego a los cuerpos tras rociarlos con gasolina, provocando un pequeño incendio en el local. Víctor llamó a las autoridades al momento, y señaló al principal sospechoso de este crimen, pues el abogado sabía que él era el auténtico objetivo del brutal ataque.
¿Qué habían hecho estas tres personas para ser asesinadas de forma tan violenta? "Nada. Absolutamente nada. Murieron por estar en el peor sitio, en el peor momento. El verdadero objetivo del asesino era Víctor, el titular del despacho, que se libró por haber alargado la siesta", explica Marlasca, que afirma que el taxista fue confundido con Víctor y que, por ello, el asesino se ensañó con él: "le reventó la cabeza con un objeto duro y romo, probablemente una pata de cabra".
Una venganza por una infidelidad
El despacho de Víctor Salas fue escenario de esta matanza por un motivo muy sencillo: el abogado se había acostado con Irina, la esposa del perpetrador del asesinato. Dahud Haniz Ortiz nació en Venezuela, y renunció a la nacionalidad para obtener la estadounidense y, más tarde, la alemana. Dahud vivía en el país germano con su mujer, que se desplazó a inicios de 2016 a Madrid para asistir a un curso de español. Allí conoció a Víctor, y en la capital de Esoala tuvo lugar la infidelidad que despertaría las sospechas de Dahud; este hombre, veterano de las fuerzas armadas estadounidenses, descubrió la aventura entre Irina y Victor tras leer unos mensajes explícitos intercambiados por ambos a través del teléfono móvil.
Tal y como él mismo trasladó a la Brigada V de Homicidios, Víctor había recibido amenazas por parte de Dahud: Le dijo: “Yo he sido soldado en Estados Unidos, me han entrenado para matar y voy a ir a por ti a matarte. Ya sé quién eres, deja en paz a Irina, que es mi mujer.” El esposo era un exmarine condecorado con el Corazón Púrpura, y había participado en misiones en Irak y en Afganistán.
Nacido en Barquisimeto (Venezuela) en 1970, Dahud trabajó como soldado en el ejército estadounidense y fue enviado a una base militar en Wurzburgo, donde conoció a Irina. Tal y como indican los periodistas, Dahud hablaba hasta cuatro idiomas: español, inglés, alemán y ruso, el idioma natal de su esposa.
Un crimen cuidadosamente planificado
Los periodistas han relatado como Dahud planeó minuciosamente el crimen para tratar de eludir a la justicia: dejó un teléfono móvil, una tarjeta del gimnasio y una tarjeta de crédito a un amigo alemán, y le pidió que realizase compras y acudiese a las instalaciones deportivas para contar con una coartada si fuese necesario.
Después, el hombre realizó un viaje en coche de dos mil kilómetros hasta Madrid, haciendo creer en todo momento a su mujer que se encontraba con su amigo en otra localidad del país. Para ello, llamaba con un teléfono de prepago a su compinche, que llamaba a través del teléfono de Dahud a Irina. Juntando el teléfono al altavoz, Irina llegó a creer que su marido estaba al otro lado de la línea, cuando realmente estaba a miles de kilómetros de distancia.
La noche del día del asesinato, Dahud empleó este método para llamar a su mujer, e incluso le envió un ticket de consumición en una hamburguesería de la localidad donde decía estar. Sin embargo, como indican los periodistas, Dahud tuvo algún descuido; por ejemplo, dejó en la escena del crimen el tapón de una botella de agua de una marca que no se comercializa en nuestro país. "Todos los indicios apuntaban a Dahud, pero la Policía se topó con la a veces desesperante inacción de la justicia", han señalado los periodistas en Julia en la Onda.
Una investigación difícil
Las autoridades alemanas tardaron mucho tiempo en autorizar a los investigadores españoles un viaje al país germano. En este lapso de tiempo, Dahud consiguió volar de Fráncfort hasta Madrid y después hasta Bogotá. Allí, su hermana le ayudó a entrar en su país de origen a través de la frontera de Cucutá. Antes, había conseguido sacar los 60.000 euros que tenía Irina en su cuenta corriente.
Once meses después del crimen, en mayo de 2017, dos agentes del grupo V de Homicidios viajaron a Alemania, y consiguieron que el amigo del asesino les revelase los métodos empleados por Dahud para engañar a Irina. También les dio el número del teléfono de prepago que el asesino utilizó en su viaje a España: el recorrido del teléfono coincidía con el realizado por el asesino.
La madre de Irina, con la que vivía Dahud, corroboró las fechas del viaje, y la propia Irina mostró a la policía un software espía con el que el asesino monitorizaba la actividad de su mujer. Svetlana, hermana de Irina, recibió un correo electrónico de su cuñado que puede ser considerado una confesión: "He hecho cosas horribles. Las personas pueden perder la cabeza y yo la he perdido".
Juzgado y condenado en Venezuela
Dahud, mientras tanto, estuvo viviendo en el norte de Venezuela, en Puerto Ordaz. Sin embargo, fue detenido el 12 de octubre de 2018 por la Guardia Nacional venezolana bajo la sospecha de actuar como espía norteamericano en el país. Entre las varias identificaciones que llevaba encima, poseía un carnet que le acreditaba como parte de la Orden Corazón Púrpura del ejército estadounidense, y fue recluido en una prisión de la inteligencia bolivariana. Cabe destacar que, si bien Dahud trabajó en el ejército estadounidense, este fue expulsado con deshonor del cuerpo en el año 2011, después de falsificar varios documentos para acceder a una serie de ayudas que la administración americana concede a los soldados.
España pidió la extradición de Dahud para ser juzgado en España, si bien las malas relaciones entre el gobierno venezolano y el español provocaron que el ejecutivo de Maduro interrumpiese este proceso. Dahud fue finalmente juzgado en Caracas, tras un largo proceso judicial lleno de incertidumbre. Finalmente, el tribunal del país condenó a Dahud a 30 años de prisión, y dio por probado la responsabilidad del condenado en el asesinato de Maritza, Elisa y Pepe.