TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: Los clientes de la red de prostitución de menores de Murcia

Hombres de más de ochenta años que reclaman servicios sexuales de niñas de 15 años; abogados que al acabar sus jornadas laborales llenan su despacho de chicas menores; empresarios intachables que reclaman a crías de dos en dos para satisfacer sus deseos… Todo esto tan repugnante, entre otras muchas cosas, es lo que ha descubierto la policía en la operación Baúl, que supuso el desmantelamiento de una red de prostitución de menores en Murcia. Hay 29 detenidos, entre ellos 14 hombres, clientes de la red, que mantuvieron relaciones sexuales a cambio de dinero con esas chicas, sabiendo, por supuesto, que eran menores de edad.

ondacero.es

Madrid | 02.02.2015 19:50

El pasado mes de agosto, el padre de una niña ecuatoriana de 17 años denuncia en Murcia la desaparición de su hija. El Grupo de Menores y la Brigada de Documentación inician la operación de manera conjunta cuando se enteran de que la chica está siendo prostituida por una mujer ecuatoriana llamada Yesenia Mercedes Balladares, alias Yeni.

Según cuenta una testigo, la tal Yeni ofrece a las chicas en catálogos que lleva en su teléfono móvil: hasta 400 fotografías de mujeres bastante jóvenes, la mayoría sudamericanas, y en el que las estrellas eran las menores, chicas de entre 14 y 17 años. Yeni vivía con su marido y un hijo, aparentando una vida familiar normal, aunque su casa servía realmente para que las chicas de su red mantuvieran encuentros sexuales a cambio de unos 200 euros.

Aquí hay que detenerse un momento en un personaje fundamental: la inspectora del Grupo 2 de la UCRIF de Murcia que se hace cargo de las investigaciones. Casi una pepinilla –no lleva ni dos años en la policía– que se tomó esta operación como algo personal y que no paró hasta quitar todas las capas a esta siniestra red. Lo que empezaron a hacer fue un trabajo policial tradicional: vigilar el piso de Yeni e intervenir su teléfono.

En las vigilancias se ve el trajín que hay en esa casa y en las intervenciones del teléfono se comprueba cómo la mujer va concertando citas con clientes. La policía acude a esas citas para comprobar si las chicas son menores o no y se comprueba que, efectivamente, quienes se prostituyen son jóvenes que no han cumplido 18 años.

Esta operación ha tenido hasta cinco fases y en esta primera, que se desarrolló el pasado mes de noviembre, fue detenida la mami, la captadora, Yeni, y otras cinco personas, entre ellas el primer cliente de los 14 que fueron arrestados. Se trata de un hombre llamado Santiago, de 64 años, muy aficionado al dominó y que incluso hizo sus pinitos en política, presentándose en las listas de una coalición independiente en los comicios locales de 2007.

Como si se tratase de muñecas rusas, cada detención, cada identificación de menores, llevaba a otra. Así que la policía sigue identificando a chicas y a más madames, como Nely Céspedes, una mujer boliviana que se quedaba con la mitad del dinero que las chicas cobraban de los clientes. En esta segunda fase se identifica a dos menores y una de ellas comienza a hablar de alguna visita a un despacho de abogado. Otra habla de más menores, chicas que comenzaron a prostituirse con 14 años. Además, una de ellas acude a la policía porque Nely, la mami, estaba amenazándola, tras la detención y el ingreso en prisión de Yeni, la otra madame.

La policía creía que estaba ante una red exclusivamente latinoamericana hasta que detiene a una tercera mami, Ruth Karina Dorado, una boliviana. En su casa se localiza a una niña española de solo 15 años, que le cuenta a la policía que había ido a prestar un servicio sexual a las 9 de la mañana.

El descubrimiento de esta niña abre una nueva vía en la investigación que resulta terrible: la cría cuenta que le introdujeron en este mundo sórdido dos compañeras de colegio, de 15 años, que le presentaron a Karina, la madame, que resultó ser amiga de la madre de una de ellas. La declaración de la chica es tremenda: cuenta que Karina le invitó a comer en un Burger King y que le dijo que conocía hombres a los que les gustaban las chicas muy jóvenes. Que se podía forrar, que media hora con ellos eran 50 euros y una hora, 100. La cría le dijo que tenía miedo, que nunca había hecho eso y Karina le dijo que no pasaba nada, que a ellos solo les gustaba tocar y besar, que le iban a respetar y que iban limpios y aseados.

El testimonio de la primera española localizada sirve para dar con más y de la misma edad, 15 años. Una de ellas le contó a la policía que la excusa que le ponían a sus padres para manejar dinero era que estaban cuidando niños. Una de las madames reclutó a un sobrino para hacerse la encontradiza con la madre de una de las adolescentes y decirle que necesitaba una canguro.

Una de las españolas le contó a la policía que un cliente al que ella y otra chica de su misma edad fueron a hacer un servicio, les preguntó la edad después de que la madame le dijese que estaban un poco asustadas: ellas no mintieron, dijeron que tenían 15 años. Una chica boliviana de 17 años le dijo a su cliente su edad después de que éste, llamado Juan y dirigente de una asociación empresarial, tratase de tener sexo con ella sin preservativo.

Un camionero argentino de 31 años llamado Ariel, al recibir en su teléfono la foto de una de las niñas, de 17 años, que le envió una madame, le contestó: “Está bien, pero me gustan más jóvenes”. Y otra chica española, que ya tiene 18 pero que empezó a prostituirse siendo menor, cuenta que Karina le avisaba de que le tenía que decir a los clientes que era menor de lo que era realmente.

Varias chicas dijeron a la policía, tal y como contó nuestro compañero José Precedo en El País, que cuando era la hora de cerrar, desde un despacho de abogados de la plaza de las Flores se solicitaban los servicios de las menores. Los letrados, penalistas, llamaban a cuatro o cinco chicas. Se encerraban en los despachos con ellas, de una en una o de dos en dos. Tres de esos abogados han sido detenidos: Francisco Javier, de 49 años; David, de 30, y Tomás, de 37. Alguna de las chicas relató que Francisco, socio del bufete, pedía siempre “chicas jóvenes y nuevas”. Para colmo, contaba Precedo, en la puerta del despacho cuelga un cartel en el que se publicita la recogida de tapones para Irene, una niña de siete años con une enfermedad rara.

A algunas por amistades de las madames con sus propias madres: una chica paraguaya de 15 años relató como Karina le insistió mucho vía whatsapp, diciéndole que podía ganar muchas perras dejándose besar y tocas por señores mayores. Un fin de semana fue con su madre a casa de Karina y allí está le presentó a un señor de unos 60 años que quiso besarla, a lo que ella se negó. La chica contó que Karina engatusaba a las menores invitándolas a refrescos, comprándoles pequeños regalos.

Otro territorio de caza para las proxenetas eran las discotecas de ambiente latino. Allí, las madames buscaban adolescentes guapas y les proponían “hacer unas vueltas”, que en el argot es prestar servicios sexuales. Y otras veces, la red buscaba entre los anuncios de demandantes de empleo a las chicas que se ajustasen a su perfil.

Así fue al menos en el caso de una chica española de 16 años. Puso un anuncio pidiendo trabajo como cuidadora de niños, camarera o limpiadora en varias páginas de Internet. Una mujer conocida Manuela la francesa, que en realidad es española –Manuela Pérez Poveda– la llamó diciendo que buscaba chicas para dar masajes con final feliz. La cría le dijo su edad y Manuela le contestó que no se preocupase por eso, que había  chicas de 13 y 14 años.

Finalmente esta chica encontró trabajo como cuidadora y Manuela insistía una y otra vez vía whatsapp. Accedió y de camino a su primer servicio le dijo a la madame que era virgen. La chica se salió de la red tras una terrible experiencia: su cliente era un tipo al que llamaban ‘El capitán’ que en realidad es Antonio, un subteniente de la Guardia Civil jubilado, de 82 años. El relato de la adolescente es tremendo y no podemos reproducirlo. Nos limitaremos a contar que el tipo iba ciego de viagra y que trató de penetrar a la fuerza a la menor cuando ésta se negó. De hecho, este capitán de pacotilla está imputado, aunque en libertad, por agresión sexual.

Hay clientes de todo tipo, aunque la mayoría son hombres muy mayores, del perfil de ese guardia jubilado. Incluso hay uno mayor que él, un tipo al que conocían como ‘médico de Zara’ y que realmente se llama Francisco y es propietario de farmacias. Tiene 86 años. Germán, de 78, es propietario de una empresa de una empresa de importación y exportación.

Antonio, de 73 años, es apoderado de una empresa; Juan, camarero de 62 años; José Antonio, de 60 años, conserje de un colegio; José, empresario de frutas y verduras, de 58 años; Iván, un ecuatoriano de 44 años, dependiente de una tienda de objetos de segunda mano… Todos ellos fueron detenidos y muchos reconocieron que mantuvieron sexo con menores siendo conocedores de la edad de las chicas.

Además de los clientes –14, recuerden– hay otros quince detenidos en esta operación. Hay tres mamis, tres madames principales: Nelly y Karina, bolivianas, y Yesi, ecuatoriana. Las tres contaban con la colaboración de sus parejas. Por debajo de ellas, estaban las captadoras e intermediarias, las que buscaban a las chicas: cinco mujeres, entre las cuales había alguna que alquilaba su casa para que las adolescentes se ocupasen. Y en un último escalafón están los taxistas piratas, que llevaban a las menores de un lugar a otro para que nada escapase del control de la red.

Pero, sin duda, la parte más importante de la operación Baúl ha sido la identificación de esas doce adolescentes –ocho latinoamericanas y cuatro españolas– que estaban siendo prostituidas. Es la primera vez en España que una misma red maneja tantas menores. La ONG Apramp está trabajando con estas chicas para que puedan volver a tener una vida normal.