Territorio Negro: El asesinato de Isaac, el policía discapacitado
En este territorio negro, Manu Marlasca y Luis Rendueles, nos van a contar que se sabe del horrible final de este minusválido, enterrado, con su silla de ruedas eléctrica, en una fosa de una finca.
Se llamaba Isaac Guillén, había sido policía local en Catarroja, en la provincia de Valencia. Isaac tuvo que dejar su trabajo y poco a poco lo que había sido su vida normal cuando sufrió una enfermedad degenerativa que le fue impidiendo moverse, escribir, casi hablar. Desde hacía un par de años, a Isaac le cuidaba su última pareja, Beatriu, una mujer que ahora tiene 41 años, y que está encarcelada por su asesinato.
Esta crónica de una muerte, de un crimen, empieza el 5 de diciembre, cuando esta mujer, Beatriu, acude a una comisaría de la policía nacional en Xirivella, en la provincia de Valencia, y explica que su pareja, Isaac, ha desaparecido. Beatriu explica a los policías que no sabe nada de su pareja, Isaac Guillén desde el 1 de diciembre.
Les cuenta que padece una enfermedad llamada ataxia cerebelosa, degenerativa, que le ha provocado una gran invalidez, que no puede prácticamente valerse por sí mismo y que utiliza una silla de ruedas eléctrica. Los agentes le preguntan cuándo fue la última vez que vio a su pareja y ella les dice que no lo ha visto ni ha sabido nada de él desde hace ya cuatro días. Que le había llevado a un bar donde Isaac había quedado con un compañero de un centro de discapacitados al que acudía de vez en cuando. Al parecer, era el cumpleaños de uno de los compañeros del centro y le habían montado una pequeña fiesta sorpresa.
¿Desaparece un hombre que sufre una gran invalidez y su pareja tarda cuatro días en acudir a la policía?
Eso fue lo primero que chirrió a los investigadores de la policía. Isaac no podía valerse por sí mismo, no podía ir a ninguna parte. Así que, si se había ido voluntariamente, alguien tenía que haber colaborado con su marcha. Además, ¿por qué iba a irse? En teoría no había problemas con su pareja. Se habían conocido en un parque cercano, parece. Ella era conserje o portera de un edificio del barrio. Poco después, Isaac se trasladó a su casa. Vivían allí con el hijo de una anterior relación, de 17 años. No parecía una desaparición voluntaria.
Y hay un dato más. La mujer, Beatriu, no denuncia la desaparición de su pareja con preocupación por si alguien le pudiera hacer daño. Al contrario, ante los policías explica que se trata de otro delito, de abandono de familia, que el policía discapacitado habría cometido voluntariamente. Un día después que ella, varios familiares ponen otra denuncia ante la policía, esta sí, por desaparición. Creen que alguien se ha llevado a Isaac.
Desde ese 6 de diciembre siguen ocurriendo cosas muy extrañas
Por ejemplo, cuando familiares de Isaac colocan carteles con su fotografía para tratar de lograr pistas sobre su paradero, ella muestra su disgusto y los reprende. Los investigadores comienzan a sospechar de Beatriu, la supuesta mujer abandonada, pero justo en esos días Isaac, el desaparecido, da señales de vida y envía varios mensajes de whatsapp
El primer mensaje lo va a recibir su pareja, Beatriu. Y luego habrá muchos otros a lo largo de ese mes de diciembre, cuando sus primos y amigos lo están buscando por todas partes.
Básicamente, escribe a su mujer "estoy bien, dejad de buscarme por Internet. Es mi deseo, tenéis que respetarme". El supuesto desaparecido escribe también otros whastapp a una prima suya y otros familiares. En el mismo tono. Incluso, defendiendo a su mujer, como si supiera ya los rumores y sospechas que hay sobre ella. También ataca a los familiares que le están buscando. Escribe: "Saber que estoy muy enfadado con muchos de vosotros. ¿Ahora existo para vosotros? ¿Donde estabais durante todos estos años?
Mensajes muy duros contra sus familiares y de elogios a su mujer
Los mensajes están llenos de faltas y caracteres equivocados (arrobas, letras sin sentido, números…). La mujer comentó que es porque Isaac ya tenía dificultades, por su enfermedad, para teclear adecuadamente las letras en el móvil. El caso es que sí, defiende a su pareja Beatriu. "Ha sido la única persona que me quiso con la enfermedad, que ha aguantado mis bajones, mis ataques de rabia y las noches y días enteros sin dormir, que ha renunciado a todo por mí".
Y ese tipo de mensajes por whatsapp llegan también a uno de los mejores amigos de Isaac. Es un policía local con el que había almorzado poco antes de desaparecer. Además conoce mucho a Isaac. Este le escribe y le reprende por colocar fotografías suyas que ayuden a encontrarlo, también por hablar con los investigadores. Le escribe: ¿Familia? Sois todos unos traidores. Le anuncia que le deje de ayudar, que hay personas a las que el puede dar poderes para que le representen y que Bea será la única informada sobre sus pasos desde ese momento.
El policía y amigo de Isaac no cree lo que está leyendo y le contesta con otro mensaje de whatsapp: "No sé realmente si eres mi amigo, Isaac, lo cierto es que lo dudo. Yo no he puesto la fotografía en ningún sitio, no he ido a declarar a la policía ni a denunciar nada". Este amigo de Isaac, también policía local, acaba yendo a ver a los investigadores. Y les cuenta sus sospechas
Es una pieza esencial para el caso. Les cuenta que poco antes de que su amigo discapacitado desapareciera, estuvieron juntos en una comida. Eran en total seis personas, también estaba Beatriu, la pareja de Isaac. En un aparte, en la sobremesa, su amigo le explicó que tenia un acuerdo con la mujer. Era algo así como un matrimonio de conveniencia. Ella le cuidaba y le acompañaba mientras estuviera vivo. A cambio, disponía de la pensión que cobraba por gran invalidez, algo más de dos mil euros al mes, y de la de viudedad cuando muriera, además de una buena parte de lo que era suyo. Le pidió que no dijera nada. Era un pacto verbal entre ellos dos, secreto, no había papeles.
Este amigo intimo de Isaac apunta un detalle más, muy importante. En aquella reunión, a su amigo le cuesta mucho hablar. Balbucea, muchas veces su mujer tiene que hacerle de traductora de sus palabras. Tampoco puede apenas utilizar el móvil, sus dedos han perdido fuerza y agilidad.
Llegan, de la mano de su pareja, nuevas revelaciones que dan un giro a la investigación
Beatriu cuenta a los policías que llevan el caso que Isaac estaba muy deprimido y que había estado pensando en suicidarse. Que había consultado también algunas páginas web sobre la eutanasia y lugares como Suiza, donde un enfermo como él podría tener acceso a una muerte digna y legal. Los agentes del Grupo de Homicidios miraron esa opción pero no dejaban de tener bajo su radar a Beatriu. Y en esas, en marzo, llega el coronavirus a España y interrumpe la vida de todos o de casi todos. Y ralentiza la investigación sobre la desaparición de este discapacitado
Los investigadores de Homicidios siguieron trabajando, con precaución, pero cualquier gestión se había paralizado. Y la que para ellos era la sospechosa número uno de la desaparición de Isaac Guillén se había confinado en casa, como todos los españoles. Allí seguía viviendo con su hijo, un joven de 17 años. Y seguía cobrando puntualmente la pensión de 2.000 euros de su pareja desaparecida (que oficialmente seguía vivo). También disfrutaba del dinero de la cuenta corriente del hombre, que era compartida y al parecer generosa.
A pesar del confinamiento, los policías tienen un dato más sobre el caso y la relación entre la pareja. La mujer había acudido a denunciar a Isaac. Lo acusó de malos tratos. Sin embargo, un vídeo que había en su teléfono móvil hizo que esa denuncia se archivara. En el vídeo, nos cuentan porque no lo hemos visto, se ve a la mujer y a su hijo burlarse del discapacitado. Ellos juegan con el mando a distancia de la televisión y el hombre no puede cogerlo. Se les oye reír y finalmente Isaac cae al suelo al tratar de coger el mando.
Y llegamos al lunes 15 de junio, Isaac Guillén sigue desaparecido
Los policías están vigilando todos los pasos de Beatriu cuando ella alquila una furgoneta. Saben que algo importante puede ocurrir. La siguen y les lleva a la Godelleta, a más de treinta kilómetros de Valencia. Llega a una urbanización llamada El Coscojar 2. Al final del camino entra en una parcela que está aun sin vallar y parece que deja algo allí, una especie de jacuzzi. Los agentes de Homicidios la ven hablar con una mujer antes de irse. Cuando se va, ellos van a ver a esa vecina. Es la esposa del dueño de la parcela y la señora que acaba de irse alquiló el terreno hace ya seis meses, en octubre.
Esta mujer acompaña a los agentes al interior de la parcela. Les cuenta que han tenido que pedir a la inquilina que fuera para hablar con ellos, han pasado meses y en la zona hay arbustos, matojos, y puede haber riesgo de un incendio cuando llegue el calor y el verano. Deben arreglarlo.
Los policías le preguntan si la mujer ha pasado muchas veces por la finca, si ha llevado algún objeto. La dueña les dice que no ha ido prácticamente nunca y que ahí dentro solo hay una silla de ruedas. Los acompaña y se la enseña. Es la misma silla de ruedas eléctrica que usaba Isaac Guillén antes de desaparecer. El caso está a punto de resolverse. A pesar de que Beatriu había sido muy discreta y nadie sabía que había alquilado esa parcela perdida, al final de una urbanización.
Se remueve el terreno bajo la silla de ruedas de Isaac y se encuentra el cadáver de este hombre
Los primeros indicios apuntan que fue estrangulado. Pero también se ve que Isaac recibió golpes por todo el cuerpo antes de morir. Sobre el cuerpo de Isaac además hay sacos de cal viva con la que la asesina intentaba destruir el cuerpo y un bloque de hormigón con el que le habría golpeado.
La autopsia determinará que la víctima tiene además tierra en sus pulmones, es decir, que estaba vivo, posiblemente muy malherido e inconsciente cuando fue enterrado en esa fosa. Y aquí aparece un tercer personaje, inesperado, que hace esta historia mucho más terrible.
El hijo de la acusada confiesa
El chaval confiesa con detalle ante la Fiscal de Menores. Explica que su madre maltrataba a Isaac y que él la tenía miedo. Explica que el día del crimen sacaron a Isaac de casa en su silla eléctrica, lo metieron en el coche y lo llevaron a la finca. Allí, colocaron la silla junto a la fosa, donde su madre tiró a Isaac. Luego, empezó a golpearlo, pero el hombre no acababa de morirse y ella misma bajó al agujero donde le habían tirado, recordemos que era discapacitado. Le pide a su hijo unas cuerdas que habían llevado, este se las da y allí mismo trata de matarlo, de asfixiarlo. Cuando cree que lo ha conseguido, sale del agujero, lo tapan y se van.
Desde ese día, el chaval asegura que tiene mucho más miedo a su madre. Dice que ella le amenazaba. Si hablaba, ella diría que el asesino había sido él. Además, su madre también había comprado su silencio. Le había hecho algunos regalos, especialmente videojuegos, que parece que le gustan mucho.
La madre está en la cárcel de Picassent y el chaval está en un centro de menores
Están comprobando el posicionamiento de los teléfonos móviles de los tres implicados, los dos detenidos y la víctima, el día que ocurrió todo. Si coinciden en la misma zona, a la misma hora, será otra prueba más, casi definitiva. Y el penútlimo hallazgo de la policía: la acusada del crimen puso un anuncio en una página de compraventa de productos y todo tipo de chapuzas. Varios vecinos vieron el anuncio con la imagen de la parcela. En el texto se buscaba a una persona capaz de “excavar un agujero de dos metros de largo por un metro de ancho” y se ofrecían 50 euros por el trabajo. Esto sería otra prueba más de que la desaparición y muerte de Isaac había sido muy, muy planificada.