Territorio Negro: En el cerebro del asesino de Pioz: Patrick Nogueira
Sólo recuerda imágenes fijas y dice que el lugar y las escenas le resultan extraños. Es la voz de Patrick Nogueira uno de los criminales más jóvenes y más inteligentes que han pasado por este territorio negro de Manu Marlasca y Luis Rendueles, buenas tardes. Mañana empieza el juicio contra él en la Audiencia de Guadalajara. Le piden prisión permanente revisable. No hay dudas sobre que fue él quien mató con una crueldad terrible a sus tíos: Marcos y Yanaina, y también a sus sobrinos: Carolina y David, dos niños de cuatro años y catorce meses. Lo que tendrán que decidir los miembros del jurado es si este chaval, que tenía 19 años cuando cometió los asesinatos, debe ir a la cárcel o a un centro psiquiátrico; es decir, si su cerebro funciona correctamente y le permite distinguir el bien del mal y saber lo que hace.
En Territorio Negro hemos hablado de Patrick Nogueira y de sus cuatro asesinatos, cometidos el 17 de agosto de 2016 en el chalet de su familia en Pioz (Guadalajara). Vamos a repasar aquí los hechos y las pruebas que van a verse en el juicio que empieza este miércoles.
Patrick Nogueira, un chaval brasileño de 19 años, cogió el autobús en Alcalá de Henares, donde vivía con unas amigas, y fue a Pioz, en la provincia de Guadalajara, a la casa donde vivían su tío Marcos, la esposa de este, Yanaina y los dos sobrinitos, Carolina y David, que entonces tenían cuatro años y catorce meses. Patrick llevaba un cuchillo, bolsas de basura y dos pizzas. Cuando llega, su tío no está. Le abre la puerta su tía y los dos van a la cocina a calentar las pizzas para comer. Entonces, Patrick la degüella. Hace lo mismo luego con los dos niños. Decide esperar a la llegada del cabeza de familia, Marcos, que tardará varias horas en volver porque está trabajando en un restaurante en Madrid.
Y tras haber matado a sus sobrinos y a su tía, este asesino se entretiene, mientras espera durante horas para matar también a su tío, enviando mensajes de whatsapp y selfies a un amigo suyo que está en Brasil
Patrick espera a cometer el cuarto asesinato haciendo una sesión de fotos morbosa que va a enviar a su amigo. Posa sin camiseta junto a los cadáveres, también con un amuleto vikingo que significa protección, en medio de charcos de sangre… Envía incluso imágenes del cuerpo de su tía Yanaina, a la que ha desmembrado y a la que ha puesto una bolsa en la cabeza.
También manda a su amigo Marvin Henriques decenas de mensajes de whatsapp donde explica lo que ha hecho y anuncia lo que va a hacer. Leemos solo algunos de los que va a escuchar el jurado estos días. “Ahora ha llegado el mejor momento: descuartizamiento”, escribe cuando va a desmembrar el cuerpo de su tía. Y tras hacerlo con ella y dejar morir a los niños, sus sobrinos, añade: “los dejo desangrándose y me hago un atún con pan, (se refiere a un sándwich de atún) porque me lo merezco”.
Y al final llega a casa el padre, Marcos, y allí está su sobrino, Patrick, esperando para matarlo. También lo acuchilla y lo degüella. Tras hacerlo, vuelve a escribir a su amigo Marvin por whatsapp. Y le explica que descuartizar a su tío resulta más fácil que hacerlo con su tía, a la que llama “mujer gorda de la porra” y de la que dice que “su boca espumaba sangre”. Luego, ya es de madrugada y está cansado, explica a su amigo que tiene que limpiar la casa, meter los cuerpos en bolsa de basura… “No veo la hora de terminar con esta mierda, comer, dormir e ir para casa; dormir en mi camita”.
Para acabar, Patrick hace una especie de balance a su amigo de qué se siente al matar a cuatro personas, dos de ellas niños. “Pensaba que iba a vomitar, pero he empezado riéndome. Después, con rabia, a causa del trabajo que me daba (se refiere a lo que cuesta desmembrar un cuerpo), pero en ese momento no sientes nada. Yo creo que lo que me pasa es que no conecto con las cosas”.
Dejó los cuerpos de sus familiares en bolsas de basura y se fue a casa y al gimnasio. Luego, huyó a Brasil. Finalmente fue convencido para volver a España y ahora se enfrenta al juicio que empieza mañana.
Nogueira ha estado digamos más comunicativo con el psiquiatra y el psicólogo pagados por su familia, por su defensa. Son los doctores José Miguel Gaona y Jonatan Quejido. Se entrevistaron con él dos veces en la cárcel de Estremera y también con sus padres. Su vida empieza el 6 de noviembre de 1996 en Altamira, en Brasil. Tiene dos hermanas mayores y vive en una familia de clase media alta. Su padre es médico radiólogo y su madre, profesora de inglés. Sus primeros problemas, cuenta él, aparecen cuando tiene diez años y empieza en un colegio nuevo.
Y qué ocurre, según este asesino, cuando él tiene diez años y lo cambian de colegio. Nogueira cuenta, y puede mentir o simplemente exagerar, que sufrió bullyng, que algunos compañeros le llamaban maricón por llevar el pelo largo y que le robaban cosas. Llega a decir que entonces empezó a cortarse con cuchillas y a provocar incendios con cócteles molotov en algunos lugares de su ciudad. Sus padres han contado que no sabían nada de eso. Eso sí, que ya de adolescente en el colegio pillaron a varios alumnos, Patrick entre ellos, con navajas en sus mochilas, y él les dijo que llevaba una para defenderse por si querían robarle.
Sea más o menos cierto que sufrió bullying, se produce tiempo después un episodio tremendo. Este chico, ya con 16 años, apuñala a su profesor de biología. Ante los psiquiatras enviados por el juzgado, dijo que no se acordaba de aquello, pero sí contó algo a los doctores de su defensa: dijo que el profesor le llamaba maricón, que le decía que hablaba como un homosexual y que se sentaba en clase como un homosexual. Confesó que llevaba más de un mes pensando en apuñalarle y que le clavó la navaja que solía llevar al colegio. Luego, se quedó con ella en la mano, “se la di en persona al director y me senté a esperar a la policía”.
Por aquella agresión salvaje, apuñalar a un profesor, a Patrick le condenan a 45 días de trabajos comunitarios. Su familia decide entonces que vaya a la consulta de un psiquiatra para ver si digamos se endereza. Pero Patrick decide irse de su país.
Por cierto, una de las psicólogas y psiquiatras brasileñas que lo examina es la madre de otro adolescente, Marvin Henriques. Patrick se va a hacer muy amigo del hijo de su doctora, tanto que es ese Marvin a quien envía las fotos de los cadáveres de sus crímenes. En cuanto a su marcha de Brasil, como la familia tiene dinero y tiene también parientes en algunos lugares, Patrick pasó por Inglaterra y Portugal antes de llegar a España. Aquí iba a vivir con su tío Marcos, la esposa de éste Yanaína, y sus dos hijos, Carolina y el recién nacido David. Su familia les enviaba dinero para los gastos, pero la historia acabó mal y se separaron, cada uno se fue por su lado, después de varios incidentes domésticos
Son sus familiares en España los que deciden irse a otro lugar y que Patrick no siga viviendo con ellos. Patrick daba muchos problemas. Se paseaba desnudo por la casa, faltaba al respeto a su tía, Yanaina, y trataba muy mal a los niños, especialmente a la pequeña. El marido, Marcos, sospechaba incluso que su sobrino podía haber tenido una aventura con su mujer. Todo se rompió y la familia se fue a Pioz (Guadalajara), Patrick asegura que lo dejaron tirado, lo vivirá con un enorme rencor y se instalará en un piso con varias estudiantes italianas en Alcalá de Henares hasta el día de sus crímenes.
¿Y qué cuenta este joven sobre sus asesinatos? Su táctica ha sido decir que no recuerda nada. Poco a poco, ante las pruebas tan contundentes contra él (su ADN en la casa, su tarjeta de transporte con la que viajó a Pioz, sus mensajes y selfies con los cadáveres…) digamos que ha ido acordándose de algunos detalles. Al psiquiatra Gaona le contó, por ejemplo, como mató a su tía: “después de comer, lavé los platos con ella. La apuñalé una sola vez en el cuello, no recuerdo más…”. En cuanto a los niños, solo dice que “solo recuerdo a los tres juntos en el suelo, cada uno con una herida en el cuello. Creo que acabé de trocearla a ella por la mitad sobre las seis de la tarde. Luego salí al jardín y comencé a mandar fotos a mi amigo Marvin. No recuerdo nada de las cinco horas siguientes”.
¿Qué sabemos de su cerebro? ¿Es una persona normal Patrick Nogueira?
Le han visto los dos expertos contratados por su familia, más dos psicólogos contratados por la acusación particular, más otros dos digamos imparciales, los que paga el Estado y que son dos expertas del Instituto de Medicina Legal de Guadalajara, Cuenca y Albacete. Todos coinciden en un diagnóstico: Patrick Nogueira tiene un trastorno antisocial de la personalidad o, en palabras del territorio negro, es un psicópata.
Los expertos enviados por el juzgado le aplicaron la escala Hare, el método ideado por Robert Hare, una eminencia en psicópatas al que tuvimos ocasión de conocer. Mide y puntúa cosas como, por ejemplo, el encanto superficial y la facilidad de palabra, el sentido desmesurado de la valía personal, la necesidad constante de estimulación y tendencia al aburrimiento, la manipulación, la falta de remordimiento y culpabilidad por lo que se hace, la escasa profundidad de afectos, la falta de control, el estilo de vida parásito, si utiliza a otros, si hay problemas de conducta precoces, si tiene una conducta sexual promiscua… En fin, con todos esos ítems y otros medidores, los investigadores diagnosticaron que Patrick Nogueira “presenta un perfil de personalidad psicopático, no tiene buen pronóstico y presenta una alta reincidencia delictiva”.
¿Qué dicen los expertos contratados por su defensa? Asumen que padece ese trastorno de personalidad, esa psicopatía, de hecho dicen que tiene un “sistema moral puramente salvaje y animal”, pero le dan una vuelta más. Un psicópata así, a secas, distingue el bien del mal, no es un enfermo mental, sabe lo que hace y puede elegir. Lo que dicen los peritos de su defensa es que Nogueira, además de un psicópata, presenta algunas peculiaridades en su cerebro que merecen ser estudiadas. Y lo dicen porque le han practicado unas pruebas, poco usadas en España con criminales, primero un TAC, un escáner, de su cerebro. Y luego un PET cerebral, una técnica de imagen que utiliza sustancias radiactivas inyectadas en el paciente para ver el metabolismo y cómo funciona el órgano que se quiere estudiar. Se utiliza, por ejemplo, en pacientes con cáncer o alteraciones psiquiátricas y neurológicas.
El doctor Maldonado, jefe del servicio de medicina nuclear del hospital QuirónSalud de Madrid, le hizo esa prueba al asesino el 9 de julio de 2018. Concluye que el cerebro de Patrick Nogueira “no se ajusta a los criterios de normalidad”.
Las pruebas muestran que el cerebro de Nogueira tiene alterado su lóbulo temporal derecho del cerebro, la zona de las emociones, por decirlo mal y pronto. Y aquí vendrá toda la discusión del juicio y sobre el destino de Patrick que deberán decidir los miembros del jurado. La defensa de Nogueira citará estudios y científicos que vinculan esos problemas en el lóbulo temporal derecho del cerebro con alteraciones en el comportamiento. Como el lugar donde se planifican los actos, también los asesinatos, es el cerebro, si ese cerebro está alterado, la persona no actúa ya libremente y no es totalmente responsable, por tanto, su lugar sería un psiquiátrico.
¿Los psicópatas tienen siempre alterado su cerebro, su lóbulo temporal derecho u otras zonas? No está tan claro ni es tan matemático. Algunos estudios, como uno del Instituto de Psiquiatría del Kings College de Londres, realizados con resonancias magnéticas sobre el cerebro de 66 personas, 44 de ellas criminales adultos, mostraron en palabras muy gruesas, que los psicópatas tienen menos materia gris en la corteza prefontral y los lóbulos temporales de sus cerebros.
Otros estudios hablan también de que estos individuos tienen hiperreacción ante la dopamina, el neurotransmisor que nos regula la sensación de placer, de estar satisfechos. Es decir, necesitan más estímulos, más cosas, para sentirse satisfechos, buscan recompensa inmediata y a cualquier precio…
O sea, que no hay una respuesta definitiva, y que no sabemos si un psicópata o todos los psicópatas actúan libremente o están condicionados por tener un cerebro enfermo
Es un campo apasionante, todo indica que algunas partes del cerebro de algunos psicópatas (la amígdala, los lóbulos) tienen un tamaño y forma distintos al de las personas digamos normales. Son las partes del cerebro vinculadas a sentimientos de culpa, empatía… Pero no hay una investigación ni una conclusión definitiva sobre este asunto y hasta ahora se ha entendido que la mayoría de los psicópatas, los psicópatas puros actúan libremente y buscando su propio placer, por tanto, que su sitio es la cárcel. Veremos qué ocurre en el caso de Patrick Nogueira.