Vamos a situar a los dos personajes de esa loca carrera criminal, casi al estilo de una película de Tarantino, pero por desgracia, real, con víctimas reales. Empezamos por ese preso, El Mauricio.
Su nombre real es Jorge Agustín Sánchez Romero. Y en ese año, 2011 ya se había rebautizado como El Mauricio. Era un preso peligroso, tenía 26 condenas por incendios, agresiones e intentos de homicidio. El Mauricio era lo que en la jerga de las cárceles se llama un kie.
Suena a Malamadre, el papel que interpretó Luis Tosar en Celda 211. Esa peli lo reflejó bastante bien, aunque este tipo no tiene los códigos de Malamadre. El Mauricio era un tipo temido en la prisión, lo mismo protagonizaba una agresión a un preso que organizaba un motín. Como cabecilla, podía garantizar la paz en la cárcel Modelo, era quien trataba con los funcionarios. Además, tenía muy buenos contactos dentro y fuera de la cárcel. Era amigo, por ejemplo, de algunos casuals, la peligrosísima banda de Barcelona.
Los casuals son esa banda radical que nació entre los ultras del Barcelona, que luego fueron mucho más.La Audiencia de Barcelona condenó a algunos hasta a 13 años de prisión. En aquellos tiempos, los de El Mauricio, los Casuals reinaban en la noche de Barcelona. Daban palizas por encargo, extorsionaban a dueños de discotecas para que les contrataran como seguridad, para mover drogas, y también, al más puro estilo mafioso, hacían ofertas a testigos de distintos delitos que no podían rechazar.
Esos eran los amigos en la calle de este Mauricio, que estaba preso en aquella primavera de 2011, recuerden. Bien, nos falta conocer a la mujer de esta historia, Mar Soriguer.
Ahora tiene 39 años. Es una mujer que vivía con su madre en un ático del distrito de Nou Barris, en Barcelona. Las dos, madre e hija, daban en aquel 2011 clases de pintura a los presos de la cárcel Modelo. Mar es una joven con algunos problemas. Tiene, en aquellos días, un trastorno alimenticio del que se trataba en el hospital de Bellvitge, con debilidad creciente por la cocaína, y se siente frágil, acaba de romper con su novio después de cuatro años de una relación que comenzaron por Internet.
Y estas dos personas, un preso peligroso y una joven profesora de dibujo se conocen allí, en la cárcel Modelo de Barcelona. Todo indica que pudo ser así, pero Mar sostiene que no se vieron en la cárcel. Lo que cuenta ella es que El Mauricio consiguió que le dieran un permiso de cuatro días en mayo de 2011. Y que no regresó a la cárcel. La mujer afirma que la noche antes de la verbena de San Juan, el 24 de junio de ese año, bajó a un bar cercano a su casa a comprar tabaco y que allí ambos se conocieron y empezaron a hablar. Que volvieron a coincidir el viernes siguiente en el mismo sitio. Faltaba muy poco para que empezaran su carrera criminal.
El Mauricio se portaba bien en los últimos tiempos y quisieron premiar su liderazgo pacífico entre algunos presos. Es evidente que fue una decisión equivocada. Tanto, que sus víctimas reclaman ahora daños y perjuicios a la Generalitat catalana, porque el gobierno de Cataluña tiene hace tiempo transferidas las competencias en prisiones.
Bien, este asesino sale de permiso y no vuelve. Se encuentra o se reencuentra con la profesora de dibujo cuando ya lleva un mes fugado. La siguiente noticia cierta de El Mauricio y Mar, que entonces ya son pareja, ocurre el 7 de julio de 2011. Esa noche, tres tipos encapuchados entran en el despacho del abogado Faustino Agudo, que había sido el director de Rehabilitación de Prisiones en Cataluña, el encargado de cuidar por la reinserción de los presos, dar y negar permisos…
Los tres encapuchados, tres hombres, le atan, le revientan la boca a golpes en busca de dinero y de una caja fuerte. También atan con bridas a dos mujeres jóvenes que están allí, una chica llamada Clara, que trabajaba en el despacho, y su amiga.
Uno de los encapuchados es El Mauricio, claro. Y la otra mujer a la que ata es su novia, Mar. Ella contó luego a los Mossos que había ido esa noche a ayudar a su amiga Clara y que de pronto entraron tres encapuchados. Que las ataron, que uno de ellos era El Mauricio…
Meses después contó mucho más. Confesó que ella le había dicho al que entonces era su pareja, que el jefe de los presos catalanes tuviera un Porsche, un Rolex de oro y mucho dinero en una caja fuerte. La mujer dijo, eso sí, que lo había comentado de forma informal y sin mala intención. Todo esto se sabe después, cuando les detienen a los dos, porque entonces queda como un asalto sin resolver, claro, Mar no va a la policía.
La víctima sí que denunció, pero Mar ya estaba metida en otra terrible historia. Dos semanas después de ese brutal asalto, Mar y El Mauricio siguen juntos. Y el 21 de julio de 2011, Mar llama por teléfono a su antiguo novio, Arturo Otero. Le dice que quiere verle, que si pueden quedar a cenar en un sitio bonito de Castelldefels, junto al mar. A pesar de que habían roto hace algunos meses, seguían hablando y de hecho la chica no se había llevado aun todas sus cosas del piso de su ex novio, así que Arturo aceptó.
La cena fue bien. Tanto, que los dos, Mar y su ex, volvieron juntos en coche, ya de madrugada, hasta el piso del hombre. Al llegar, él le dio las llaves para que le esperara en casa mientras iba a por tabaco y bebidas para seguir la noche. Arturo subió hasta su casa, pero cuando abrió, no solo Mar le esperaba.
Estaba dentro ya El Mauricio, la nueva pareja de su ex, claro, había sido una emboscada en toda regla. Cuando Arturo entró, El Mauricio se abalanzó por la espalda sobre él y le gritó: “dame todo el dinero que tengas, cabrón. Te voy a matar”. Le golpeó brutalmente en el cuerpo, en la cabeza, con la pistola que llevaba. Tanto, que se desmontó el arma y El Mauricio gritó: “¡qué dura tiene la cabeza este hijo de puta!”
Con Mar en el piso, aunque ella dice que la encerró en una habitación, El Mauricio tiró al suelo a su ex novio, sacó un cuchillo y le rebanó el cuello. Luego, le dio 25 puñaladas por la espalda. Eran las siete de la mañana cuando El Mauricio dejó tirado y agonizando a Arturo. Se llevaron casi 20.000 euros que Arturo tenía porque acababa de vender su coche.
Ella cuenta que estuvo encerrada y que cuando salió solo vio la sangre del pasillo. Dijo que El Mauricio la violaba, la pegaba y la amenazaba con matarla a ella y a sus sobrinos, que por eso le acompañó en todos sus crímenes. Esa noche dice que no vio a Arturo tirado en el suelo, muriéndose, que solo escuchó correr el agua de los grifos del piso que alguien había abierto.
Los grifos, el agua, lo que El Mauricio planificó para borrar huellas, fue lo que salvó la vida de Arturo Otero. La mañana siguiente, desde la fachada del cuarto piso empezaron a caer chorros de agua teñida del rojo de la sangre del joven a través del tubo del aire acondicionado. El agua caía sobre el bar de abajo, donde le conocen de siempre. Los camareros avisaron al hermano de Arturo, que llegó al piso y lo encontró todavía vivo. Lo dejaron tetrapléjico y sus padres viven con él para cuidarle.
Después de ese asalto brutal, El Mauricio y Mar huyen de Cataluña, se esconden durante meses, son dos fugitivos porque el ex novio ya ha denunciado. Que se sepa ella no intentó fugarse nunca. Asegura que siguió a El Mauricio por miedo. También era tarde para denunciar, porque posiblemente la habrían detenido a ella. Lo cierto es que con el dinero que le quitaron a su ex novio, El Mauricio y Mar estuvieron ocultos, luego se supo, en distintos pisos de alquiler en Tarragona, Granada, Málaga, Almería y finalmente en Aguilas, en la provincia de Murcia. Durante casi tres meses gastaron el dinero y fueron huyendo, hasta que, el 13 de noviembre de 2011 esta pareja criminal llegó a la localidad de Mazarrón.
El Mauricio está obsesionado con que le vigilan, cree que los geo le siguen. Su novia, Mar, continúa a su lado. Utilizan nombres falsos para registrarse en el hotel Costa. El Mauricio compra unos prismáticos y en la habitación del hotel su novia le ayuda a colocarse un chaleco antibalas. Hay una grabación que los muestra a los dos saliendo juntos. El Mauricio lleva una mochila negra y en su interior hay, además de los prismáticos, dos pistolas automáticas y un subfusil. Y acude al bar La Fundición. Allí se toma una cerveza y habla con un acento forzado, exagerado, haciéndose pasar por un sudamericano.
Y esa noche ocurren dos crímenes inexplicables, dos tragedias. A las once y cuarto, El Mauricio, vestido de negro y con un pasamontañas, se cruza por la calle con un inmigrante boliviano que vive en el pueblo, con su mujer y sus dos hijos, Manuel Aguilar. No se conocen, no se hablan. Una vecina que está fumando un cigarrillo en su balcón lo ve todo. Y ve a Mauricio darse la vuelta, seguir al vecino y dispararle tres veces. Luego, se oculta en un parquecillo al que en Mazarrón llaman del Molinete.
Y por ese parque hay un chaval, Adrián, que está paseando a su perro, Hugo. El Mauricio estaba escondido allí. Cuando pasa Adrián con su perro, un schnauzer, saca la pistola Glock de la mochila y le dispara en la nuca y lo deja allí tendido, agonizando. El perrillo, Hugo, huye hacia la casa y alerta a los padres del chaval, que acuden corriendo. La policía de Mazarrón encuentra los dos cuerpos y comienza la búsqueda del asesino. Hacia las cuatro de la mañana, cuando El Mauricio volvía a su hotel, embarrado y cansado, lo detienen. En los calzoncillos lleva un fajo de billetes de 50 euros.
Ella contó que habían tomado mucha cocaína, que él le dijo que iba a salir a encontrarse con los que le perseguían. Ella se quedó mientras tanto en la furgoneta que habían alquilado. Luego contaría a la policía que “oí disparos y supe que era él”. Lo cierto es que la mujer huyó entonces de Mazarrón y tomó un autobús de vuelta a casa, a Barcelona, donde poco después fue detenida.
Dos muertos, uno de ellos un crío de 16 años, otro joven parapléjico, otro hombre herido… ¿Dónde están hoy El Mauricio y Mar?
El Mauricio fue condenado a 34 años de prisión por los dos crímenes de Mazarrón y está en la cárcel. La sentencia de la Audiencia de Murcia ha descartado que esté trastornado, afirma que distingue perfectamente el bien del mal y asegura que cometió los dos asesinatos, y leemos textualmente, “por un mero capricho”. Le queda pendiente el juicio por la salvaje agresión al ex novio de Mar.
En cuanto a la chica, y esto nos resulta bastante sorprendente, ingresó en la cárcel, allí estuvo hasta el pasado mes de noviembre, cuando salió en libertad bajo fianza de 6.000 euros. No fue acusada en los crímenes de Mazarrón, es cierto que no participó en ellos ni supo qué iba a ocurrir, pero también tiene pendiente el juicio por la brutal agresión que dejó tetrapléjico a su ex novio. Mientras eso ocurre, Mar Soriguer ha vuelto a colgar su perfil personal en Badoo, una de las redes para buscar pareja en Internet.