En este espacio de Territorio Negro hemos hablado muchas veces de estafas y estafadores, pero la de hoy es, seguramente, una de las más crueles de las que hemos contado. Un hombre se aprovechó del estado mental de una anciana para apropiarse de 300.000 que la mujer le entregó pensando que los transfería al banco del cielo. No se pierdan nada de lo que rodea a esta historia, que, afortunadamente, ha acabado con una condena.
¿Qué ha dicho la Justicia sobre este caso?
De momento, la Audiencia Provincial de León ha condenado a Víctor, el estafador, a siete años de cárcel como autor de un delito de estafa continuado. Además, la Justicia ha dictaminado que debe devolver a doña Esperanza, la víctima, hoy de ochenta y dos años, los doscientos ochenta y seis mil euros de los que se apropió, algo que parece bastante improbable que vaya a ocurrir. Porque aún no ha depositado ni un solo euro.
Casi trescientos mil, los ahorros de toda la vida de esta mujer, Esperanza, cuya cabeza no estaba en buenas condiciones.
En el juicio que condenó al estafador se reveló el diagnóstico; presentaba, ya antes del año 2013, cuando comenzaron las estafas, una alteración en el contenido del pensamiento, en forma de ideación delirante místico-religiosa y megalomaníaca que alteraba, en su totalidad, su capacidad de juicio y decisión, pues la situaba fuera de la realidad y esta situación e ideas delirantes, al menos desde 2013, se hizo más presente, alterando sus capacidades cognitivas y volitivas plenamente. En lenguaje profano, esta mujer no podía tomar decisiones, dado su estado mental.
¿Qué relación mantenía esta mujer con el hombre que la quitó ese dinero?
Víctor, el condenado, tiene antecedentes por atentado. Fue vecino durante bastante tiempo de Esperanza y conocía también a sus hijos, sin que ambos tuviesen una relación personal mucho más allá de la vecindad, sobre todo desde la muerte del marido de Esperanza, que era quien más vínculo tenía con el ahora condenado. Víctor era bastante popular en la zona porque había sido componente de un grupo musical que daba conciertos por los pueblos de la zona. En el momento de los hechos, Víctor regentaba una tienda llamada 'Naturapia' sita en la calle Lope de Vega de León, que a duras penas generaba dinero para cubrir gastos.
Esperanza, pese a tener varios hijos, vivía sola porque se manejaba bien, sin necesidad de ayuda. Y es cierto que tenía bastante solvencia económica, hasta tres cuentas en otros tantos bancos, con saldos que alcanzaban casi los trescientos mil euros. Lo más increíble es que cuando Víctor aparece en la vida de la mujer, esta dedica solo trescientos euros al mes a su mantenimiento, porque el resto del dinero lo depositaba en lo que ella pensaba que era el banco del cielo, con la idea de que así se aseguraría que al dejar la vida terrenal se convertiría en santa.
¿Cómo consiguió engañar a la anciana?
Según la sentencia que lo condenó, y leemos textualmente del fallo, “Víctor, conocedor del estado mental de Esperanza -de sus exageradas ideas religiosas que le hacían incluso considerarse santa-, con el fin de obtener un beneficio económico ilícito, ya desde enero de 2013, maquinó la posibilidad de hacerse con todos los ahorros de ésta”.
Para ello, tramó un plan tan disparatado como eficaz: hizo creer a la anciana, con llamadas telefónicas desde número oculto, que "Nuestro Señor Jesucristo" o la "Virgen María" la llamaba para pedirle que sacase distintas cantidades de dinero de sus cuentas y se las diese a él para depositarlas en el "Banco del Cielo" o bien que se las llevase a la tienda que regentaba y dejase el dinero allí.
Es decir, esta mujer pensaba que depositando su dinero en el inexistente Banco del Cielo inventado por el estafador, ella iba a tener más fácil ser santa.
Y para ello acudía con frecuencia a la tienda de Víctor. Allí había un cuarto dedicado a dar masajes y dentro de esa estancia había un cajón donde el hombre instaba a Esperanza a meter el dinero. Desde ese cajón, le decía, los billetes irían directamente hasta el banco del cielo. Allí, le aseguraba Víctor, el dinero le daría una mayor rentabilidad y además, así podría construir una casa en el cielo para ella, junto a las de su marido y su madre, fallecidos tiempo atrás. Víctor incluso le decía que él también metía el dinero en ese banco celestial.
Naturalmente, la mujer estaba convencida de la existencia de ese banco del cielo. Creía firmemente en que lo que hacía le reportaría un beneficio en el más allá. De hecho, Esperanza, así lo dijo en el juicio, está convencida de que la Virgen la declaró santa el 6 de octubre de 2013, tras acudir junto a Víctor a una misa en iglesia de La Virgen del Camino. Ese fue el momento, cuando la mujer creyó que era santa, en el que el condenado puso en marcha la maquinaria para desplumar a Esperanza.
Para dar mayor credibilidad a las "apariciones", el acusado escenificaba conversaciones en su tienda o al teléfono, cambiando o alterando su voz y haciendo creer a Esperanza que estaba hablando con su madre fallecida, con Dios o con la Virgen María. Además, la presionaba amenazándola con matar a sus hijos o hacer desaparecer el dinero depositado en el cielo si contaba a sus familiares que estaba entregándole dinero.
Según contó en la vista oral la propia víctima, la mujer llevaba el dinero al cajón que había en la sala de masajes de la tienda de Víctor, lo cerraba y se marchaba. Él le decía que ya bajaría Dios nuestro señor y lo llevaría al cielo. Antes de llevar el dinero, siempre la llamaban por teléfono y ella creía que era la voz de Dios. Iba al banco y sacaba la cantidad que le pedía el supuesto Dios y que siempre iba a más. Al principio fueron unos dos mil euros, pero luego llegó a los veinte mil euros.
Su declaración en el juicio fue muy contundente en ese sentido. Dijo textualmente que quién le dice que no a Dios nuestro señor. De hecho, su estado mental indica que aún sigue creyendo que quien se dirigía a ella era el Altísimo. Lo cierto es que en casi siete años, entre enero de 2013 y diciembre de 2019, Esperanza entregó a Víctor un total de 286.692,20 euros. En 2017 su cuenta de Unicaja se quedó a cero, después de que hiciese reintegros en efectivo por valor de 113.135 euros.
De una cuenta que Esperanza tenía en el Banco Santander, la mujer invirtió en el banco celestial un total 152.156,66 entre junio de 2014 y diciembre de 2019. Pero es que, además, en dicha cuenta, Esperanza contrató dos préstamos bancarios con el único fin de entregar su importe total al acusado, por valor de 74.735,50 euros para atender las peticiones que el acusado le hacía, simulando ser "Nuestro Señor Jesucristo o Dios" o "la Virgen María". En esa cuenta estaba domiciliada desde noviembre de 2014 su pensión de viudedad -que ascendía a 713,21 euros al mes-, que sacaba prácticamente íntegra y en efectivo para depositarla en el "Banco del Cielo" tal y como le había indicado Víctor.
La mujer tenía una tercera cuenta en Abanca, en la que hizo varios reintegros en efectivo desde diciembre de 2013 hasta octubre de 2017, año en la que la dejó sin saldo. Las extracciones ascendieron a un total de 46.600,54 euros. En resumen, la mujer solo se reservaba para sí y sus gastos alrededor de 300 euros al mes. Todo el resto del dinero iba a parar a manos de Víctor. Al principio, los traspasos al supuesto banco del cielo eran de mil euros, pero llegó a pedir veinte mil mensuales.
¿Ha devuelto el dinero el estafador?
No solo no ha reconocido el engaño, sino que sostiene que la mujer no le entregó nunca dinero. Tampoco ha devuelto un solo euro de todo lo que se llevó y solo reconoció conocer a Esperanza desde años atrás, porque él iba a la peluquería de su hermana. En el juicio, porque no declaró en la fase de instrucción, contó que de vez en cuando le seguía la corriente a la mujer porque ella era “muy obsesiva, reiterativa, pesada y enajenada” y afirmó que nunca le metió ideas religiosas en la cabeza. Es más, decía que cuando le seguía la corriente lo hacía para que abandonara la tienda porque «asustaba a los clientes».
Supongo que llega un momento en el que la familia de esta mujer o la propia víctima se dan cuenta del engaño, de la monumental estafa.
Antes había dado síntomas. Por ejemplo: siempre daba cincuenta euros a sus nietos en navidad y el último año les dijo que no, porque no tenía dinero. Como pasa muchas otras veces, fue una casualidad la que destapó el caso.
Esperanza tuvo una avería de fontanería en su casa, el fontanero le cobró veinticinco euros por la reparación y la mujer no tenía dinero para pagarlo. Le enseñó una de las cartillas del banco a sus hijos y estaba a cero. Los hijos acudieron a las entidades donde la mujer tenía cuentas y le dijeron que las había vaciado en los últimos años, que quizás sería buena idea contratar un detective privado para saber qué estaba pasando con el dinero de Esperanza. Porque, además de no tener un duro, las mujer había pedido un par de préstamos y debía algo más de mil euros.
¿Contrató un investigador privado?
No, porque la mujer le contó a sus hijos que todo ese dinero había ido a parar a la tienda de Víctor y que ella estaba convencida de que era para tener una casa en el cielo, junto a su marido, muerto en 2008. Los hijos de Esperanza prepararon una trampa y decidieron que en su próxima visita al local de Víctor debía llevar una grabadora. Y esta visita y la grabación obtenida allí dejó muy claro lo que pasaba y sirvió para que en diciembre de 2019, seis años después de que empezase la enorme estafa, el hijo de Esperanza denunciase los hechos ante la Policía.
¿Qué se escucha en esa grabación?
Se escucha a Víctor poniendo distintas voces que salían de unos altavoces del techo del local, haciéndose pasar por un ser celestial, diciendo cosas como que no podía servir a quien no tenía dinero y amenazando a Esperanza con frases como: "una palabra que digas y te mato a los hijos, te dejo sola". “No ves que soy Dios… le has dicho algo a los hijos... por lo que has hecho te voy a castigar… te mato a los hijos...". Ella, asustada y convencida de que le está hablando Dios, niega haber dicho nada y promete que volverá a llevar dinero. Respecto a esta grabación, el acusado se limitó a decir que “amenazaba de muerte a sus hijos para ver si se marchaba y me dejaba porque no había forma de que se fuera de la tienda, siempre tenía conversaciones extrañas”.
Pese a esos siete años de condena, lo cierto es que Víctor no ha pasado ni un solo día en prisión. Habrá que esperar a que la sentencia sea firme, ratificada por el Supremo, para ver si acaba entrando en la cárcel. De momento, ha despedido al abogado que tenía y ha designado uno de oficio. Y, desde luego, sigue sin devolver un solo euro de los más de 280.000 que Esperanza depositó en el banco del cielo.