TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: Jaime Botín. Un Picasso a la fuga

El Territorio Negro nos lleva a aguas cristalinas, las de Córcega. A veleros bergantines y a un extraordinario cuadro de Pablo Picasso, Cabeza de mujer joven. Vamos a narrar la increíble peripecia de ese cuadro al que su dueño, Jaime Botín Sanz de Sautuola y García de los Ríos, ordenó meter dentro de su barco para sacarlo de España ante la atenta vigilancia de la Guardia Civil, que trataba de impedirlo.

ondacero.es

Madrid | 29.02.2016 17:48

Esta historia de contrabando de obras de arte que destapamos en la revista Interviú empieza primero por lo legal. Al Ministerio de Cultura llega en el año 2012 una solicitud para sacar de España un cuadro de Picasso.

El 5 de diciembre de 2012, Dalia Padilla, directiva de la delegación en España de la famosa empresa de subastas Christies solicita formalmente al Ministerio el permiso de exportación de la obra “Cabeza de mujer joven”, un óleo pintado sobre lienzo por Pablo Picasso en 1906 y cuya ultima tasación lo valoraba entonces en 26 millones doscientos mil euros. En ese escrito, se indica explícitamente que el cuadro está en ese momento en el domicilio del señor Jaime Botín Sanz de Sautuola, en la urbanización de Somosaguas, en Madrid.

Jaime Botín es el hermano de Emilio Botín. Y fue durante muchos años banquero antes de jubilarse y dedicarse un poco a la vida bohemia. Jaime Botín fue directivo del banco Santander y Bankinter y decidió dejar el negocio bancario en el año 2004. Entonces se matriculó en Filosofía y se declaró lector apasionado de tratados matemáticos y de física cuántica. Mucho antes, en 1977, había comprado en una galería de arte de Londres el cuadro de Picasso para el que en 2012 se pedía permiso de exportación, para sacarlo de España y venderlo.

Pero el gobierno español le da malas noticias al señor Botín. Le prohíbe sacar el cuadro de Picasso aunque sea suyo legítimamente. La Junta de Calificación de Patrimonio Histórico deniega el permiso y asegura que la obra no puede sacarse de España. El Director General de Bellas Artes deniega también ese permiso. Anima a la Comunidad de Madrid a declararlo Bien de Interés Cultural. Se dictamina que el cuadro de Picasso “es inexportable por no existir una obra semejante en territorio español, siendo esta pintura una de las pocas obras realizadas por su autor dentro del denominado periodo de Gòsol, etapa en la que Picasso se ve claramente influenciado por la plástica del arte ibérico”.

Nos metemos en el terreno de Juan Adrianssens, pero el caso es que Cultura añade que esa Cabeza de mujer joven “influirá decisivamente no solo en el cubismo, sino en la evolución posterior de la pintura del siglo XX”. Es decir, es un cuadro único y pese a la voluntad de su dueño, no puede sacarse de España y venderse sin autorización, que no tiene. Algo similar le ocurrió por ejemplo a la Casa de Alba cuando trató de vender una carta de Cristóbal Colón a su hijo.

Y esto lo dice la ley de Patrimonio. La Casa de Alba se resignó, pero parece que don Jaime Botín no. Ni mucho menos. Después de recibir la negativa, el 21 de diciembre de 2012, el señor Botín escribe una carta al Ministerio de Cultura en la que comunica que el cuadro no está ya ni ha estado en territorio español, salvo para algunas exposiciones, que él lo compró en una galería de Londres y que el dueño ya no es él, sino una empresa llamada Euroshipping Charles Company.

Pero no todo esto es verdad. La empresa de subastas decía que el cuadro estaba en su casa. Aquí empieza la ofensiva del señor Botín. La empresa que él dice que es la dueña del cuadro tiene sede en un paraíso fiscal, en Panamá. Y su accionista principal, así lo revelerán las investigaciones de la Guardia Civil, es Jaime Botín Sanz de Sautuola. El cuadro fue pintado por Picasso en territorio español, el pueblo de Gòsol, en la provincia de Lérida, donde el artista pasó tres meses de la primavera de 1906 con su entonces compañera Fernande Olivier.

El gobierno recibe muy pronto una carta insólita. El consejero delegado de la empresa Christies escribe el 21 de enero de 2013 a la Dirección General y lamenta que ha cometido un error. El cuadro de Picasso, dice ahora, no estaba en España. Su dueño, asegura, tampoco era Jaime Botín. Se han equivocado.

Este error de una empresa tan prestigiosa como Christies parece muy oportuno para el señor Botín. Si el cuadro está fuera de España no necesita permiso para sacarlo, claro, y puede subastarlo en Inglaterra. Y los estudios apuntan que el cuadro puede venderse en Londres por unos 80 millones de euros. Un informe incluido en el sumario del caso afirma que el supuesto error es “extraordinariamente inusual”. Tres días después de esa carta de Christies autoflagelándose, se hace un acta notarial en el puerto de Valencia. Una empresa llamada Cherokee Limited Bay encarga a dos notarios, los hermanos Pascual De Miguel, que certifiquen las obras de arte que hay en el interior de un yate de bandera británica que está atracado en el pantalán 26, amarre 2 del Club Náutico.

Los notarios acuden al yate, que se llama Adix y es un formidable bergantín goleta valorado en más de seis millones de euros. Dan fe de que dentro está Cabeza de mujer joven, de Pablo Picasso. También hay cuadros de Turner, Scott, Corot, Van Goyen, Bodin y Alfred Sisley.

La empresa que es dueña del barco y pide el acta notarial, Cherokee Limited Bay, está en otro paraíso fiscal, las islas Guernsey, una de las islas del Canal de La Mancha. El propietario real de la empresa y el barco Adix es don Jaime Botín. Es un barco formidable, de casi 65 metros de eslora, 1.720 metros cuadrados de superficie, de vela y un motor que alcanza los 12 nudos. El acta notarial, del que publicamos las imágenes en interviú, añade que tiene una tripulación de catorce personas, incluyendo el capitán, el chef y el ayudante del chef y capacidad para 12 invitados. Botín se lo compró en 1989 al rey de la cerveza de Australia, Alan Bond, que había pagado mil millones de pesetas por el barco el año anterior.

Botín había recurrido la decisión del gobierno a la Audiencia Nacional, que tendría la última palabra. Si los jueces aceptaban que el cuadro está dentro de un barco de bandera británica y entienden que su interior ya no es territorio español, el señor Botín no necesitaría permiso para sacarlo del país y podría venderlo al mejor postor.

La Sala Sexta de lo Contencioso de la Audiencia Nacional rechazó los argumentos del señor Botín y decidió el 20 de mayo de 2015 que el cuadro no podía sacarse de España y mucho menos para venderse. Somos analfabetos en arte pero diremos lo que argumentaron entonces los expertos. Se trata de una obra única, previa al cubismo, de una etapa en la que Picasso estaba cambiando. Se trata de una obra protegida por la ley de Patrimonio que exige tener permiso para sacarse de España si su valor supera los 18.000 euros

Y la última tasación de ese Picasso superaba los 26 millones de euros. El señor Botín no puede sacarlo de España. El Ministerio de Cultura alerta a la Guardia Civil. El grupo de Patrimonio Histórico de la UCO se pone a trabajar para impedir que el señor Botín se lleve el cuadro a las bravas. Sus alegaciones han sido que el Picasso está dentro de un barco de pabellón británico y ese barco está atracado en el club náutico de Valencia.

Casualmente, apenas unos días después de la decisión de la Audiencia Nacional, el 10 de junio de 2015, el barco del señor Botín recibe una visita de la Guardia Civil. Se trata de una inspección rutinaria del servicio fiscal para comprobar la carga del barco, lo que hay dentro. El que figura entonces como capitán, Paul Goss, dice que el cuadro de Picasso ya no está allí. En la declaración de carga que hizo el velero al llegar a Valencia tampoco figura ya el Picasso.

El cuadro ha volado. Entonces la Guardia Civil busca hacia atrás, hacia el recorrido de ese formidable velero desde que empezó la batalla por el Picasso. El barco de Botín estuvo en Mónaco, luego en Puerto Sherry, en Cádiz, de allí viajó a Falmouth, en Inglaterra. Estuvo en aguas británicas hasta junio de 2015, cuando regresó a Valencia y recibió la primera visita de la Guardia Civil.

Estamos en junio del año pasado y el Picasso ha desaparecido. Pero la Guardia Civil no va a perder de vista el velero. Comprueban que una semana después de aquella inspección rutinaria, el barco toca tierra en Ibiza, una de las residencias habituales del señor Botín, que se sube a bordo el 17 de junio. El bergantín goleta zarpa con el señor Botín hacia aguas de Córcega. Cerca de Figari, una paradisiaca ciudad al sur de esa isla francesa, desembarca don Jaime el 2 de julio. El barco sigue ruta hacia el puerto de Calvi, también en Córcega. El capitán, un australiano llamado Paul Frederick, espera instrucciones.

Y esas instrucciones le llegan, según el sumario, de voz del señor Botín. El capitán Frederick declara que el 28 de julio recibió una llamada telefónica de su patrón en la que le ordenó preparar todo para el traslado del Picasso. El cuadro, aseguró, estaba en una estancia del barco y el lo preparó cuidadosamente y lo embaló para poder ser trasladado. Quedó solo a la espera, dijo, de recibir la hora de salida del cuadro.

Pero algo falla. Dos días después, el servicio de Aduanas de Francia entra en el barco y localiza el Picasso. El informe de Aduanas indica que el cuadro está “empaquetado para poder ser transportado”. El juez Corru, francés encargado del caso, da orden de que la obra sea entregada el 11 de agosto en el aeropuerto de Bastia. Hasta allí viajan, en un avión de la Guardia Civil, nueve agentes de la UCO, personal especializado en embalaje y representantes del Ministerio de Cultura, entre ellos la restauradora Eugenia Gimeno, que examina el cuadro en el mismo aeropuerto corso.

El cuadro regresa a España y la Guardia Civil lo entrega al museo Reina Sofía, donde sigue a la espera de ver qué ocurre.

La investigación ha encontrado un avión privado, una aeronave CSDXO de la compañía NetJets Transportes Aéreos de Portugal que estaba preparada para despegar del aeropuerto suizo de Ginebra aquel 30 de julio. Su orden de vuelo era Ginebra-Calvi (o sea Córcega)-Ginebra. Pero algo ocurrió aquel día porque la aeronave no despegó. El diario.es publicó en 2014 una denuncia contra el señor Botín por un supuesto fraude fiscal mediante la compra de dos jets privados en la que participaron compañías portuguesas. La Guardia Civil ha propuesto el envío de una comisión rogatoria a Portugal para conocer el dueño real de aquel avión con trayecto frustrado a Córcega y comprobar si fue una coincidencia.

El señor Botín sostiene que el cuadro no estuvo en España, pero alguna prueba más le contradice La Guardia Civil siguió tirando del hilo de la empresa Christies y aquel error cuando dijo que el cuadro estaba en España… Los dos directivos declararon en septiembre pasado y confesaron que ellos mismos habían visto el cuadro en territorio español, nada menos que en su propia sede de la empresa de subastas, en la calle Antonio Maura de Madrid, muy cerquita del museo del Prado. Hasta allí llevó el cuadro el señor Botín el 12 de diciembre de 2012. Le hicieron fotos, tomaron medidas y enviaron las imágenes a la sede de Londres para elaborar el catálogo de cara a una futura subasta.

Con todas estas pruebas, el señor Botín está imputado o investigado como se dice ahora por un posible delito de contrabando. La juez titular del número 4 de Pozuelo de Alarcón le acusa de ese delito. Un informe incluido en el sumario lo resume así: “de la investigación se desprende que la obra iba a ser trasladada a Suiza. El responsable de la salida ilícita de España del cuadro es su propietario, el señor Botín, que ha contado con la colaboración de otros para hacerlo”.

El delito de contrabando tiene una pena de entre uno y cinco años de cárcel. Y, lo que es más gravoso porque el señor Botín roza ya los ochenta años, puede ser condenado a pagar una multa hasta del séxtuplo del valor de la obra. En este caso, considerando una tasación antigua y conservadora, la multa podría alcanzar los 160 millones de euros.

Hace unos años, Jaime Botín participó como autor en un libro colectivo que se llamaba Apología de lo inútil. En él, nuestro hombre de hoy escribía que el ideal para una persona es “dedicarse a la vida contemplativa, a las artes y sobre todo al dialogo amistoso. Lo inútil es lo único que tiene verdadero interés”. Y dejaba entrever cierta nostalgia de los tiempos antiguos cuando: “lo propio de los hombres libres no era atender a la subsistencia ni dedicarse a la producción de cosas útiles”. Para eso, añadía, “estaban los esclavos”.