A Elcano llaman “el barco blanco” o la “embajada flotante de España”. El Juan Sebastián Elcano es el buque donde los jóvenes aprenden a ser marineros de nuestro ejército.
Cada año, los jóvenes guardamarinas que están ya en su cuarto curso de formación militar se suben al Elcano, que hace una travesía de unos seis meses por todo el mundo. Allí, guiados por la tripulación de casi doscientas personas, los jóvenes se supone que aprenden el oficio antes de volver a la base de San Fernando, en Cádiz. Así lo vienen haciendo desde hace años las promociones de la Armada. El Rey Felipe VI, por ejemplo, hizo esa travesía con el Elcano en 1987 como otro guardamarina más.
Es decir, los marineros van aprendiendo el oficio mientras cruzan el mar y hacen escalas en distintas partes del mundo. El año pasado, por ejemplo, pasaron por Cartagena de Indias, (Colombia), la República Dominicana, Nueva York, Hamburgo y Dublín, antes de volver a España.
Eran paradas casi tradicionales, se hacían todos los años. El Elcano queda fondeado en esos puertos durante tres o cuatro días y muchas veces los marineros se buscan apartamentos en las ciudades para poder divertirse esas noches. Buscan diversión, se trata de gente muy joven que está metida en un barco durante meses. El sumario muestra que los jóvenes marinos buscan mujeres, droga en algunos casos, pisos… Y ahí aparecen los conseguidores locales, gente que se arrima a ellos en los puertos ofreciéndoles casi de todo.
El 13 de mayo del pasado año, agentes de la Homeland Security de Estados Unidos detienen en una casa de Edgewater, en Nueva Jersey, a dos individuos que llevaban 25 kilos de cocaína en una maleta. Los traficantes cuentan que la droga se la dieron tres marineros españoles que viajaban a bordo del Juan Sebastián Elcano, que aquellos días había estado fondeado en el puerto de Nueva York. Los policías antidroga norteamericanos envían a la Guardia Civil grabaciones de los supuestos marineros entrando en el hotel y en una bolera con los camellos. Uno de los militares, afirman, nació en Ecuador, está muy musculado y tiene tatuada en la zona derecha de su cuello el ala de un animal.
El Elcano estuvo en Nueva York aquellos cuatro días de mayo. Por las grabaciones se identifica al marinero del tatuaje, llamado Jimmy Enrique Vanoni, y a dos compañeros suyos, Rafael Valle y Francisco Valladares. A su llegada con sus compañeros al puerto de Marín, en Pontevedra, los tres son detenidos y se registran con perros sus taquillas
Vanoni y Valle se niegan a declarar. Sí habla el marinero Valladares, que cuenta una historia muy peculiar. Afirma que salieron a dar una vuelta por el puerto de Nueva York y que un tipo con acento sudamericano les ofreció pasar un rato divertido con unas mujeres, que él tenía un apartamento donde podían tener sexo de pago. Que por eso entraron en el hotel, pero vieron que era un cuchitril y se fueron.
Los investigadores, no se creen esa historia y siguen buscando pistas en los teléfonos de los tres marineros.Y descubren algunas cosas sorprendentes. El marinero Valle Heredia, por ejemplo, guarda dos imágenes en su móvil. En una está recibiendo una placa por los servicios prestados en el Elcano; y otra le muestra con esa placa convertida en bandeja sobre la que está preparada una sustancia blanca, supuestamente cocaína, para consumir.
Más importante fue la información que se encuentra al marinero Vanoni. Una imagen muestra su apellido escrito con billetes, también hay una pistola. En otra está él tomando cocaína. El marinero había escrito a su pareja que iba a ganar 100.000 dólares (“he trabajado duro amor, pero estoy viendo los frutos de mi trabajo”, le escribe por whatsapp) y había enviado más de 37.000 euros a su madre cuando el barco Elcano surcaba aguas noruegas. También hay una grabación donde una santera colombiana que está fumando un puro le pregunta si puede meter la droga en cualquier parte del barco. El marinero español le responde que sí y ella le anima: “eso lo llevas dentro del pantalonsito, es cómodo de llevar y tú entras”.
Todo indica que los marineros españoles cogieron la droga en Colombia y la vendieron en Nueva York, en su siguiente escala.El teléfono del marinero Vanoni aportó un nombre fundamental en esta historia: un vecino de Cartagena de Indias llamado Luis el Mondongo o el Mondonguito, con quien se amenazaba desde el barco por un desacuerdo en los pagos y las entregas de la cocaína. Vamos a leer algunos de esos desencuentros entre el Mondongo y el militar español a bordo del Elcano que están en el sumario: “te tengo que tener frente a mis ojos para hacerte respetar la palabra entre hombres, malparido… Kien fue ke te buscó todo?”, le escribe el Mondongo a finales de mayo.
Vanoni acepta pagarle mil dólares de comisión después de recibir otros mensajes como “nosotros los colombianos nos hacemos respetar, gonorrea” o, “paga para ver si me joden, cuidado ke hago que te tiren al puto mar”.
Pero el marinero español estaba a bordo del Elcano, muy lejos de Colombia. Hasta dentro del barco escuela llegaba la mano del Mondongo que le escribe al militar español: “Para tu información, tengo mucha gente en Elcano”, “si tú quieres te lo demuestro, ke no llegas a España”. Mondongo presume además de haber usado antes el barco militar español para traficar con drogas: “no creas que este es mi primer negocio. He hecho cantidades y por bastante y he recibido mi pago con puntualidad y seriedad”.
Y, otra vez desde Estados Unidos, llegan más noticias que confirman que el Mondongo tenía más militares españoles del Elcano a su servicio.Esta vez fue la DEA, la agencia antidroga de Estados Unidos. Detiene a varias personas en Nueva York, con cocaína y heroína valoradas casi en un millón de euros, un tal Mauricio Bardi y un tal Román Rivera. Lo que cuentan es que la droga se la han vendido en mayo dos marineros españoles que estaban en un barco velero muy grande, una especie de barco museo. También aquí los norteamericanos aportan grabaciones de vídeo, donde se ve a otros dos marineros españoles, del Juan Sebastián Elcano, como acuden a entregar la droga a un piso del Bronx.
Otros dos militares españoles, ya estamos hablando de cinco marineros, que transportan droga dentro del barco de la Armada hasta Nueva York, donde la venden.
Como sus tres compañeros del Elcano, son detenidos (todos están ahora presos) y sí, el cabo mecánico Manuel Jesús Rodríguez Fontao y el marinero del Elcano Francisco Ramón Martínez Sánchez admiten que aceptaron llevar droga desde Colombia hasta Nueva York. Iban a ganar, contaron, unos 9.000 euros cada uno por hacer ese pase de droga.
Estos dos militares confiesan porque, entre otras cosas, están bastante asustados. Cuentan que cuando el Elcano llegó a Cartagena de Indias, un taxista se les acercó, como a otros compañeros, y les ofreció alojamiento, prostitutas, alcohol, drogas, y también cocaína para vender en Estados Unidos.
Era el Mondongo o uno de sus ayudantes, claro. Y aceptaron…Primero les ofrecieron llevar fardos con cocaína a la República Dominicana, la siguiente escala del Elcano. Luego aceptaron llevarla a Nueva York. Los marineros españoles cuentan que fueron a una zona de chabolas de Cartagena de Indias donde, en la parte trasera de una peluquería, les entregaron dos calzoncillos largos donde estaba ya adosada la droga en varias tiras. Cuando el barco llegó a Nueva York, unas semanas después, recibieron una llamada del Mondongo.
Les citaron en una casa del Bronx. El marinero Martínez recordaría después ante la Guardia Civil que pasó miedo porque llegó un tipo grueso con gorra que puso una pistola sobre la mesa antes de darles el dinero. Como el asunto acabó mal, también recibieron mensajes mientras estaban en el Elcano advirtiéndoles de que sus familias iban a ser asesinadas.
Es el precio de jugar con estas cosas, de hacer negocios con traficantes de droga. Bien, tenemos ya cinco militares españoles pillados vendiendo cocaína y heroína aprovechando los viajes del barco escuela de la Armada. Y en la cárcel está también el jefe de cocina del barco, Manuel Sirviente.
El marinero Martínez dice que, estando ya en alta mar, le pasó algún recado del Mondongo y que este quiso cobrarle mil euros por no decir nada del asunto al sospechar que se trataba de tráfico de drogas. Manuel Sirviente ha negado su implicación en la historia, incluso hay un whatsapp de Mondongo diciendo que él no tiene nada que ver con esas historias. En su declaración, el jefe de cocina, que lleva 18 años de servicio en el Elcano, admite, eso sí, que conocía a Luis El Mondongo y que conseguía de todo para los marineros españoles en cuanto tocaban tierra en Cartagena de Indias, pero niega cualquier vínculo con el tráfico de drogas.
Todo esto da una idea de caos y de falta de control enorme en el barco de la Armada española. Pero todavía falta lo más gordo. Cuando el Elcano vuelve a su base, en San Fernando, después del viaje tan accidentado, los jefes ordenan un registro a fondo del barco. Cambian a los marineros de zona y les ordenan limpiar a fondo. Y el segundo comandante, el capitán de fragata Fernando Moreu, comunica a la Guardia Civil que han encontrado nada menos que 127 paquetes con droga ocultos en “el pique de proa del compartimento de cables”, lo que se conoce como el pañol del contramaestre, un lugar bastante escondido al que hay que acceder con una llave tras bajar un par de escotillas.
Eso ya no puede ser obra de unos marineros en un ratito. Se necesita una llave, un tiempo. Esa droga, si se hubiese vendido en las calles españolas, como parecía la intención de los militares que la ocultaron ahí, valdría cuatro millones doscientos mil euros, según el informe de la Guardia Civil. Hay algunos detalles curiosos más: la droga viene de distintos lugares, firmada con distintas marcas: hay paquetes de cocaína que llevan el anagrama de Audi, otros son directamente negros, algunos son naranjas y otros tienen metidos preservativos entre la droga. Son las firmas de los proveedores.
La Guardia Civil atribuye a Luis el Mondongo la intermediación para conseguir la droga para los marineros. Se habla también de un tipo apodado Messi, que viviría en Nueva York y sería uno de los organizadores del narcotráfico en el barco español. Y acusa a los militares Valle y Valladares, los dos primeros en esta historia, de estar detrás de ese enorme cargamento de cocaína. Lo que ocurre es que los propios investigadores admiten que necesitarían la ayuda de otros militares, incluido alguno que tuviera la llave de ese pañol para descargar allí un cargamento tan grande de droga.
Y ahora se ha descubierto a más militares españoles que tuvieron relación con ese Mondonguito, que parecía gobernar lo que ocurría realmente en el Juan Sebastián Elcano. La Guardia Civil pidió a la Armada la lista de marineros que tuvieron llave de la zona donde se encontró la droga. También ha seguido buscando datos entre los marineros del Elcano. El último en hablar fue el marinero Benegas, destinado en el servicio de repostería. Cuenta que el jefe de cocina les habló de un taxista (el Mondongo) que les podía conseguir alojamiento en Cartagena de Indias. Que muchos de la tripulación acudieron a él para pasar esas noches en tierra.
El militar añade que él y otros once compañeros más del Elcano (además de los detenidos) recurrieron a los taxis del Mondongo, que les buscó pisos en la zona conocida como El Laguito. Recuerda que les ofrecieron droga para consumir y para traficar con ella. Él dijo que no, pero luego vio una maleta grande y sospecha que tres de sus compañeros aceptaron el trato.
Hablamos ya de 17 tripulantes del Elcano que tuvieron contacto con Mondongo o Mondonguito, que les consiguió como mínimo pisos y apartamentos en Colombia. Y de un enorme cargamento de droga. Se ha pedido investigar también a los marineros que tuvieron llave del pañol donde apareció la cocaína, ver si aumentaron sus ingresos… Queda mucho por aclarar en esta historia y no parece que la Armada tenga motivos para el orgullo. En 2011, tres años antes de que estallara todo esto, un marinero ya acudió a la Guardia Civil y le contó que había una mafia peligrosa que usaba el Elcano desde Cartagena de Indias para traficar con drogas. No se tomaron medidas de ningún tipo.
Y el pasado día 12 de enero, El Elcano y su tripulación volvieron a echarse a la mar. Las cosas, aunque tarde, han cambiado. Se van a hacer inspecciones a la entrada y salida de cada puerto donde haga escala. Y, por cierto, el Elcano ya no pasa este invierno por Nueva York, y tampoco, claro, por Cartagena de Indias, donde en el puerto, imaginamos, seguirá reinando El Mondonguito.