TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: El juez no pudo con las mafias de la noche

En el primer espacio de la temporada queremos homenajear a dos hombres que han dedicado sus vidas a la lucha contra el mal, desde dos trincheras distintas y que se han despedido durante el verano, también por motivos distintos.

ondacero.es

Madrid | 03.09.2013 18:58

Empezamos por un hombre de ciencia que puso todo su talento y su sabiduría para entender mejor y así luchar mejor contra los asesinos, violadores, terroristas… El doctor José Antonio García Andrade, fallecido hace un par de semanas a los 85 años de edad. Muchos oyentes jóvenes no sabrán quién fue el profesor, pero García Andrade fue todo un pionero, el padre de la psiquiatría forense en España. Tuvimos el privilegio de conocerle, de compartir muchas horas con él en su consulta, en algunas comidas y era de esas personas que transmitía, sobre todo, sabiduría. El doctor García Andrade pertenecía a una familia de médicos y él mismo era pediatra, cirujano, tisiólogo, psiquiatra y médico forense…

El doctor García Andrade tuvo delante, estudió y se entrevistó con los asesinos más importantes de las últimas décadas. Fue decano de los forenses de Madrid, director del hospital psiquiátrico penitenciario de Madrid, hasta su cierre, calculaba que durante su carrera había hecho unas 4.000 autopsias… Pero el doctor se convirtió en uno de los peritos más respetados de los tribunales españoles. El Arropiero, el matamendigos, el asesino del lobo feroz, la churrera de Pantoja, el asesino del rol, el asesino de la katana, el violador de Pirámides, los asesinos de Sainz de Baranda… Todos ellos fueron estudiados por el doctor García Andrade, que siempre nos decía: odia el delito y compadece al delincuente.

La intervención del doctor García Andrade,  fue definitiva en varios de estos casos. La churrera de Pantoja, Felisa García Campuzano, era la esposa de Emilio Muñoz Guadix, uno de los secuestradores y asesinos de Anabel Segura. El doctor analizó a la mujer y diagnosticó que había grabado una cinta haciéndose pasar por Anabel Segura movida por “el miedo insuperable” hacia su marido. La Audiencia de Toledo tuvo en cuenta el informe del doctor y la condenó a solo seis meses de prisión.

El doctor García Andrade era un tipo de porte imponente: alto, robusto, con una voz profunda, siempre decíamos que nos recordaba un poco a John Wayne y un poco a Robert Mitchum… También era un hombre con un humor extraordinario y amante de la buena vida, seguramente por vivir permanentemente tan cerca de la muerte. En más de una ocasión, en su consulta, nos hizo alguna de las pruebas que hacía a los criminales: recuerdo que una vez me hizo dibujar un hombre y una mujer. Los pinté y por alguna razón no les dibujé los dedos… Aquella ausencia de dedos en mis dibujos tenía un significado, según él, que prefiero reservarme…

Tenía cientos de anécdotas no solo sobre criminales, también sobre cómo somos todos, la sociedad. Estuvo destinado en Ibiza durante algunos años del franquismo, cuando la isla era un reducto de libertad y, decían, amor libre. Nos contaba, por ejemplo, que muchas niñas bien que habían jugado a ser hippies, aparecían tiempo después por su consulta con sus mamás pidiendo un certificado de que eran vírgenes, de que su himen estaba intacto, para poder casarse con algún buen chico de la burguesía catalana o mallorquina. Era el doctor García Andrade un gran tipo, un divulgador, y tanto Manu como yo le debemos mucho. Descanse en paz el doctor García Andrade. Un abrazo para su mujer y sus hijas…

Ahora hablamos de alguien que durante años se ha enfrentado, con la toga puesta, a criminales de todas las clases. Se trata del juez Santiago Torres. A finales del mes de julio supimos que colgaba la toga, que dejaba la judicatura. No es un juez estrella, por ejemplo nunca ha estado en la Audiencia Nacional, pero ha tenido entre sus manos casos muy complicados, sobre todo en los últimos tiempos. Y alguno de esos casos ha ayudado a que arrojase la toalla, o más bien la toga…

Se han juntado muchas circunstancias, pero uno de los policías que más ha trabajado con el últimamente nos decía: “no ha habido un juez que se haya enfrentado nunca tan a pecho descubierto con gente tan mala y tan poderosa”. Se refería a los personajes implicados en las operaciones Azalea-Colpaso-Edén, que fueron un golpe brutal contra el crimen organizado y las mafias de ciudades como Madrid que instruyó el juez Torres.

Otro de los policías que trabajó con él es aún más pesimista: “la retirada del juez Torres es un triunfo del crimen organizado”. Y lo cierto es que, mientras vistió la toga, el juez Torres llevó muchos casos de crimen organizado: operación Yugoslavia, operación Calimocho… Y otros bastante delicados, como el del uso de información privilegiada de César Alierta.

Santiago Torres tiene ahora 51 años. Ha estado dedicado a la judicatura media vida: en Bergara, en Barcelona –donde llegó a ser juez decano–, en Marbella y en Madrid. En Marbella fue donde se dio a conocer digamos mediáticamente y aquel fue el destino del que el juez guarda un mejor recuerdo.

Como nos contó alguien hace unos días, “el juez Santiago Torres llevó el estado de derecho a Marbella”. Fue Torres quien en el año 1998 ordenó registrar el ayuntamiento de Marbella y las oficinas del Atlético de Madrid. Marbella, como se demostró luego, estaba siendo saqueada desde el gobierno municipal y el juez Torres quiso imponer el imperio de la ley, hasta el punto de enviar a prisión a Jesús Gil en 1999.

Ya sabemos todo lo que llegó después: lo ocurrido en Marbella durante aquellos años sigue dilucidándose aún en los tribunales y con condenas de prisión. Pero él puso la primera piedra para que la acción de la justicia llegase a ese lugar, podrido por la corrupción y las estrafalarias formas de gobierno de Jesús Gil y los suyos, también de algunos de la oposición. Y allí, en Marbella, comenzó a granjearse la fama de Intocable, como aquellos hombres de Eliot Ness que luchaban contra Capone. Gil y los suyos fueron los primeros enemigos conocidos del juez Torres, pero no eran ni mucho menos los más peligrosos.

En los últimos tiempos,  se enfrentó a enemigos mucho más poderosos. Tras dejar Marbella, el juez Santiago Torres estuvo al frente del juzgado de instrucción número 32 de Madrid. Desde allí puso en marcha hace unos años la operación Guateque. Descubrió que muchos empresarios de la restauración, el ocio y la hostelería de Madrid eran obligados a pagar mordidas, sobornos a funcionarios del ayuntamiento para agilizar u obtener licencias para sus locales, permitirles hacer obras, tener terrazas… El caso fue creciendo y se convirtió en un sumario monstruoso…

Más de cien imputados, casi 150.000 folios de sumario, un  juez de apoyo que llegó tarde… El juzgado de Torres se convirtió en uno de los más colapsados de España e incluso el Consejo General del Poder Judicial le puso una multa de dos mil euros por retrasos en la instrucción. La sanción la había pedido, por cierto, uno de los implicados en la operación, el ex funcionario municipal Joaquín Fernández de Castro. Y, curiosamente, este funcionario, al que su hijo trató de meter un teléfono móvil en prisión, es hermano de Emilio Fernández de Castro, un juez del Tribunal Superior de Justicia de Madrid al que la Guardia Civil consideró autor intelectual de la querella contra su colega, algo que está prohibido a cualquier juez.

Vemos que el ex juez Torres ya empezaba a pisar ciertos callos. Pero luego llegó esa macro-operación Edén-Azaleas- Colapso. Se trata de la mayor operación hecha nunca contra el crimen organizado: el juez Torres quiso demostrar que detrás de muchos de los locales nocturnos más pijos y más cool de Madrid se movían grupos criminales. Él y policías de distintas unidades llegaron hasta el mayor distribuidor de droga de España, el que fuera jefe de Los Miami, Álvaro López Tardón, a partir de la venta al menudeo que se hacía en las discotecas. Todo el recorrido de la droga quedó al descubierto.

Un trabajo, que estaría plagado de dificultades  porque entre los implicados y sus amigos había personajes con conexiones institucionales: ayuntamiento, comunidad, algún ministerio, jueces… Pensemos que, como dice alguna sección, somos humanos. Quien controla la noche, controla drogas, coches de lujo, relojes, mujeres y hombres guapos y disponibles... Y en esas tentaciones caen algunos narcos, pero también algún empleado municipal, algún funcionario de prisiones, algún concejal, algún futbolista, algún fiscal... El caso es que, según nos han contado los policías que trabajaron con él, nada le echaba para atrás… Todo lo contrario.

Le califican de meticuloso, trabajador y, sobre todo, de ser un verdadero juez instructor, empeñado en llegar hasta el final, en abarcar todas las ramas de una organización. Un policía nos decía que se ha encontrado muchas veces con jueces que son auténticas máquinas de inhibirse, de lavarse las manos, y que el juez Torres era todo lo contrario: se ponía a la cabeza del procedimiento y buscaba incorporar a su causa todas las derivaciones. Para ello, mantenía reuniones con los jefes de la investigación cada semana y a cualquier hora de la mañana, la tarde o la noche.

Vamos a revelar algunos secretos: una semana después de la detención de Álvaro López Tardón, el juez Torres estaba enterrando a su padre y tenía a su madre gravemente enferma. No dijo nada a los policías y siguió trabajando con normalidad, atendiendo cada llamada y cada escrito de los agentes.

Seguimos desgranando secretos: el juez ha tenido graves problemas de salud y esa ha sido una de las causas de su retiro. En medio de esa macro-operación le dio una angina de pecho. Era un jueves. Pues el lunes estaba en su despacho ante el estupor de uno de policías responsable de la operación, que puso en su oficina un cartel para su gente que decía lo siguiente: “Enfermedades y bajas laborales. Infarto: tres días. Lo demás: valoradlo vosotros”.

Nos han contado estos días que uno de los activos del juez era su trato con todos los policías. Siempre tenía la puerta abierta, nos decía uno de ellos, que nos contaba como cuando le iban a ver a horas intempestivas, les invitaba a un pincho de tortilla. Incluso, cuando acabó la operación, le invitaron a una comida con 60 asistentes y le regalaron varias metopas…

A parte de la simpatía de los policías, se había ganado también antipatías y enemigos.  Muchos jueces y abogados le critican precisamente ese afán por abarcar tanto en sus sumarios, lo que los convierten en casi ingobernables. Y, naturalmente, y esto es mucho más serio, se ha ganado la enemistad de muchos y muy poderosos delincuentes. Y contamos el último de los secretos: la policía ya tiene informaciones del mundo del hampa en las que se habla del precio que tiene la vida del ya ex juez Torres.

Esperamos que la policía sepa protegerle. Será un buen agradecimiento a todo lo que ha hecho.