Una mujer de Alicante, Conchi, y su supuesto cuidador, Paco, fueron detenidos tras ser sorprendidos in fraganti apuñalando hasta la muerte al marido de la mujer, José Luis, con el que se había casado apenas dos semanas antes. Era su cuarto esposo. Hoy, en el Territorio Negro de Luis Rendueles y Manu Marlasca, hablamos del crimen de la viuda negra de Alicante, un asesinato lleno de mentiras y de dudas aún sin aclarar.
Viajemos primero en el tiempo hasta el día y el escenario del crimen: el 20 de agosto en la playa alicantina de la Albufereta. Por allí pasea en su día libre una policía que se ha convertido en la heroína de esta historia. Así es, se llama Encarnación Rico y es una policía adscrita a la Brigada de Policía Científica de Alicante. El pasado 20 de agosto, a eso de las diez de la noche, paseaba con un amigo, cuando escucharon unos gritos procedentes de un aparcamiento pegado al mar. Al asomarse, vio a una persona chillando junto a un coche y a otras dos –un hombre y una mujer- abalanzándose contra él. La policía dijo a su colegas, cuando le tomaron declaración, que los gritos no eran normales, sino desgarradores. Sin pensárselo, la agente fue corriendo hacia el lugar del que procedían los gritos, mientras avisaba a la sala del 091 para que acudiesen refuerzos.
¿Y qué se encontró esta mujer cuando llegó al lugar?
Encontró a un hombre tendido en el suelo, con varias heridas profundas en el cuello, moribundo. La agente se armó de valor –iba desarmada, porque no estaba de servicio– y les dijo a los dos agresores que se quedasen quietos, mientras les enseñaba su placa. La policía contó luego que entonces ya pudo ver cómo el hombre trataba de esconder entre sus ropas un destornillador, envuelto en un trapo. Y en ese mismo momento, la mujer comenzó con su particular show, diciendo que se encontraba muy mal y dejándose caer al suelo.
¿Por qué habláis de show? ¿Es que la mujer simulaba encontrarse mal?
Como veremos a lo largo de este territorio negro, eso ha sido una constante en este caso. En ese momento, con la víctima agonizando y la policía delante, el agresor se fue a una furgoneta que estaba aparcada cerca, sacó una silla de ruedas, levantó en brazos a la mujer y la sentó. Después, tranquilamente, sacó una garrafa del vehículo y comenzó a lavarse las manos, que las tenía manchadas de sangre. Lógicamente, la policía le dijo que dejase el agua. Y así, con la mujer en la silla de ruedas, la víctima ya sin pulso y el hombre sentado en el asiento de la furgoneta, esperó la llegada de los refuerzos policiales, que detuvieron a la pareja nada más llegar y comprobaron que el hombre atacado estaba muerto.
A los policías que arrestaron a los homicidas les llamó la atención que tanto el hombre como la mujer vistiesen de oscuro, llevasen gorras y que en el bolsillo de él apareciese el mango de un destornillador, presumiblemente el arma que se había empleado en el crimen. Además, los dos llevaban guantes, es decir, parecían ataviados y preparados para matar.
Y en ese mismo momento, supongo, se les pone nombres y apellidos a todos los protagonistas de esta escena.
El fallecido era un hombre de 69 años, llamado José Luis Sánchez González, un camionero jubilado que tan solo dos semanas antes, el 4 de agosto, se casó en los juzgados de paz de Sax, en Alicante, con la mujer detenida, Concepción Martín Velasco, de 45 años. El hombre detenido se llama Francisco Pérez Ortega, tiene 58 años y antecedentes por malos tratos, tráfico de drogas y abuso sexual. Un buscavidas, un delincuente de poca monta. Así que la asesina y la víctima eran marido y mujer. De hecho, José Luis era el cuarto marido de Concepción Martín Velasco, conocida como Conchi.
Exacto. Conchi es madre de dos hijos. Uno de ellos fruto de una relación extramatrimonial y otro de su primer marido. Su segundo esposo pasó seis meses en prisión, acusado de quebrantar una orden de alejamiento, tras ser denunciado –falsamente, según él– por malos tratos. Y su tercer marido murió degollado por su hermano en 2016 en una discusión por dinero. Hay que dejar claro que Conchi nada tuvo que ver con este crimen, aunque su segundo marido ha contado que quiso acusarle a él y que incluso la Policía llegó a interrogarle. Pero el asesino fue ya confesó y fue condenado a diez años de prisión.
Y este José Luis, la víctima, ¿quién era? Según contó su propia hija adoptiva a la Policía, José Luis era camionero de transportes internacionales hasta que al cumplir 63 años se jubiló porque tenía graves dolencias cardiacas. Cobraba una pensión de 700 euros al mes. La declaración de la joven sorprendió a la Policía, porque dijo que se llevaba muy bien con él, que hablaban por teléfono casi a diario, pero que su padre no le había contado que se había casado. Contó que conoció dos o tres meses antes a una mujer que iba en silla de ruedas y que le dijo –ella pensaba que en broma– que se iba a casar con su padre, aunque éste ni siquiera se la presentó.
Es decir, que ni siquiera la hija de José Luis sabía que se había casado con Conchi. Parece, desde luego, una boda un tanto extraña.
Por eso precisamente la Policía quiso averiguar más cosas sobre la boda de Conchi y la víctima. Así que en las primeras horas de la investigación encontraron a dos de las seis personas que asistieron al enlace del 4 de agosto en el juzgado de paz de Sax. Uno de ellos, llamado Héctor, es un buen amigo del fallecido, de hecho es el propietario del coche en el que la víctima se desplazó al lugar en el que fue asesinado, porque José Luis le pidió prestado el vehículo, ya que el suyo estaba estropeado. Y en su declaración dio varias claves que ayudaron a entender lo que ocurría, a desliar este embrollo.
¿Qué claves dio este hombre, amigo de la víctima?
Héctor contó que José Luis, el hombre asesinado, le dijo un par de meses atrás que tenía un amigo llamado Paco, que ejercía de cuidador de una chica que sufría una minusvalía –Conchi–. Según le contó, la familia de la mujer quería ingresarla en una residencia y por eso Paco la cuidaba. Según le dijo José Luis a Héctor, Paco padecía una enfermedad terminal y temía que cuando muriese, la internasen. Esta era la razón por la que Paco le propuso al camionero jubilado que se casase con Conchi.
Es decir, que el asesino y la víctima eran amigos y no solo eso, sino que fue el homicida quien le pidió al fallecido que se casase con la mujer. ¿Y había algo de verdad en todo eso? ¿Paco estaba a punto de morirse? No, la Policía no tiene constancia de que el detenido padezca una enfermedad terminal. De hecho, fue conducido al hospital tras ser detenido y no dijo nada de su supuesta enfermedad. Así que esa –su muerte inminente– no parece que sea la razón de la propuesta de matrimonio. Héctor le contó a los investigadores que recientemente su amigo le había dicho que se arrepentía de haberse casado con Conchi, porque no paraba de acosarle y de llamarle e incluso le dijo que pensaba separarse de ella de manera inminente.
Así que estaríamos ante una especie de boda de conveniencia un tanto peculiar, porque no se ha encontrado la razón, la necesidad que tenía la mujer de casarse, más allá de no verse obligada a entrar en una residencia si algún día faltaba su cuidador. En su declaración, Héctor dijo a la Policía que José Luis le contó que Conchi iba habitualmente en silla de ruedas, pero que cuando estaban en lugares donde no la conocía nadie, se levantaba y caminaba con normalidad, sin necesidad de la silla. Según relató el camionero jubilado a su amigo, la mujer estaba pendiente de cobrar una indemnización de 200.000 euros tras sufrir un accidente y por eso simulaba su discapacidad. Además, decía ser propietaria de una fábrica de zapatos en Sax y de varios hoteles en Gandía, algo que la Policía ya ha comprobado que es mentira, igual que el supuesto premio del Euromillón con el que decía que había sido agraciada.
Eso es mentira y parece que también es mentira la supuesta discapacidad de la mujer.
No olvidemos que Encarnación, la policía que sorprende a los asesinos en plena acción, la ve de pie, agarrando a su marido mientras su cómplice le asestaba varias punzadas con un destornillador. Solo al llegar el resto de agentes, ella se desploma y dice que necesita la silla. Pero es que, además, en el hospital donde es reconocida tras ser arrestada, las únicas enfermedades que se hacen constar son fibromialgia, ansiedad, anemia de hierro y un mioma en el útero. Los dos testigos a los que la Policía toma declaración en las primeras horas de las investigaciones también dan detalles que hacen pensar en que Conchi es una estafadora.
¿Qué detalles son esos?
Detalles que presenciaron en la boda. Héctor contó que Conchi le dio el día del enlace una cámara de fotos y pidió que nadie hiciese fotografías con los teléfonos móviles. La hija de uno de los invitados hizo una foto en la que se veía a Conchi con el brazo levantado y la novia pidió que la borrase inmediatamente. Además, dijo que el día de la boda pudo ver perfectamente como la mujer se levantaba de la silla de ruedas hasta llegar a su coche y que ella misma le reconoció que podía andar, aunque se cansaba.
Otro testigo, en este caso una mujer búlgara que hizo las veces de madrina de José Luis en la boda, detalló a la policía que Conchi fumaba mucho y que movía los dos brazos con normalidad para llevarse los cigarrillos a la boca, pese a que le había contado que desde que tuvo un accidente de coche se había quedado paralítica desde el cuello para abajo. La mujer señaló que la falsa discapacitada le confesó que cuando iba al juzgado a realizar alguna gestión en torno a esa indemnización era Paco quien le ponía y le quitaba los cigarrillos de la boca.
Queda claro entonces que Conchi era una impostora, que simulaba o cuanto menos exageraba su discapacidad. Lo que no me queda claro es qué relación mantenía con su supuesto cuidador, con el hombre con el que asesinó a su marido, y tampoco logró adivinar cuál fue el móvil del crimen.
No está demasiado claro. Ambos compartían una vivienda en Sax desde hacía poco más de un año. Los nombres de los dos figuran en el buzón del inmueble. El piso en el que vivían lo compró Conchi al contado después de que un banco se lo embargase a una mujer británica que no pudo hacerse cargo de la hipoteca. Lo sorprendente es que Paco había contado a sus allegados que Conchi era el amor de su vida y que estaban haciendo planes de boda, según ha revelado la prensa local. El hombre, separado y con un hijo, alternaba su labor como cuidador de Conchi con chapuzas de electricidad, fontanería y albañilería.
La hipótesis de la Policía es que Paco y Conchi le habían ocultado a José Luis la relación que ambos mantenían y que parece que iba más allá de la de enferma y cuidador. Y que José Luis, al descubrirlo, amenazase a la pareja con poner al descubierto el fraude de la discapacidad de Conchi. Pero es solo una hipótesis, porque lo cierto es que nadie sabe qué hay detrás del crimen, solo los autores. Y no quisieron declarar, ni ante la Policía ni ante el juez que los mandó a prisión.
Sí que parece claro que la noche del crimen, tanto Conchi como Paco habían preparado todo a conciencia.
Desde luego. Dos testigos contaron a la Policía cómo Conchi tendió una trampa a su marido. Le dijo que quería que le acompañase a llevar unas flores a un lugar en el que había arrojado las cenizas de un hijo que se le murió. Y le advirtió, para que no se sorprendiese, de que iría vestida de negro y con una gorra porque había que saltar una valla que habían puesto recientemente y no quería que nadie la reconociese. Y eso pese a su supuesta discapacidad. Después, le aseguró que le prepararía una cena romántica con velas en la caravana propiedad de Conchi para celebrar que se habían casado. Cuando José Luis llegó al lugar de la cita, lo que encontró fue a su mujer y a Paco, que le asesinaron clavándole un destornillador en el cuello y en el tórax. Todo parece indicar que luego pensaban trasladar el cuerpo en la furgoneta en la que habían llegado, pero la valentía de Encarnación, la policía que pasaba por allí, frustró sus planes.
Esa caravana, el escenario de la supuesta cena romántica, ha sido registrada esta semana por la Policía. ¿Ha habido algo relevante que hayan encontrado en ese registro?
Pudimos ver a Paco y a Conchi presentes en el registro. De hecho, llamó la atención como la mujer les decía a los policías que no podía caminar y se desplomaba para que los agentes la llevasen en volandas. En el registro lo más relevante que apareció fue una cámara de fotos en la que los agentes están buscando algo que explique lo que hasta hoy es un crimen inexplicable.