Territorio Negro: Madeleine. Un sospechoso, 13 años después
En este territorio negro, Manu Marlasca y Luis Rendueles explican por qué ahora la policía alemana está convencida de tener la llave del caso, una llave que tiene un nombre, un pederasta llamado Christian Brueckner, encarcelado en Alemania por otros delitos.
Su cara redonda, su pelo rubio y sus ojos claros, uno de ellos con una mancha marrón en el iris, se han hecho tristemente conocidos en todo el mundo. Madeleine Mc Cann iba a cumplir 4 años cuando alguien se la llevó del apartamento de verano de El Algarve, en Portugal, donde pasaba unas vacaciones con sus padres y sus hermanos gemelos. Ocurrió el 3 de mayo de 2007, hace trece años y un mes.
¿Quién es Christian Brueckner?
Es un hombre de 43 años, un delincuente casi desde la adolescencia y un depredador sexual de los que la policía y los criminólogos llaman oportunista. Ataca a las víctimas más fáciles, a las que puede, a las que tiene cerca. De su historial sabemos que fue un niño abandonado por sus padres nada más nacer, que creció en un hogar social y luego fue adoptado. Comenzó a tener problemas con la justicia con apenas 15 años, en 1992, por un robo violento. En 1994 ya fue acusado de abusar de una niña en su país, Alemania. La víctima tenía seis años y el la atacó en un patio. Unos meses después, salió de su país en dirección a Portugal. Las primeras huellas que deja allí son del año 1995. Va a vivir allí hasta el año 2007, muy poco después del secuestro de Madeleine Mc Cann.
¿Qué hace este hombre durante doce años en Portugal? ¿De qué vive?
Lo que se sabía hasta ahora es que durante ese tiempo, Christian comete varios robos en apartamentos turísticos. Se instaló durante un tiempo en una casa y luego vivió en una caravana Wolkswagen, cuya imagen se ha difundido ahora, y también tenía un viejo Jaguar. Parece que era un buscavidas, una especie de hombre de los caramelos que rondaba las zonas turísticas de El Algarve, muy cerca de Praia de Luz. Ofrecía casi de todo a los turistas británicos, también trapicheaba con drogas. Y también entraba a robar en los apartamentos turísticos. Solo a finales del año pasado se supo que había cometido al menos un delito terrible en El Algarve.
Ataque brutal y sexual a una anciana de 72 años ¿Cómo se descubre tanto tiempo después?
Christian había regresado a Alemania. Trabajó de vez en cuando como cocinero, tuvo un kiosco, recibía algunas ayudas sociales, andaba dando tumbos y seguía trapicheando con drogas y seguía consumiendo pornografía infantil. Lo que se ha contado de las investigaciones de la Kripo, la policía alemana, indica que dos compinches suyos entraron en su casa y se pusieron a trastear con una cámara de vídeo que tenía allí. Vieron imágenes en las que se veía a una mujer anciana que estaba siendo golpeada y violada a punta de cuchillo. La mujer tenía puestas unas grandes gafas de bucear con los cristales oscurecidos, supuestamente para que no pudiera identificar a sus atacantes. Los dos amiguetes de Christian avisaron a la policía alemana y esta lo hizo con sus colegas portugueses.
La investigación de ese ataque grabado fue todo un éxito. Se habían tomado muestras de ADN en la casa de la mujer, donde un violador había dejado un pelo de su vello púbico. El ADN no mintió. Era Christian el que había estado allí. El trató de defenderse diciendo que conocía a la anciana de la zona donde ambos vivían y que le gustaba jugar con el gato de la señora, que deambulaba por allí, que lo tocaba y por eso podía haber aparecido su ADN. El tribunal no le creyó y a finales del año pasado fue condenado a siete años y medio de cárcel por aquella violación. Ha recurrido la sentencia a un tribunal superior.
En el año 2005 este hombre entra en casa de una anciana en la zona de El Algarve donde luego desaparecería Madeleine. Supongo que acompañado por otro delincuente, porque graban la violación, la atacan y la roban además. Eso pone a este tipo bajo el radar de la policía alemana. Comprueban que estuvo en El Algarve el día que desapareció Madeleine. Ven que, además, ha estado involucrado en asuntos de pornografía infantil. En el año 2011 le habían detenido por tráfico de drogas, le cayeron entonces un año y nueve meses de prisión. Poco después, en 2013, aparece implicado en abusos sexuales. Le sancionan con un año y tres meses de cárcel esta vez.
Los policías alemanes descubren que, en ese mismo año 2013, ha estado escribiendo en un chat frecuentado por pederastas, alguna vez hemos hablado aquí de esos canales. Allí habla con otro pedófilo y le confiesa: "Tengo ganas de cazar algo pequeño, llevármelo y usarlo durante unos días". El otro le responde que eso puede ser peligroso y Christian le tranquiliza: "Bah, luego se destruyen las pruebas".
Y en esa investigación sobre el pasado de este hombre, encarcelado por tráfico de drogas en la prisión alemana de Kiel, su sombra aparece en otro secuestro de una niña. Otra niña rubia, Inga, esta de cinco años, que está desaparecida desde la primavera de 2015 cuando supuestamente se perdió durante una excursión con sus padres en la localidad de Wilhelmshof, en Sajonia.
Christian vivía entonces a unos 90 kilómetros de donde la niña desapareció. Fue incluso sospechoso del secuestro, anduvo deambulando en aquellas semanas. La policía alemana registró incluso una parcela donde vivió a su regreso de Portugal. De nuevo dentro de una caravana, casi sin luz ni agua potable. Allí, los policías encontraron el esqueleto de un perro y un pendrive con material de pornografía infantil. El tipo había contado a sus pocos vecinos que había ganado mucho dinero en Portugal y que era un artista, que se iba a dedicar a hacer esculturas con piezas de chatarra.
Hay una prueba irrefutable ahora, tantos años después
La policía alemana ha analizado el teléfono móvil que usaba Christian aquella primavera de 2007. Y su teléfono estaba activado en la zona de los apartamentos turísticos donde aquel 3 de mayo Madeleine fue secuestrada. Aquella tarde, este hombre estuvo muy cerca. Hizo además una llamada telefónica a alguien, con quien estuvo hablando durante casi media hora en el momento critico de la desaparición de Maddie.
La policía portuguesa habla entonces de que el apartamento había sido asaltado, parecía un robo más a turistas de los que no se informa demasiado para no perjudicar al negocio. Uno de los agentes explicaría después que el lugar del crimen, el de la desaparición de Maddie, ya había sido contaminado por una inspección ocular bastante deficiente. Lo cierto es que alguien se ha llevado a la niña y ha dejado allí a sus dos hermanos gemelos. Las investigaciones apuntan, claro, a un ataque sexual, porque nadie pide dinero ni rescate alguno por Madeleine. Y hay un sospechoso
Un tipo inglés que vive muy cerca, con su madre, a cien metros de donde ocurrió todo. Trabajaba como traductor para la policía portuguesa. Registraron su casa, levantaron su finca, su sótano. Fue investigado y masacrado durante 14 meses. Al final, presentó una denuncia y varios medios de la prensa inglesa tuvieron que pagarle más de 700.000 euros. La investigación entró en vía muerta hasta septiembre de 2007, cuando llegan desde Inglaterra dos perros policías, dos sniffer dogs. Son dos perros muy famosos, dos estrellas de la policía inglesa, que detectan sangre o restos humanos. Uno se llama Eddie y otra Keela.
¿Qué encuentran en el lugar del secuestro de Madeleine?
Eddie marca detrás del sofá del apartamento de la familia Mc Cann. Detecta sangre. Es muy posible que acierte y que el secuestrador golpeara a la niña. Otra agente canina, Keela va a marcar el coche alquilado por los Mc Cann y eso va a servir a los investigadores portugueses para poner el foco en los padres, que acaban siendo formalmente arguidos, algo así como investigados o sospechosos durante un año. Y aquí entramos en los investigadores de la policía portuguesa. Una historia muy muy negra. El que dirigía la investigación era Gonzalo Amaral, que escribió dos libros sobre el caso y apuntó siempre a los padres.
Amaral creyó que los padres habían dado somníferos a Madeleine para que les dejara cenar tranquilos. Creyó que la niña se había despertado y dado un golpe y que luego, quizás por miedo, los padres habían ocultado el cadáver. No había una sola prueba en ese sentido. Había un testigo, un irlandés que decía haber reconocido al padre como el hombre que había sacado a Maddie del hotel. Finalmente, Amaral fue apartado del caso y se convirtió en detective privado. Un Tribunal de Lisboa lo condenó en el año 2015 a pagar medio millón de euros a los padres de Maddie por los daños que les había causado.
Este investigador fue apartado de la policía portuguesa después de que en 2009 la familia de otra desaparecida le acusara de maltratos. Se convirtió en detective privado. A finales del año pasado fue detenido y condenado a siete años de prisión. Este ex policia formaba parte de un grupo de delincuentes que asaltaba apartamentos turísticos como el de Madeleine. Al parecer, él conseguía información de apartamentos que estuviesen vacíos para que los ladrones los asaltaran.
Los padres quedaron fuera de toda sospecha ya en el año 2009
Se han gastado miles de horas de agentes y unos 11 millones de euros. Se investigó a decenas de personas. Se recurrió a detectives privados. Se entrevistó a decenas de delincuentes sexuales que cumplían condena en Portugal. Se investigó si Madeleine podía haber sido raptada para ser vendida en Marruecos a una trama internacional. Hubo videntes y otras personas que dijeron haberla visto en Extremadura, en Salamanca, en Italia, en zonas de Portugal... El pasado año a otro hombre que estaba preso en Alemania y también había pasado por aquella zona de Portugal. Había asesinado a tres niños después de abusar de ellos, pero quedó descartado. Las niñas no le interesaban.
¿Y ahora qué podemos esperar en el caso de Madeleine?
La Fiscalía alemana ha dicho que su hipótesis es que la niña fue asesinada. Su sospechoso es Christian Brueckner, que no ha dicho nada de momento. Han encontrado un dato más. El tipo se movía aquellos días con un Jaguar XJR6 viejo. Un día después de la desaparición de Madeleine, cambió el aspecto del coche y luego se deshizo de él. La policía alemana trata de encontrar el vehículo, como la vieja caravana donde vivía entonces. Y ha ofrecido una recompensa de diez mil euros a quien aporte alguna pista. La clave sería encontrar al dueño de aquel teléfono móvil con el que este hombre habló, supuestamente, antes de cometer el secuestro de Madeleine Mc Cann.