Empezamos por el final del reinado de Juan Carlos I, 39 años en el trono y el paso de una dictadura a una democracia que concluyen en junio de 2014, hace ahora un año. Decís que se movilizó a todas las instancias del estado y que salió bien.
Funcionarios de los servicios de información supieron de los riesgos: el deterioro evidente de la imagen del rey, que estaba en su punto más bajo por el caso Urdangarín y la princesa Corinna, sus problemas de salud y el reclamo cada vez mayor por parte de la sociedad española de un cambio generacional incluso de régimen aconsejaron dar el paso. Era el momento, porque no había elecciones en el horizonte, al contrario que este año, y porque el PSOE, el segundo gran partido en votos, estaba liderado por Alfredo Pérez Rubalcaba, que garantizaba el total apoyo a la figura de Felipe VI. Salió bien, porque la Corona vuelve a crecer en las encuestas (la Casa Real dispone de sondeos propios y reservados cada quince días) y el rey Felipe VI es uno de los personajes más valorados. Además, el rey Juan Carlos estaba cansado y ya había pedido su relevo cuatro años atrás, en la primavera de 2010.
En 2010, Corinna no se había hecho famosa, pero ya estaba pasando temporadas en una residencia de El Pardo, junto a su hijo. De hecho, los servicios secretos que tenían el encargo de protegerla ya la habían bautizado como Ingrid. Y lo que ocurrió fue que el mes de abril de aquel año, 2010, el rey Juan Carlos pasó una de sus revisiones periódicas de salud, una visita al taller, que él llamaba, y le detectaron un nódulo en el pulmón izquierdo. Los médicos recomendaron operar inmediatamente ante la posibilidad de que fuera un tumor maligno. En quince días, el Rey debía pasar por el quirófano.
Y don Juan Carlos se operó, en efecto, el 8 de mayo en el hospital Clinic de Barcelona. Vamos a contar lo que nos han confirmado diferentes personas de los servicios de información e incluso Casa Real, que son de total confianza para nosotros. Antes de operarse, el Rey Juan Carlos comentó a su hijo Felipe: “si salgo de ésta, lo dejo”. Podría ser una debilidad de una persona mayor, pero es que el Rey llegó a comentárselo, –algunas fuentes nos dicen que incluso por escrito, pero otras dicen que fue de palabra– también al entonces presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con el que tiene una muy buena relación personal. El asunto llegó también a oídos de otro político muy bien informado, el todavía entonces diputado Alfonso Guerra.
El mensaje que don Juan Carlos hizo llegar a otras personas de su confianza fue que quería “vivir el tiempo que me quede, a mi manera”. El rey estaba entonces distanciado de buena parte de su familia: de su hija Cristina y su yerno Iñaki Urdangarin, a quien había reconvenido en privado por sus negocios y ya sabía que no le había hecho caso. Además, su amistad con la princesa Corinna también le había distanciado de su mujer, la reina doña Sofía. Solo mantenía buenas relaciones con su hija la infanta Elena y hay dos frases de aquellos meses que nos han contado fuentes de la propia Casa Real y son bastante ilustrativas: cuando estaba de buen humor, afirmaba: “si mi hija pudo separarse, yo también”, y cuando estaba melancólico y triste definía a Corinna como “mi prozac”.
El caso es que aquella operación en el pulmón del Rey salió bien, no había ningún tumor. ¿Cómo se logró que diera marcha atrás en su decisión de dejar el trono? Su hijo, el Príncipe Felipe, volvió de Costa Rica y fue a verle al hospital. Allí también fue el presidente Zapatero, que dio una tranquilizadora rueda de prensa en el centro sanitario. Los dos le pidieron que se quedara. Y el Rey aceptó por responsabilidad, también porque no quería dejarle en herencia a su hijo el estallido del caso Urdangarín, entonces a punto de salir a la luz pública. Nos cuentan que entonces, cuando el rey decide seguir, hubo un primer incidente en el hospital. En su habitación estaba de visita la princesa Corinna y su estancia se prolongó demasiado, tanto que los servicios de seguridad se inquietaron porque al hospital estaba llegando la Reina Sofía. Fue entonces cuando se oyó otra frase de boca de la princesa Corinna que algunos no han olvidado: “no voy a quedarme a empujar una silla de ruedas”.
Son los meses críticos del caso de corrupción de Iñaki Urdangarín en Palma de Mallorca. Aun no ha salido a la luz, pero alguien informa a la Casa Real. En julio de 2010, el juez Castro, de Mallorca, abre la investigación contra Iñaki Urdangarín, en principio por unos gastos y facturas sin justificar de varios congresos. En el mes de septiembre, una persona de los servicios de información se cita en el hotel Ritz de Madrid con un enviado de la Casa Real. Allí le explica que el asunto del yerno del Rey tiene muy mala pinta y que el juez Castro, de Mallorca, va a ir contra él por una serie de trabajos ficticios y malversación de dinero público. Nada se habla entonces de la infanta Cristina. El mensaje que traslada la Casa Real es claro: “que se haga justicia”. Urdangarín vive entonces ya en Estados Unidos.
Y el 12 de octubre de 2010 tiene lugar la recepción de la fiesta nacional, donde la costumbre es que el Rey se acerque a corrillos de periodistas y comente off the record algunas cosas. Ese año, don Juan Carlos hizo lo que parecía una broma cuando le preguntaron cómo estaba.
Nosotros no estábamos allí. A los de territorios negros no nos invitan a muchas recepciones, pero nos lo contaron varios testigos. Una periodista le preguntó al Rey cómo lo llevaba y él se encogió de hombros y señalando a su hijo, que estaba en el mismo salón, en otro corrillo, dijo: “aquí, deseando que éste me sustituya”. Parecía una broma pero quienes la oyeron le vieron un fondo real. Instantes después, miembros de la Casa Real llegaron a apagar el fuego y explicaron a los periodistas que era una broma y que todo aquello, ya sabían, era off the record, no se podía contar entonces.
Y después de ese 2010 tan convulso parece que el asunto se va olvidando. Pero la princesa Corinna sigue cerca del Rey. Y en la primavera de 2011, don Juan Carlos convoca a sus hijos (no está la reina Sofía) a una cena donde les presenta a la princesa Corinna Zu Sayn Wittgenstein. Les dice que es una amiga “importante en su vida”. Ese año, el Rey vuelve a tener problemas de salud, pero son más leves aunque bastante pesados: en junio le colocan una prótesis en su rodilla derecha y en septiembre se rompe el tendón de Aquiles y tiene que ser operado de nuevo. El Rey se recupera relativamente bien y rápido. A finales de año se le ve alegre y activo en el Salón Náutico de Abu Dahbi y también en el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1, donde acude también la princesa Corinna.
Tienen mucho que celebrar, en octubre de 2011 las gestiones del Rey han culminado con éxito y hemos arrebatado, por ejemplo a Francia, el contrato para hacer el AVE de La Meca a Medina, en Arabia Saudí. Es el mayor de la historia para empresas españolas en el exterior, 6.736 millones de euros. Las empresas españolas dan un enorme pelotazo y la princesa Corinna se lleva su comisión millonaria por sus gestiones. Es el último gran momento del Rey, las cosas se torcerán muy pronto.
Estalla ya, definitivamente, el asunto de Iñaki Urdangarín, del que hemos hablado aquí en algún territorio negro. El juez Castro y el fiscal Horrach, que entonces formaban un tándem que parecía inseparable, van encontrando pruebas, van logrando testimonios de personas que confiesan lo que allí pasaba. Aquí vuelven a moverse servicios del estado. A la infanta Cristina se le envía el mensaje de que su marido lo tiene mal. También, incluso, de que el CNI ha vigilado a una joven modelo rusa amiga de Urdangarín. La infanta decide seguir con su marido y rechaza todas esas filtraciones. El Rey se disgusta. El día 12 de diciembre, la Casa Real aparta a Urdangarín de todas las actividades oficiales. Luego llega el discurso de Nochebuena del Rey, uno de los más amargos, cuando dijo: “la justicia es igual para todos”. Cinco días después de ese discurso televisado, el juez Castro comunica que está investigando a Urdangarín por delitos muy graves, que le pueden costar 19 años de prisión.
Ese mes de diciembre también ha tomado posesión el nuevo gobierno de España, después de que el PP arrasara en las elecciones de noviembre de 2011. Mariano Rajoy despacha con el Rey y aquí decís que se produce el segundo intento de dejarlo por parte de don Juan Carlos. Así nos lo han confirmado personas que estuvieron al tanto. Rajoy, que ya estaba tocado por la catastrófica herencia económica que le dejó el PSOE, entró en shock cuando el rey le dijo que quería dejarlo, al poco rato de despachar con él. Lo que nos cuentan es que el presidente del Gobierno le explicó que el país estaba realmente en una situación crítica, que si él se iba España iba a hacer crac, que venían tiempos muy duros y que no podía dejarle esa herencia a su hijo. El Rey aceptó seguir de nuevo.
En enero del año siguiente, ya estamos en 2012, la Casa Real califica de “comportamiento no ejemplar” el de Iñaki Urdangarín y se culmina el alejamiento de don Juan Carlos de su hija Cristina. Esas encuestas quincenales que maneja la Casa del Rey reflejan que la familia y don Juan Carlos tienen el menor apoyo de la historia de la democracia. En febrero, Iñaki Urdangarín hace el paseíllo en los juzgado de Palma de Mallorca, donde va a declarar como imputado. Y en abril se desencadena lo que algunos han llamado la tormenta perfecta. Con España sumida en una crisis salvaje, el rey Juan Carlos sufre un accidente doméstico en Botswana, donde había acudido para participar en una cacería de elefantes; una reunión en la que también estaba la princesa Corinna con su ex marido. Se produce un escándalo mayúsculo. El Rey viaja a España para ser operado de la cadera. A la salida del hospital se produce esa escena demoledora: un monarca cansado, con muletas, mal iluminado, casi puesto contra la pared, pide perdón y asegura que no volverá a ocurrir.
Aquí es cuando la princesa Corinna se hace conocida. Y decide no esconderse: sale por ejemplo en la portada de la revista Hola, contando su amistad con don Juan Carlos. Corinna jugó fuerte esas semanas. Hay muchas cosas que no podemos contar y otras seguro que no sabemos, pero ahí se abrió una batalla entre Corinna, los servicios del estado, el rey y el príncipe Felipe. Por un lado era una relación entre adultos, por otro, podía ser cuestión de vida o muerte de la monarquía parlamentaria.
En esa entrevista del Hola que mencionas, hay algunos mensajes no escritos: Corinna posa casi siempre enseñando un brazo y en la muñeca una pulsera. Se trata de un brazalete de diamantes y se dijo entonces que era un mensaje: algunas personas dicen que fue un regalo del Rey y otras que era de un diseño idéntico a una pieza de la Familia Real. El caso es que Corinna quema las naves y el mes siguiente deja su residencia pública, de Patrimonio Nacional, en El Pardo, muy cerca del Palacio de la Zarzuela, y se va de España.
Las cosas empeoran: ya sin Corinna en España, el Rey sufre nuevos achaques y el juez Castro no deja de trabajar. En noviembre se luxa la cadera, en febrero de 2013 deben intervenirle otra vez. Apenas dos meses después, en abril, el juez toma la decisión de imputar también a la infanta Cristina, socia de su marido en la empresa Aizoon y beneficiaria de parte del dinero desviado en la trama. En noviembre se anuncia otra nueva intervención quirúrgica del Rey. Veteranos periodistas reciben ya el mensaje de que don Juan Carlos va a dejarlo: se habla de que se va a Estados Unidos, otros insisten en que se queda en España. La sombra de Corinna sigue viva. Ese día no se hace público, pero el Rey insiste en Navidad: quiere dejarlo.
La crisis económica mejoraba, lentamente (y el tiempo lo ha confirmado), el Rey Juan Carlos siempre salía peor valorado en las encuestas quincenales secretas que su hijo Felipe y que su esposa, la reina Sofía. No remontaba y habían pasado ya muchos meses desde el accidente de Botswana. Su salud sigue dando toques de alarma, como durante el discurso de la Pascua Militar de enero de 2014, donde pierde el hilo y balbucea.
Esta vez, todos están de acuerdo: el príncipe Felipe, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, también el líder de la oposición, Pérez Rubalcaba, que le dice al Rey que no sabe cuánto tiempo va a estar al frente del PSOE y tampoco si quien venga detrás de él va a respaldar la monarquía. Los análisis del CNI hacen el resto: el rey no puede serlo solo del PP o de la derecha, tiene que ser de todos, o por lo menos de la inmensa mayoría de ciudadanos.
Y el rey Juan Carlos deja el trono en manos de su hijo. Decíamos antes que la sombra de Corinna sigue viva. Vive en Mónaco, donde está contratada como asesora por el rey Alberto de Mónaco, que le paga un millón de euros anuales. Nosotros no sabemos si se sigue viendo o hablando con el rey emérito, es ya un asunto privado. Se ha publicado que ha comprado un chalé en Somosaguas, cerquita de Madrid, pero esa mansión no está a nombre suyo, sino de un directivo bancario importante.
No sabemos si Corinna volverá o no. Vamos a contar lo que nos dijo un funcionario de los servicios de información del Estado cuando le preguntamos eso mismo: “se fue enfadada, (llegó a pensar que iba a ser reina de España o al menos la mujer del Rey) pero también se fue con mucho dinero (hay quien habla de 30 millones de euros). Y también hay un cajón lleno de historias sobre ella por si hace falta sacarlas”.