Territorio negro: Trece años sin Mari Cielo Cañavate
Luis Rendueles y Manu Marlasca nos hablan en 'Territorio Negro' del caso de Mari Cielo Cañavate, una madre de dos hijos que desapareció hace trece años en Hellín y de la que todavía no se ha encontrando rastro alguno.
Mari Cielo Cañavate, madre de dos hijos, tenía 36 años cuando desapareció, hace ya trece años, el 10 de octubre de 2007 en la localidad albaceteña de Hellín. Por aquel entonces, su hijo Kiro tenía nueve años y su hermano, José Luis, siete. Ese octubre de 2007 no era un buen momento para ella. Había dejado de trabajar tejiendo vestidos para muñecas, labor que hizo durante años, y dependía de sus padres, Juana y Antonio, con los que ella y sus hijos pasaban mucho tiempo. Separada del padre de sus hijos desde 2005, tampoco las relaciones le iban muy bien.
Acababa de romper su relación con un cerrajero llamado Francisco Ramírez, veinte años mayor que ella y vecino de Pozohondo, una localidad situada a treinta kilómetros de Hellín. Francisco llevaba su relación en secreto, ya que estaba casado y tenía hijos con su esposa. De hecho, uno de los hijos amenazó a Mari Cielo porque la acusaba de romper el matrimonio de sus padres.
La mujer le insistía para que se divorciase y comenzar una vida juntos, pero él siempre se negó, lo que hizo a Mari Cielo romper la relación e incluso le pidió a su padre que cambiase la cerradura de la puerta de su casa.
Amenazada y presuntamente maltratada
La mañana del 10 de octubre de 2007, Mari Cielo llevó a su hijo José Luis y a un sobrino al colegio Isabel la Católica. Después, condujo hasta su casa y aparcó su coche en las inmediaciones de su domicilio. Cuando llegó la hora de recoger a su hijo, Mari Cielo no se presentó. Nadie más supo más de ella.
Sus padres y su hermana Esperanza denunciaron su desaparición a la Policía y desde el primer momento hicieron saber a los investigadores que tenían un sospechoso: Francisco, el hombre con el que acababa de romper, al que además debía cierta cantidad de dinero.
Apenas unos días antes de desaparecer, Mari Cielo estaba asustada, preocupada. Incluso le preguntó a su padre si la buscaría en el caso de que desapareciese.
Según contó su familia, Francisco y su familia la habían amenazado y él la había llegado a maltratar, algo que nunca pudo ser demostrado. De la investigación primero se hizo cargo la comisaría de Hellín, que pocos meses después pasó el caso a la Comisaría General de Policía Judicial, a la UDEV Central.
Una recompensa de 50.000 euros
Cuando se cumplían dos años de la desaparición de la mujer y ante la falta de avances en la misma, Antonio Cañavate, el padre de la desaparecida, un modesto guardés de fincas, ofreció una recompensa de 50.000 euros a quien aportase una pista fiable sobre el paradero de la mujer.
El llamamiento no funcionó y nadie cobró esa recompensa, pero lo cierto es que la Policía recopiló varios testimonios que apuntalaban la teoría de que Francisco tenía algo que ver con la desaparición de Mari Cielo.
Un albañil que trabajaba en una obra cercana a la casa de la mujer aseguró que la vio en torno a las diez de la mañana dentro de un todoterreno similar al de Francisco y que incluso cruzaron sus miradas. Otros dos testigos dijeron haber visto media hora después a una mujer rubia –como era Mari Cielo– en el interior del coche de Francisco en una rotonda de Pozohondo, camino de una finca de su propiedad.
Poco después, la Policía detuvo a Francisco, pero el juez encargado del caso le puso en libertad sin fianza, aunque le retiró el pasaporte y le obligó a presentarse semanalmente en el juzgado. Él negó en todo momento haber estado esa mañana con Mari Cielo, Reconoció que fue a buscarla a casa, pero que no la encontró y trató de desmontar el testimonio de los dos testigos que le vieron en Pozohondo diciendo que la supuesta mujer rubia que la acompañaba en su coche era en realidad un rumano al que había recogido cuando hacía autostop.
Ni rastro de Mari Cielo
En diciembre de 2009 se hizo una enorme batida para dar con su paradero. Se revisaron pozos, simas y cuevas en Pozohondo y en Liétor, sin resultado. El Ayuntamiento de Hellín quiso aportar su grano de arena personándose como acusación en el proceso y la familia de Mari Cielo pidió ayuda al Defensor del Pueblo y a su homónimo de Castilla-La Mancha. Mientras, la causa siguió instruyéndose con Francisco como único acusado. Y así se pudo llegar a sentarle en el banquillo en el año 2011.
En el juicio, Francisco negó tajantemente tener nada que ver con la desaparición de la mujer. Los testigos se mantuvieron firmes y volvieron a decir que Mari Cielo viajaba la mañana de su desaparición en el coche del acusado. En noviembre de 2011, el jurado consideró probado –por siete a de sus nueve componentes– que Mari Cielo estaba muerta y que Francisco la había matado.
Tras el fallo el jurado, la sección segunda de la Audiencia Provincial de Albacete condenó a Francisco a quince años de prisión, inhabilitación absoluta y prohibición de aproximarse a los hijos de Mari Cielo, su exmarido, padre y hermanos durante un plazo de diez años, así como a indemnizar a cada uno de los hijos de su examante con 120.000 euros.
Un jurado popular hizo justicia. Francisco fue conducido a prisión tras hacerse pública la sentencia, que naturalmente fue recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha.
Cuatro meses después, en marzo de 2012, el TSJ rechazó tres apartados del relato de la sentencia que la Audiencia Provincial había dado por probados, los apartados 25, 26 y 27, que decían lo siguiente: Mari Cielo Cañavate está muerta. El acusado ha matado a Mari Cielo Cañavate. El acusado es culpable de haber matado a Mari Cielo Cañavate y, por tanto, de un delito de homicidio. EL TSJ estimó que no había pruebas suficientes para que el jurado hubiese dado esos hechos por probados, que la presunción de inocencia del acusado seguía intacta.
Absolución para Francisco
Francisco salió de la cárcel de la Torrecica, en Albacete, hablando del infierno que había pasado su familia. Imaginemos el varapalo para la familia de Mari Cielo, que aún tuvo que soportar uno mayor que llegó en enero de 2013, cuando el Tribunal Supremo ratificó el fallo del TSJ y además hizo pagar las costas del recurso a la familia de la desaparecida y a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
El alto tribunal señalaba en su sentencia que, y leemos textualmente, “existen unas vehementes sospechas de que el acusado ocasionara la muerte de Mari Cielo, pero que esas sospechas no alcanzan el valor de prueba inequívoca y concluyente que habilita para dictar una sentencia condenatoria”.
El Supremo llegaba a hablar en su sentencia del acusado: "Ni el ánimo frío del acusado, ni su actitud procesal negando hechos que han sido acreditados por otras vías o no dando explicación de ciertos extremos, son concluyentes". Así que, al final, el más alto tribunal respaldaba la inocencia del sospechoso y hacía pagar a la familia de la víctima los costes del proceso.
Nada más por hacer
La familia de Mari Cielo no puede hacer absolutamente nada más legalmente. Nuestra ley dice bien claro que nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito, así que Francisco no puede volver a sentarse en un banquillo acusado de la muerte de Mari Cielo, aunque surjan nuevas pruebas o nuevos testimonios.
Hace unos días, preparando este Territorio Negro, Antonio, el padre de Mari Cielo, que sigue trabajando a sus setenta y cuatro años, nos decía que él ya se conformaría con que le dijesen dónde están los huesos de su hija para poder enterrarlos. Es lo único que pretende, después de ver cómo la Justicia la ha vapuleado y que el sospechoso de la desaparición de su hija ha presentado hasta cuatro denuncias contra él.
En cuanto a sus hijos, Kiro y José Luis tienen veintidós y veinte años. El mayor trabaja y el pequeño estudia informática y recientemente se les ha visto por primera vez en las manifestaciones que anualmente exigen justicia para su madre, coincidiendo con el aniversario de su desaparición.
Los dos viven con su tía Esperanza, una hermana de su madre, que los acogió desde la desaparición de Mari Cielo. Y respecto a los canallas, hace bien poco murió Julio Araújo, el que siempre fue el sospechoso de la desaparición de Sonia Iglesias, que ni devorado por el cáncer tuvo un gesto de piedad para revelar el paradero de la mujer.