Sabemos que Al Qaeda y también el Estado Islámico prometen el cielo y la vida eterna a los terroristas que ellos llaman mártires y mueren matando. Pero hoy hablamos en la revista interviú de terroristas resucitados…
Los servicios de información e inteligencia de España y de otros países europeos ya han detectado algún caso. Los terroristas suicidas tienen un ritual antes de cometer sus acciones criminales: llaman por teléfono a sus familias, casi siempre a sus madres, antes de suicidarse. Hablan con ellas, les piden disculpas por sus pecados y les anuncian que van a reunirse con Alá. Así lo hicieron, por ejemplo, varios de los terroristas que se inmolaron y mataron a un subinspector de policía en el piso de Leganés, el 3 de abril de 2004.
Durante estos últimos años, los yihadistas que iban a cometer atentados suicidas también dejaban grabado un vídeo de despedida. Esos vídeos servían luego para hacer propaganda de su ideología. Al Qaeda, por ejemplo, edita vídeos llamados el convoy de los mártires, con la selección de sus mejores atentados suicidas y los entierros de quienes los cometen… Ya van por el segundo volumen.
Esos métodos han cambiado, sobre todo con la irrupción del Estado Islámico. Ahora quienes llaman a las familias de los terroristas, por ejemplo quienes residen en España, son desconocidos o amigos. Ya no llama directamente el futuro mártir, ni tampoco hay vídeos grabados con sus despedidas. Por lo tanto, no hay pruebas de esas muertes, que sí se comunican a las familias, como fue en el caso de los taxistas de Ceuta.
Son tres amigos que en la primavera de 2012 se fueron a luchar a Siria. El mayor, Rachid Wahbi, conductor del taxi número 44 en Ceuta, dejó grabado un vídeo de despedida antes de lanzarse con un camión lleno de explosivos y provocar la muerte de 130 personas. Su viuda, Sanaa, que vive en Ceuta, recibió la llamada de rigor y ha reconocido a su esposo en el vídeo. En este caso no parece haber dudas.
Más complicados son los de los dos amigos de Rachid, ambos llamados igual, Mustafá Mohamed, y que le ayudaban en el taxi y hacían tareas de reparto con una furgoneta en Ceuta. El mayor, conocido como Piti, también habría muerto en otro atentado. El más joven, al que llamaban Tafo, habría sido herido en un tiroteo. La familia recibió la noticia de su muerte en Ceuta, donde acudieron a una especie de velatorio varios amigos. Las pesquisas de la policía y el CNI descubrieron que Tafo habría muerto en otro atentado suicida. Luego, alguien comunicó a la familia que había muerto chocando contra una valla metálica. En fin, que no se sabe cómo murió Tafo o si es un resucitado.
La policía y el CNI temen que que todo esto podría ser una táctica de camuflaje de los integristas. Y no solo en el caso de Tafo. A Siria han ido a luchar más de cien personas que dejaron a sus familias en España. De ellos, 13 son ciudadanos españoles. 11 familias han recibido ya esas llamadas comunicándoles la muerte de sus parientes, pero los servicios de inteligencia solo han podido confirmar sobre el terreno, gracias a la ayuda de otros servicios amigos, como los norteamericanos y los franceses, cómo y dónde murieron seis de esos terroristas españoles. De los otros cinco no se sabe nada, es más, no hay una sola prueba, ni siquiera un vídeo de despedida colgado por los propios terroristas, como hicieron con el taxista de Ceuta.
Bien, tenemos cinco españoles, cinco extremistas islámicos, que llegaron a Siria y supuestamente habrían muerto, pero la policía no se fía. ¿Qué ganarían ellos fingiendo su muerte? Una nueva vida. Cuando reciben las llamadas donde les dicen que sus hijos o sus maridos han muerto en combate, esas mujeres españolas acuden a las comisarías para comunicarlo a la policía. Hasta ahora, se daba por bueno ese testimonio y esos hombres eran borrados de las órdenes de busca y captura internacional, de los archivos. Por lo tanto, podían empezar una nueva vida como terroristas, podrían, por ejemplo, intentar volver a España, para vivir o para seguir su guerra santa, sin hacer saltar las alarmas.
Los servicios de inteligencia de varios países amigos ya se han puesto manos a la obra. Imaginemos el riesgo de que regresen a España esos combatientes extremistas, con experiencia de guerra y oficialmente limpios, sin que nadie los busque.
El riesgo de los retornados es muy real. Vamos a dar el ejemplo de quien llamaban Kokito, un ciudadano nacido en Marruecos y casado con una española de Ceuta. Kokito está en Siria, se hace llamar Abu Tasnim y ha colgado en Internet imágenes suyas con las cabezas de cinco supuestos militares del ejército sirio. Kokito anuncia también que algún día volverá a España.
Hablábamos antes de los terroristas del 11M. Algunos se fugaron del cerco policial. Entre ellos, Mohamed Belhadj y Mohamed Afalah. También Daoud Ouhnane. La policía recibió noticias de que los tres habían muerto después, en 2005, en dos atentados diferentes en Irak. Parece que fue verdad en el caso de Afalah y Ouhnane. Sin embargo, cuatro años después de esas muertes, en 2009, tropas del ejército sirio detuvieron a Mohamed Belhajd, que seguía vivo, cuatro años después, y lo entregaron a Marruecos, su país natal, donde hoy sigue cumpliendo una condena de diez años por su participación en los atentados de Madrid.
Que además de esos resucitados tenemos que afrontar las de los combatientes en guerras como Irak, Siria, Libia y otros que decidan regresar y los lobos solitarios que viven entre nosotros y pueden cometer crímenes en cualquier momento y de los que ya hablamos aquí hace un par de años.
Ese es el panorama, sí, por eso se ha elevado el nivel de alerta antiterrorista en España. En cuanto a los lobos solitarios, Al Qaeda sigue defendiendo que hagan terrorismo, donde puedan, cuando puedan. En el último número de su revista, que se llama Inspire y que puede verse en Internet, defienden la yihad 24 horas al día y siete días a la semana. Sus últimas ideas para atentar en Europa proponen lanzar coches bomba a la salida de los partidos de fútbol “tienen cobertura de medios de comunicación de todo el mundo. El mejor momento (se refieren a lanzar el coche bomba) es después del pitido final, cuando las multitudes salen del estadio y se reúnen en las puertas”. También sugieren atentar en carreras de caballos donde acude la Reina de Inglaterra y durante la celebración del día de la toma de la Bastilla, en París. Buscan siempre la mayor repercusión mediática y han visto, por ejemplo, que es mejor coger rehenes, como hicieron en París, que cometer un atentado.
El Estado Islámico, que también tiene su revista en Internet, se llama Dabiq, se vanagloria de eso en su último número. Escribe que en Madrid murieron “200 cruzados”, como llaman a las víctimas, pero que “la reacción sobre los ataques de París fue mucho mayor”. Recordemos que los autores de los atentados de París dijeron ser de Al Qaeda, quienes entraron a sangre y fuego en la revista Charlie Hebdo, y del Estado Islámico, quien secuestró y asesinó rehenes en un supermercado judío. Las marcas, son lo de menos.