Territorio Negro: Vida y muerte de Mónica y July, dos mujeres prostituidas
Hoy Luis Rendueles nos cuenta la historia de Mónica y July, dos mujeres atrapadas en una vida de esclavitud sexual que fueron arrolladas por un tren cerca de Torrelavega una noche del pasado mes de junio. También durante esta temporada nos contarán novedades de casos abiertos en los últimos días.
Hoy contamos en 'Territorio Negro' la terrible historia que hay detrás de la muerte de dos mujeres que fueron arrolladas por un tren cerca de Barreda, en Cantabria, una noche del pasado mes de junio.
Poco antes de las once, un tren de cercanías arrollaba a dos mujeres que se habíancolado entre las vías por una zona no permitida en la localidad de Barreda, muy cerca de Torrelavega, en Cantabria. Los testigos contaron luego que las dos mujeres habían estado discutiendo, que una luchaba por retener a la otra y que había una tercera mujer que también participaba en la disputa.
Algunos testigos oyeron a una de ellas gritar "quiero ser feliz", mientras su compañera salía tras ella y trataba de agarrarla. Hasta el final lo estuvo intentando, de hecho, el tren la mata porque está agarrando del brazo a su amiga para intentar sacarla de las vías y evitar que se suicide.
Esta mujer se llamaba Mónica, había nacido en Rumanía, tenía 32 años y tenía también un hijo en su país, que vivía con su padre. Mónica llevaba casi diez años siendo una mujer prostituida en España.
Cuando llegó era muy joven, 22 años, y pasó por burdeles de "primer nivel". Con la edad, los clientes piden siempre "carne fresca" y joven, y ella fue cayendo en esos circuitos de la prostitución. Había acabado prostituida y viviendo en un club llamado 'Parada de Postas', situado allí mismo, muy cerca de la vía del tren que la mató.
Mónica no pudo aguantar más la esclavitud de la prostitución
Mónica vivía una situación durísima desde muy joven. Vista de cerca, no parecía que tuviera 32 años, nos decía una de las personas que la conocieron. Pero es que además su proxeneta era su propia pareja, un hombre rumano, padre de su hijo, que la obligaba a prostituirse en España.
El tipo vivía en Rumanía y ella debía enviarle dinero cada mes para mantenerlo a él y a su hijo. Esa situación de esclavitud sexual se agravó con la pandemia del coronavirus que obligó a cerrar los burdeles en toda España y estas mujeres, como Mónica, no pudieron dar dinero a las mafias. Pero tuvieron que seguir pagándoles y su deuda crecía
Unas 2.000 mujeres viven en burdeles en España, somos una potencia en eso. Además de las deudas que sus proxenetas les dicen que tienen con ellos, deben pagar cada día lo que se llama "la diaria", es decir, una especie de cuota por la habitación y la comida en el club.
Como no había clientes por el coronavirus, las mujeres como Mónica vieron crecer sus deudas con las mafias, además de tener que pagar la diaria todo el tiempo, sin tener ni un ingreso. Así que su situación era muy dura y ella estaba al límite. Sus compañeras declararon que entró en una depresión muy severa y que hablaba de suicidarse.
Mónica se suicidó tres días y tres noches después de que el gobierno levantara el confinamiento y el club donde la explotaban reabriera sus puertas. Los testimonios apuntan que esas tres noches Mónica no tuvo ningún cliente con el que ir al jacuzzi o a la habitación.
También, que su pareja, su chulo, la presionaba cada vez más y que no la dejaba siquiera hablar por teléfono con su hijo cuando ella llamaba a Rumanía para oír la voz del crío. La mujer estaba al límite, con graves problemas de depresión que trataba de ahogar bebiendo alcohol. De vez en cuando hablaba con voluntarias de una ONG que acudían al prostíbulo para repartirles preservativos y tratar de echarles una mano.
July intentó salvar la vida de Mónica
La segunda mujer se llamaba o se hacía llamar July. Tiene 42 años, diez más que Mónica, y también era una mujer prostituida en el local Parada de Postas. Era dominicana, también llevaba más de diez años explotada en diferentes burdeles de España y, como Mónica, por su edad y por no ser una novedad, también había digamos así cayendo hasta los niveles más bajos de la prostitución. Ambas se conocieron en ese club de carretera cercano a Torrelavega y se hicieron amigas.
July era madre y, desde hace poco, abuela. La mujer, con 42 años, seguía en la prostitución para mandarles dinero a su hija y a su nieto, que viven en la República Dominicana, fuera de ese mundo. A diferencia de Mónica, July sí tenía ese respaldo familiar y podía ver la luz al final de ese enorme túnel.
Tenía una hija y un nieto que la querían y la esperaban cuando volviera a su país. No iba a tardar mucho tiempo. De hecho, había dado un primer paso: Ya no vivía en el burdel, ni tenía que pagar la diaria. July iba de vez en cuando a su país y vivía en un hostal cercano, de forma que podía respirar un poco fuera de las cuatro paredes del local donde tenía que mantener sexo con extraños. En un club de ese nivel los clientes suelen pagar 50 euros por tener relaciones con las mujeres prostituidas.
Los testigos han dicho que July le suplicaba a Mónica que se detuviera, que no fuera a las vías, que pensara en su hijo. No pudo convencerla y ambas murieron allí. El tren quedó parado y los pasajeros fueron llevados en autobús hasta Torrelavega, sin saber qué historia había detrás de lo que no fue un accidente. Al menos no solo un accidente.