Territorio Negro: Violadores reincidentes
Pedro Luis Gallego fue durante muchos años el violador del ascensor, una bestia criminal que agredió sexualmente a una veintena de mujeres y mató a dos de ellas en los años 90. Pasó 21 años en la cárcel, salió hace menos de cuatro años gracias al fin de la doctrina Parot y esta semana se ha convertido en el violador de La Paz. Ha sido detenido por la Policía, acusado de la violación de dos mujeres y de intentarlo con otras dos. Él no es el primer delincuente sexual beneficiado por el fin de la doctrina Parot que ha reincidido. De ellos hablamos en Territorio Negro.
Poco antes de que Pedro Luis Gallego saliese de prisión, en noviembre de 2013, dedicamos un Territorio Negro a él y a otros delincuentes similares. Sobre Pedro Luis dijimos: “tiene un pronóstico muy malo”. Desgraciadamente, sobre todo para las víctimas, las previsiones se han cumplido. Contaremos en primer lugar, qué ha llevado a la cárcel de nuevo a este sujeto.
Entre los meses de abril y mayo, la UFAM de la Brigada de Policía Judicial de Madrid recibió cuatro denuncias muy similares. Cuatro mujeres muy jóvenes, en torno a los 20 años, contaron que un hombre de baja estatura y muy robusto las encañonó con una pistola y las obligó a subir a un coche en las cercanías del hospital madrileño de La Paz. Dos de esas mujeres lograron escapar de su captor, pero otras dos vivieron una pesadilla.
El agresor les ponía un antifaz nada más subirlas al coche, las llevaba hasta una casa, a una hora de distancia, decían las víctimas, y allí las violaba. En todo momento evitando que le viesen el rostro. Tras la violación, las devolvía al lugar en las que las había secuestrado.
Es decir, que además de la violación, este tipo, que empezó a ser conocido como el violador de La Paz –por la zona donde cazaba–, también secuestraba a sus víctimas. ¿Cómo llega la Policía hasta él y, sobre todo, cómo descubren que se trata de Pedro Luis Gallego, el hasta entonces conocido como violador del ascensor?
Aquí llega el momento de hablar y de rendir homenaje a dos mujeres que han sido muy importantes para cazar a Gallego: Esther Pulido, jefa de grupo, e Irene Niño, jefa de la UFAM. Dos inspectoras que son las responsables de la Operación Moon, como se denominó la búsqueda del violador de La Paz. Las dos policías y el resto de los investigadores obtuvieron muchos datos de las víctimas. Una vez analizados, pensaron que no estaban ante un violador cualquiera: su empeño por que no le vieran la cara y por no dejar restos biológicos –no daremos detalles– hizo pensar a las policías que estaban ante alguien que sabía lo que hacía, que probablemente había aprendido de delios anteriores.
Lo primero que hicieron las responsables de la operación Moon fue una gestión habitual: pedir los teléfonos que estuvieron los días y a las horas de los ataques bajo las antenas cercanas a La Paz. Además, pidieron imágenes de las cámaras de tráfico para comprobar si a las horas en las que el violador de La Paz cometía sus delitos, había algún coche que apareciese siempre por la zona. En el listado de los teléfonos repetidos había un nombre que puso en alerta a las investigadoras: Pedro Luis Gallego.
Un individuo que había salido de prisión a finales del año 2013 y que residía en Segovia, junto a una mujer. La Policía trata ahora de reconstruir la vida de Pedro Luis Gallego desde que fue puesto en libertad por el fin de la doctrina Parot, en noviembre de 2013. Cometió cuatro agresiones en menos de un mes, así que resulta muy difícil de creer que en los tres años y pico anteriores no cometiese delito alguno. En Segovia residía junto a su pareja, una mujer con la que compartía el piso al que llevaba a sus víctimas y que nada sabía de las actividades de Gallego y desconocemos lo que sabía de su pasado.
Ese pasado como “el violador del ascensor”. Qué hizo Pedro Luis Gallego antes de pasar una larga temporada –más de 20 años– en la cárcel…
Mató a dos jóvenes, Leticia Lebrato –en Valladolid– y Marta Obregón –en Burgos–, en 1992. Antes, había violado a dieciocho jóvenes más. Gallego, como se ha comprobado ahora, es un tipo muy peligroso, al que le cayeron 273 años de condena y que, si el tribunal europeo de derechos humanos no hubiese tumbado la doctrina Parot, hubiese salido de prisión en el año 2022.
Y en esos 21 años entre rejas, imagino que este individuo no participó en los programas de tratamiento de las prisiones. Ni se arrepintió. Gallego es quizá el ejemplo del psicópata sexual que mejor ha utilizado el sistema español para beneficiarse. Por ejemplo, consiguió reducir su condena limpiando algunas zonas de la prisión, haciendo aerobic y asistiendo a clases –que no aprobando- de Enseñanza Secundaria Obligatoria, la ESO… Recordemos que hasta la llegada de Mercedes Gallizo a Prisiones, bastaba con matricularse en algo para sacar beneficios penitenciarios, remisión de días de condena. Por eso hubo una verdadera fiebre de presos con inquietudes académicas.
Resulta significativo lo que hemos contado: en sus últimos crímenes, Gallego parecía haber aprendido. Pedro Luis Gallego ha sabido siempre crecer criminalmente. Gallego era un mecánico que comenzó atacando a mujeres en los portales de sus casas. Se colaba tras ellas y las atacaba. Así lo hizo con 18 mujeres, casi todas entre 17 y 25 años, en Valladolid. Fue detenido y condenado por violación. Un informe psicológico hecho en 1990 ya advertía de que se trataba de un psicópata, hasta que llegó a la prisión de Sevilla.
¿Y qué ocurrió allí, porque este hombre quedó en libertad al año siguiente, en 1991? Tres psicólogas firmaron un informe en el que aseguraban que Pedro Luis Gallego estaba arrepentido y preparado para recuperar la libertad, recomendaban incluso que se le dieran permisos de forma inmediata. Las tres doctoras eran inexpertas, estaban contratadas temporalmente y fueron cameladas por Gallego.
Y un año después de esta libertad, intentó cometer dos violaciones y asesinó a dos chicas. Por eso decíamos que siempre ha ido aprendiendo, que ha crecido. Sabía que si dejaba a una víctima de violación con vida podía denunciarlo y hacerle entrar en prisión. Como buen psicópata decidió entonces matar a sus víctimas. La primera fue Marta Obregón, una joven estudiante de periodismo de Burgos a la que intentó violar en enero de 1992 y a la que acabó apuñalando hasta la muerte.
Y seis meses después, el 19 de julio de aquel año, Gallego acudió con su coche y su cuchillo a un pueblecito de Valladolid llamado Viana de Cega. Merodeó por la zona en busca de una víctima. Y encontró a Leticia Lebrato, una chica de 17 años que iba andando hacia casa de una amiga. La asaltó, la amenazó con el cuchillo y se la llevó en su coche. La chica se resistió y Gallego le dio 19 puñaladas. Luego huyó y consiguió librarse a tiros del cerco de la Guardia Civil en Medina del Campo y acaba ocultándose en La Coruña, con su novia, porque, como ahora, en aquella época tenía pareja. Allí fue detenido meses después.
Y en esos más de 20 años de cárcel, ¿se arrepintió? ¿Pidió perdón? Ante el juez de Valladolid, que instruía el crimen de Leticia Lebrato, hizo una actuación que debió ser similar a la que convenció a las psicólogas de Sevilla que le vieron recuperado. Leemos su confesión: “estoy angustiado por todo lo que he hecho, necesito ayuda psiquiátrica porque estoy enfermo de la cabeza desde hace bastante tiempo. Lo único que quiero es que me curen. En situaciones como la que se dio con esta chica no me puedo controlar”.
No parecía muy sincero, a la vista de lo ocurrido después... Le dijo al juez que no sabía qué le había pasado porque cuando otras chicas se le resistían, él se iba sin violarlas y sin hacerles daño. Es un cínico y, lo más grave, en esa supuesta confesión, donde decía estar destrozado, se le olvidó decir que había matado meses antes en Burgos a Marta Obregón, un crimen que entonces estaba sin resolver.
Pedro Luis Gallego fue uno de los delincuentes sexuales y asesinos comunes que se beneficiaron del final de la doctrina Parot. Cerca de una veintena de ellas salieron de prisión al mismo tiempo que terroristas de ETA y el GRAPO. Esto ocurrió, recuerden, en los últimos meses de 2013, y el primer liberado no tardaría mucho en reincidir.
Exactamente menos de cuatro meses. En abril de 2014 fue arrestado Félix Vidal Anido, el violador del estilete, una de las personas que más tiempo ha permanecido en prisión en nuestro país: más de 32 años. Fue condenado en 1981 a 24 años de cárcel por violar a 54 mujeres y volvió a ser condenado a otros 73 por violar y herir gravemente a dos mujeres en Lugo durante un permiso carcelario en 1987.
Esos más de 32 años de prisión acabaron en diciembre de 2013 y en abril, el violador del estilete vuelve a ser detenido. El 9 de abril de 2014, Vidal intentó meterse en la casa de una mujer en Lugo, a la que intimidó y tapó la boca para que no gritase. La cosa no pasó a mayores porque el hijo de la mujer estaba dentro de la vivienda y el agresor huyó. El violador del estilete hizo algo que denota su frialdad: simuló la perforación de un billete de autobús que había salido de Lugo horas antes de la agresión a la mujer. Los peritos demostraron que la perforación no había sido hecha por la máquina del autobús y a Vidal le cayeron 21 meses de prisión que ya ha cumplido.
Algo más tardó en reincidir uno de los mayores depredadores sexuales de España, el llamado violador del portal, también beneficiado por el final de la doctrina Parot. Pablo García Ribado fue detenido en Madrid en 1993, cuando tenía 24 años. Tres años después, en 1996, la Audiencia de Madrid le condenó a 1.721 años de cárcel por 74 violaciones, seis agresiones sexuales y diez delitos de robo. Su fecha de salida prevista era 2023, pero el dictamen de Estrasburgo hizo posible que saliese diez años antes y, en este caso, incluso, debería haber salido tres años antes, en 2010. Menos de un años después de su puesta en libertad, fue detenido por la Guardia Civil, acusado de unos cuantos delitos sexuales.
Pasó de los asaltos en portales a algo más trabajado: se hacía pasar por fisioterapeuta bajo la identidad falsa de Carlos Uribe. Empapeló Trijueque y Torija, dos pueblos de Guadalajara, con octavillas ofreciendo sus servicios. Varias mujeres le denunciaron porque, fuese cual fuese su dolencia, las obligaba a desnudarse completamente y las tocaba sus partes íntimas. La Guardia Civil le detuvo en octubre de 2014 y el procedimiento aún sigue en instrucción.
Y falta hablar de uno de esos delincuentes que se beneficiaron de la anomalía de la doctrina Parot, el primero que salió y que ha cometido el delito más grave, un asesinato, por el que ha regresado a prisión. ¿Quién es este violador y asesino, quizás el menos conocido?
Antonio García Carbonell, un chatarrero gitano con diez hijos, fue condenado a 270 años de cárcel por siete agresiones sexuales y quince robos cometidos entre 1991 y 1995. Su modus operandi era distinto al de cualquier otro delincuente de este tipo, porque actuaba siempre con un compinche y atacaba a parejas: a los hombres los golpeaba y los robaba y a las mujeres las violaba. Dos marroquíes estuvieron en prisión, acusados de un asalto a una pareja que habían cometido Carbonell y uno de sus compañeros de correrías. Carbonell pasó 17 años en prisión. Salió en 2013, con 76 años, lo que parecía convertirle en alguien inofensivo.
Pero no fue así, porque fue detenido por un asesinato. Neus Juanola, una mujer de 75 años, murió en los primeros días de marzo de 2014 tras ser torturada durante varias horas: sus captores la ataron pies y manos, le metieron calcetines en la boca, le golpearon en la cabeza y la arrastraron por el suelo. En enero de 2015, casi un año después de los hechos, los Mossos d’Esquadra detuvieron a tres personas, acusadas del crimen. Entre ellos, y como cerebro del plan, estaba Antonio García Carbonell. Al parecer, el delincuente se equivocó de víctima: quería haber secuestrado a la cuñada de Neus, que sí gozaba de una buena posición económica. Ahora, con casi 78 años, es previsible que Carbonell no vuelva a salir en libertad.