Explicamos primero quién es el presidente de Vitaldent, el que parece el cerebro de esta enorme trama de lavado de dinero. Ernesto Ramón Colman Mena, de 55 años, llegó a Madrid en 1989, huyendo de la crisis en Argentina, país en el que llevaba quince años residiendo. Con mil dólares y su título de protésico dental en el bolsillo, se instaló en una habitación del piso de Móstoles en el que vivían unos amigos. Comenzó fabricando piezas dentales, que vendía con éxito a distintas clínicas, hasta que en 1991 logró abrir su primer centro, en la madrileña Gran Vía, con una idea clara: acercar los dentistas a las clases medias con clínicas a pie de calle y precios muy competitivos. Ya en 1996 registró el nombre de Vitaldent y comenzó un crecimiento que llegó a suponer la apertura de 40 clínicas al año.
Sin duda, le fue muy bien, porque de esa clínica en el centro de Madrid ha pasado a tener más de 400… Actualmente hay 450 clínicas Vitaldent. 146 son propias y el resto, franquiciados. Están, sobre todo, en España, pero últimamente también había abierto centros en Italia y Portugal. La única aventura que le salió mal a Colman –hasta la pasada semana– fue el intento de exportar Vitaldent a Estados Unidos. Allí llegó a tener 29 establecimientos y ocupó algunas páginas en la revista Time, donde le apodaron McDentist. Sin embargo, esas franquicias arrojaron muy malos resultados y tuvieron que cerrar.
Pero no solo fueron un fracaso económico, sino que uno de los franquiciados, titular de un Vitaldent en Miami, fue quien decidió denunciar las prácticas de Colman y para ello acudió a la Fiscalía Anticorrupción en el año 2013, que hace ahora un año, y tras varios meses de diligencias de investigación, presentó una denuncia en el juzgado de Majadahonda.
En la denuncia de los fiscales Grinda y Rosa se habla abiertamente de organización criminal, con una unidad de propósito y cuyo objetivo final sería el fraude organizado y el blanqueo de los beneficios obtenidos. En la cúspide de esa organización criminal, los fiscales sitúan a Ernesto Colman, el presidente de Vitaldent y responsable de todas y cada una de las empresas que formaban parte de un entramado diseñado ya para defraudar desde su propia creación.
Colman creó dos categorías de sociedades: las que son poseedoras de las participaciones de las clínicas propias de Vitaldent, es decir, no franquiciadas, y las que gestionan las franquicias, un cúmulo de decenas de compañías que sirven para facturar trabajos no realizados, sociedades patrimoniales titulares de inmuebles, gestoras de publicidad, e incluso empresas dedicadas a los viajes o al patrocinio de competiciones deportivas, sobre todo relacionadas con el mundo de los caballos. De hecho explotaba una finca de caballos en Villacastín (Segovia). Allí se celebró el año pasado el Campeonato de España de Enganches. El entrenador de Colman es el cochero australiano Boyd Exell, tres veces campeón del mundo. Y hace años que Colman representa a Uruguay en los Juegos Ecuestres Mundiales y en las pruebas de la Copa del Mundo. En mayo de 2015, participó en el Windsor Royal Horse Show, que se celebra en los jardines del palacio real británico. El duque de Edimburgo le dio su trofeo de séptimo clasificado.
Hace ya siete años, en una lista de los 100 más ricos de España, el diario El Mundo cifraba la fortuna de Colman en cerca de 600 millones de euros. Lo cierto es que la UDEF ha encontrado un enorme patrimonio asociado a Colman y sus empresas: una casa de 1.000 metros construidos en La Finca, una de las urbanizaciones más exclusivas de Madrid, otra casa en Las Rozas, un palacete en Castrillón (Asturias), una casa en Guadalmina (Marbella), una vivienda en Baqueira, un piso en Manhattan y la citada finca de caballos. Un día, dando un paseo por las inmediaciones de su vivienda en las inmediaciones de la estación de esquí leridana, encontró un pequeño pueblo abandonado del Valle de Arán, Montgarri. Y decidió comprárselo. Pagó cinco millones de euros y su idea era montar allí una ecoaldea.
Y también le gustan los coches y los aviones. La policía ha inmovilizado 36 coches de alta gama, uno de ellos un Bentley Continental valorado en más de 200.000 euros. Además, varias de las compañías de Colman son titulares de diversos aviones y hasta 2013, disponían de un helicóptero. Todo ese vasto patrimonio, el inmobiliario –más de 120 fincas– y el de los vehículos, estaba a nombre de esa maraña de sociedades de las que te hablábamos antes. Además, Colman tenía dos SICAV, sociedades de capital variable que tributan solo un 1 por ciento y en las que hay que tener un mínimo de seis millones de euros.
La operativa de Colman y los suyos para defraudar y blanquear era relativamente sencilla. La base de todo era la creación de una enorme caja B, que burlase cualquier control fiscal y que generase grandes cantidades de dinero opaco a la Agencia Tributaria, cuyo destino final se intentaba desvincular de su origen con operaciones ficticias y el empleo de sociedades instrumentales radicadas en España, Holanda, Suiza o Luxemburgo.
En un primer momento, cada clínica podía generar en B la cantidad mensual que quisiesen y debían entregar el 10 por cierto de lo ennegrecido a la organización dirigida por Colman. El propio presidente de Vitaldent estableció un sistema de recogida de dinero en efectivo e incluso en las reuniones anuales de franquiciados había un momento dedicado a este fin. Posteriormente, Colman exigió el pago de entre 10.000 y 12.000 euros mensuales en efectivo a las clínicas propias y a algunos franquiciados de mucha confianza. Todas estas entregas de dinero B se recogían en una doble contabilidad en los registros informáticos de Vitaldent, en un programa propio llamado Ulyses, aunque sus máximos responsables disponían de acceso a un botón del pánico con el que podían borrar apretando una sola tecla los archivos comprometedores.
Durante los últimos meses de la investigación, la policía ha detectado como varios franquiciados viajaban a Madrid para hacer entrega de ese canon en B e incluso como desde la dirección de Vitaldent se apremiaba a unos cuantos franquiciados para que se pusiesen al día, porque iban retrasados en sus pagos de dinero B.
Colman exigía esa caja B a sus franquiciados e imagino que alguno de ellos, harto, fue quien puso la denuncia que ha acabado con el presidente de Vitaldent en la cárcel. Así es, porque estas exigencias siguieron en los años más duros de la crisis, pero además, las diligencias de investigación de la Fiscalía ponen en evidencia las prácticas abusivas de Vitaldent a sus franquiciados, a los que cobraba, de inicio, 360.000 por llevar su nombre en los centros. Pero, además, les cobraba sobrecostes en distintos apartados, como las obras de acondicionamiento de los locales, la compra del software de las clínicas, el arrendamiento de los locales –todos eran propiedad de sociedades del entramado–, la compra de material a proveedores elegidos por Vitaldent…
Colman y su cúpula cobraban también un canon anual por publicidad (5 por ciento de las ganancias brutas) que en realidad no se destinaba a este fin, sino que iba a parar a los bolsillos de los responsables de la organización. La formación de los trabajadores e incluso la financiación de los franquiciados servían también para cobrar sobrecostes a todos los que quisieran llevar el nombre de Vitaldent en sus clínicas.
La policía investiga ahora precisamente qué se hacía con el dinero de la caja B. En la caja fuerte de Colman, la policía encontró 400.000 euros en metálico y en el despacho que compartían dos de sus hombres de confianza hallaron otros 100.000. En noviembre de 2012, otro de los pretorianos de Colman, Miguel García Álvarez, fue interceptado en Andorra con 130.000 euros. Los investigadores creen que la cantidad de dinero B era tan grande que los responsables de Vitaldent debían tener varias cajas de seguridad en diversos bancos. Además, el propio Colman abrió dos cuentas en una sucursal del Credit Suisse de Ginebra, lo que le posibilitaba hacer entregas en efectivo en las oficinas de Credit Suisse en España.
La sospecha es que gran parte de ese dinero salía de España. Desde 2005 a 2013 se detectaron 494 operaciones de pago al exterior por un importe superior a los 132 millones de euros, en su mayoría a Italia. Pero el dinero también regresaba en forma de facturas de servicios ficticios: en el mismo periodo se han detectado 294 operaciones de recepción de fondos procedentes del extranjero por un importe superior a los 70 millones de euros, un dinero que en su mayoría procedía de Italia y se Suiza.
Operaciones sospechosas desde el año 2005, es decir, mucho tiempo defraudando… No hay un cálculo oficial del dinero que ha podido escamotear a Hacienda. Un perito de la Agencia Tributaria realizó un informe en enero de 2016 y dejó claro que se estaba defraudando, aunque no pudo cifrar la cuantía del fraude. Los peritos de la Agencia Tributaria de la Unidad de Apoyo a la Fiscalía estudiaron la información fiscal de Colman y concluyeron que en su IRPF hay descuadres e incrementos patrimoniales no justificados que podían suponer delitos contra la Hacienda Pública en tres ejercicios: 2006, 2007 y 2013, pero el único que no ha prescrito es este último.
La UDEF hizo un cálculo con la premisa de que cada una de las 146 clínicas propias paga un canon mensual de 10.000 euros. Con este importe, Vitaldent generaría más de 17 millones de euros de dinero opaco al año. En ese mismo informe, la UDEF aportaba las pruebas del flujo monetario que llegaba hasta Luxemburgo.
En la operación Topolino hubo 13 detenidos y seis de ellos están aún en prisión. Ernesto Colman, según el auto de prisión de la juez número 2 de Majadahonda, es quien imparte órdenes e instrucciones y es el creador de una estructura societaria destinada a enriquecerse de manera ilícita, mediante las ganancias derivadas del fraude fiscal. El auto es muy claro: ha ingresado enormes cantidades de efectivo en su patrimonio personal mediante el flujo de dinero desde las clínicas Vitaldent.
El italiano Bartolo Conte también está encarcelado. Es el responsable financiero de Vitaldent y presidente de la rama italiana del negocio. Además gestiona el márketing y la publicidad del grupo, una de las fuentes de ingreso en negro mediante ese canon publicitario.
El argentino Julio Nicolás Sisinni es, según la jueza, el encargado de las sociedades que sirven para enmascarar el dinero negro de Vitaldent. Los hermanos Javier y Óscar Arteaga comenzaron como franquiciados y ahora poseían 22 clínicas. Además, formaban parte de la estructura de recaudación de dinero negro. En el domicilio de Óscar la policía encontró 615.000 euros y 66.000 en el de su hermano Javier.
La última de las personas encarceladas en la operación Topolino es Yolanda Copete, una mujer que comenzó como secretaria de Colman y se convirtió en una mujer para todo: se encargaba de la recogida de dinero B, a ella se dirigían los franquiciados para pedir un aplazamiento o quita en el pago, se encargaba del programa informático en el que se anotaban los pagos en B…
No podemos despedir este Territorio Negro sin contar por qué esta operación se llama Topolino… La verdad es que en esta ocasión, los agentes de la UDEF han tirado de humor. Topolino o Topino es el nombre que en Italia recibe el ratón Pérez, esa criatura que deja debajo de la almohada dinero B a los niños que se le caen los dientes. De hecho, hay una entrada en el blog de la empresa Vitaldent en el que se explica muy bien quién es el Ratón Pérez y su equivalente en otros países.