Durante la madrugada del pasado 1 de noviembre, una chica menor de edad estuvo a punto de morir a manos de un hombre que la violó, la robó y la apaleó casi hasta la muerte en Igualada, Barcelona. Tras cinco meses de investigación, Los Mossos d’Esquadra han conseguido dar con el autor de esta barbaridad, contra el que aún se siguen recaudando pruebas incriminatorias.
Hoy, 'Territorio Negro', Luis Rendueles y Manu Marlasca nos cuentan los detalles de una investigación minuciosa y muy complicada, la Operación Nit, tal y como la llamaron sus responsables.
La noche del terror
En torno a las seis de la madrugada del 1 de noviembre de 2022, la víctima, una chica de dieciséis años, sale de la discoteca Epic, en Igualada. La joven pasa toda la noche en ese local con unos amigos, donde hay más gente de la habitual porque es la noche de Halloween. La chica decide irse sola hacia la estación de tren para marcharse a casa, en Vilanova i la Geltrú, donde su madre, con la que ha mantenido varias conversaciones durante la noche, la espera. Pero la chica no llegó.
En la calle Países Bajos, alguien la aborda y la agrede de una forma que pocas veces hemos visto: la penetra anal y vaginalmente, incluso con objetos; le golpea con saña, especialmente en la cabeza; le roba el vestido, el abrigo y las bragas y la deja malherida en la calle, soportando temperaturas bajísimas casi desnuda. Dos transportistas le salvaron la vida, ya que, si hubiesen tardado algo más, probablemente habría muerto.
Las secuelas físicas y psicológicas del brutal ataque
La víctima pasó un mes entero hospitalizada, en el que fue intervenida quirúrgicamente cinco veces. Se le practicó una reconstrucción completa en algunas partes de su cuerpo y los golpes en la cabeza provocaron que haya perdido casi por completo la audición en uno de sus oídos y que tenga que llevar aparato el resto de su vida.
Más allá de las heridas físicas, las secuelas psicológicas son enormes: estrés postraumático y un estado de terror y ansiedad casi permanente. De hecho, los investigadores apenas pueden sacar información de ella sobre lo ocurrido porque no conserva recuerdos claros.
La Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS), creada en 2020, empezó por reconstruir la noche de Halloween de la víctima e incluso los días previos gracias a su dispositivo: con quién contactó por redes, con quién habló, etc.
También comprobaron lo ocurrido en la discoteca, con quién estuvo, si hubo algún problema, etc. Esas primeras pesquisas sitúaron en el foco de la investigación a varios chicos muy jóvenes: dos de ellos con los que había tenido conversaciones a través de redes y uno que pasa con ella las horas previas a la llegada a la discoteca y que sale con ella de allí.
Un cambio de rumbo de la investigación
La investigación convencional no había dado sus frutos: se piden todos los teléfonos que estaban bajo las antenas cercanas, se consultan los agresores sexuales que han salido de prisión en fechas próximas a los hechos con permisos o con la sentencia cumplida, se pide la lista completa de los vecinos de Igualada y poblaciones cercanas que tengan antecedentes… Pero nada conduce al autor de la agresión, así que se exploran otras vías, y los Mossos se empeñan en averiguar todo lo que ha pasado esa noche de Halloween en Igualada, un municipio de 40.000 habitantes.
En ese momento se inició un nuevo tipo de investigación al que denominaron pesca de arrastre. La UCAScomprobó las multas que se pusieron esa noche; las llamadas a la policía, etc. Cualquier incidente, por pequeño que fuese, es investigado por los Mossos, que trabajan con la certeza de que el agresor de la chica estaba esa noche en Igualada y con la esperanza de que hubiese dejado rastro en algún momento de la noche.
Y, en efecto, un incidente unas tres horas antes de la violación llamó su atención. Una docena de chicos, la mayoría de ellos menores de edad, estaban haciendo botellón y rompen el retrovisor de un coche. El propietario del vehículo, que andaba cerca, ve lo ocurrido, los recrimina y los graba con un teléfono. Después, denunciaron los hechos a los Mossos, que detuvieron a uno de los chicos. Los Mossos se fijaron en las imágenes aportadas por el denunciante, en las que se veía a un chico que se cubría la cabeza con una capucha nada más darse cuenta de que lo están grabando.
Los Mossos identifican a prácticamente todos los participantes en el botellón menos al de la capucha. Nadie decía conocerle, era el primer día que se juntaba con ellos. Finalmente dieron con el componente del grupo que había invitado al joven de la capucha: dijo que era boliviano y que se llamaba Brian.
La identificación del sospechoso
Tras un exhaustivo trabajo de investigación, la policía halló cámaras que grabaron por separado a los dos. A las 6.16 los graba la última cámara, y, a partir de ahí, hay veinte minutos de oscuridad, en los que las cámaras no graban nada, hasta que a las 6.42, las cámaras de un bar le graban con bastante detalle: se aprecia que lleva zapatillas blancas, capucha, pantalón negro, una mochila de la marca Under Armour y que en una de sus manos lleva una prenda, probablemente de la víctima. A esa hora, la chica yacía malherida.
Lo primero que consiguieron los Mossos, como hemos dicho, fue su nombre de pila y su teléfono, pero la línea estaba a nombre de una empresa dedicada a la instalación de ADSL. Allí les dieron la identidad completa del sospechoso: Brian Raimundo Céspedes Mendieta, un tipo de veinte años, residente en Igualada, que vivía con dos personas más.
La UCAS de Mosssos comprueba que el recorrido del teléfono de Brian es compatible con el de la persona que es captada por las cámaras persiguiendo a la víctima. Además, le vigilan durante un mes y ven que aún luce la ropa con la que aparece en las imágenes de la madrugada del ataque: las zapatillas adidas blancas, la mochila Under Armour y la sudadera con capucha. Los Mossos no tenían ninguna duda de que era él.
La detención de Brian
El día 21 de abril la Policía entró de madrugada en su casa y registraron su domicilio durante seis horas. En su teléfono, el mismo que está situado la noche del ataque en esa zona, hallaron un pantallazo de Google Maps que le ubica cerca del lugar de la agresión sexual a la hora en la que se produjo.
De su casa se llevaron varias prendas, entre ellas las zapatillas blancas Adidas, una sudadera azul con capucha, una chaqueta de piel negra, un pantalón negro y la mochila Under Armour de las imágenes. Es la misma ropa con la que le captan las cámaras huyendo del lugar de la agresión.