En este territorio negro, contaremos los intentos, todos sin resultado, de la Guardia Civil por encontrarla, a ella y al responsable de su desaparición. Y la última búsqueda de la niña, que hoy sería una mujer, en una finca junto a la carretera de Cala Figuera, en la isla de Mallorca.
Esta historia tan terrible y de momento sin final empieza un 2 de diciembre de 2013 en la isla de Mallorca. Ese día, Malén Ortiz se levanta y va al instituto, en Santa Ponça
Cuando acaba las clases, intenta ir a comer a su casa, pero no puede. Malén se da cuenta de que se ha olvidado las llaves de su casa. En aquella temporada, la chica está viviendo con su padre, Alejandro Ortiz, que está trabajando. Los padres de Malén estaban separados y había sido una separación complicada para todos. Al darse cuenta de que no puede entrar en casa, Malén llama por teléfono a su padre para avisarle de que irá a comer a casa de su novio, Dani, con el que lleva saliendo unos meses. Así que sale del instituto con su monopatín y coge un autobús hacia allí.
Y sabemos que nunca llega a casa de su novio pero ¿Qué sucede por el camino? ¿Dónde se pierde su rastro? Malén, esa chica de 15 años, lleva unos cascos, va escuchando música, y se pasa de la parada del autobús donde debía bajarse. Se baja en la siguiente parada, en la Rotonda de los Piratas, en Magaluf. Tiene que hacer un trayecto breve en su skate hasta la casa de su novio, en Son Ferrer.
Las amigas de Malén reconstruyeron luego el camino que hacía para ir a casa de Dani. Daba algún pequeño rodeo para aprovechar las cuestas hacia abajo del camino hacia Cala Figuera para coger velocidad con el monopatín. En el trayecto hay tres cámaras de seguridad. La primera, en unos viveros de una zona llamada Sa Porrassa, se capta la imagen de la chica desaparecida. Va con su monopatín, sola, son las cuatro menos nueve minutos de la tarde de aquel 2 de diciembre de 2013.
En el entorno hay tres cámaras de seguridad, la primera capta la imagen de la chica. Malén se esfuma, desaparece, se la traga la tierra. La segunda cámara, de una gasolinera, no tiene imágenes que puedan distinguir a Malén. Y la chica ya no sale en la tercera cámara, a solo unos 500 metros de donde la han grabado. Alguien la ha desviado de su camino.
Daniel el novio que tenía Malén entonces, fue interrogado y su casa fue registrada incluso con perros especialistas en detectar sangre, restos biológicos… nuestros amigos K-9 de la Guardia Civil. Aquello estaba limpio. No había nada que hiciera pensar en problemas entre Dani y Malén. El chaval estuvo en casa esperando a su novia para comer, aunque ese día tenía fiebre y no se encontraba muy bien. La llamó para ver qué ocurría. El teléfono estaba apagado.
La pista del rastreo de las redes sociales de Malén
Ese teléfono móvil, como su dueña, Malén, no ha aparecido nueve años y tres meses después. La desaparición fue en una zona muy concreta, en apenas 500 metros, donde hay una carretera transitada por coches y también varias casas y una especie de bosque.
La Guardia Civil baraja al principio dos posibilidades. La primera es una desaparición voluntaria, una fuga de una adolescente rebelde y enfadada. Malén había vivido bastante para su edad, 15 años. Había vivido la separación de sus padres, que no fue pacífica, y había escrito algunos mensajes bastante duros en redes sociales poco antes de desaparecer. Aquí hubo un problema, lo sigue habiendo. Los investigadores pidieron a Facebook que enviara todos los mensajes escritos y recibidos por la chica durante los últimos meses. Sin resultado y sin éxito a pesar de que transmitieron que se trataba de un caso de desaparición.
Es inentendible la falta de colaboración de los responsables de esas redes sociales multimillonarias con las investigaciones criminales. Aunque en este caso sí hubo una red social que ayudó a la Guardia Civil a tratar de encontrar a Malén
Malén escribía también antes de desaparecer en una red social frecuentada por adolescentes y que se llamaba Ask.fm. Los investigadores recuperaron esas respuestas que Malén daba a sus amigos virtuales y los leyeron todos, más de 1.300 desde dos años antes de desaparecer.
En esas respuestas, Malén contaba que era dueña de sus actos y responsable, que tenía voluntad, por ejemplo que había luchado, y ganado, la pelea por controlar su peso, porque había estado gordita una temporada. Añadía uno que llamó la atención a los investigadores: “mi vida no es de color de rosa, tengo una situación familiar muy difícil y aquí estoy. No me asusta nada, todo es psicológico”
Esos mensajes hablan también de problemas con su madre, también con su padre, de una chica inquieta, a la que le gustaban Beethoven y también Kurt Cobain, el cantante de Nirvana, una chica que, como otras miles de adolescentes, buscaba su camino…
La desaparición voluntaria, motivada por una rabieta, una discusión, fue quedando descartada con el paso del tiempo. Malén no se había llevado nada, solo lo puesto. Especialmente unas zapatillas de deporte que le encantaban, unas Vans. Y esas zapas dieron nombre a la operación para encontrarla, la operación Vans, que aún sigue abierta.
Después de interrogar a Dani, el novio, al padre de Malén, Alejandro, y a la madre, que cuando desapareció Malén estaba fuera de España, además de a amigos y compañeros de Malén, los investigadores creen que se trata de un secuestro improvisado, alguien que ve a Malén sola con el monopatín y la engaña o se la lleva por la fuerza, posiblemente en coche.
Revisan las cámaras de seguridad, comprueban quienes pasan antes y después de Malén aquella tarde por el vivero. Miran diez minutos antes y después del paso de Malén. Por la zona pasan unos 300 coches. Un programa informático intenta poner matrícula, dueño y nombre a todos. Sin resultado. No hay imágenes que muestren a Malén en ninguno de ellos.
Queda también la zona, los vecinos, los chavales que están en un campo de fútbol sala, el campo de golf… Se hace un perfil psicológico de quien pudiera haberse llevado a Malén. Has apuntado antes un detalle que es importante. Malén se equivocó de parada y no bajó del autobús donde debería. Eso apunta a que el secuestro fue improvisado, la chica no hizo el trayecto que debería, no podían estar esperándola. Además, no tenía que estar allí ese mediodía, no iba a comer allí ni iba a estar por allí. Quien se la llevó lo hizo de forma improvisada.
Los perfiladores de la Guardia Civil apuntan a un hombre relativamente joven, entre 30 y 40 años, que la habría forzado o engañado a montarse en su coche, que debería tener alguna propiedad donde llevarla y tenerla retenida…
La idea del secuestro violento parece menos probable, porque nadie escucha ningún grito ni nada, y muy cerca de donde desaparece Malén había una patrulla de la policía local de Calviá trabajando. Piensan más en que alguien se ofreció a llevarla o la engañó para que la acompañara
Y ese es el punto en el que los guardias civiles hablan con los vecinos de la zona, revisan datos de delincuentes sexuales que pudieran estar por allí… Y acaban centrándose en cinco personas, cinco hombres
Registran una tienda de muebles en Magaluf, propiedad del padre de uno de los investigados. También sin éxito. Descubrieron que un amigo de la familia había sido detenido en su día por atacar a una chica en Calviá, también comprobaron su coartada… Registran un campo de golf, su lago, con buzos porque hay un hombre que asegura que el cuerpo de Malén está allí. Es falso. El tipo confiesa luego que está en paro, necesita dinero y que lo ha hecho para cobrar la recompensa que ofrece la familia de Malén por cualquier pista que conduzca a descubrir qué le pasó.
Y buscando entre las personas que frecuentan esa zona donde desapareció la chica descubren a dos personas peculiares y que pasan también a ser investigados.
El círculo de los sospechosos se va cerrando
Allí vive en una caseta más o menos abandonada un indigente alemán que se dedica a almacenar cosas. Cada día recorre el mismo camino que Malén Ortiz para pedir dinero y rastrear en los contenedores de basura algo de comida
El segundo personaje, José, llama la atención de los Guardias Civiles. Ha nacido en un pueblo de Córdoba y tiene un perfil parecido al indigente alemán, aunque es mayor, unos 65 años entonces. También frecuenta una casa abandonada que tiene llena de recuerdos, dice él, de su época dorada en Hollywood. Dice que conoció, por ejemplo, a Robert de Niro y a otros grandes artistas. El día que desapareció, Malén Ortiz pasó con su patinete por la puerta de su casa. José dice que no estaba en esa casa la tarde que Malén pasó por su puerta. Pero algunos datos que van obteniendo los guardias civiles les hacen levantar las orejas.
Descubren y recuperan un incidente protagonizado por este hombre 16 meses antes de la desaparición de Malén. José estaba en la puerta de su casa cuando pasaron dos adolescentes con sus monopatines y ocurre algo muy llamativo. José les dice que está preparando un desfile de modelos, para chicas jóvenes, que deben saber patinar. También les habla de que está preparando una página web de contactos con personas famosas.
Las chicas no saben bien cómo deshacerse de él, que se pone cada vez más pesado. Una de ellas lo declaró así: "Abrió la verja y nos invitó a que pasásemos al interior de su vivienda, con la excusa de enseñarnos algo relacionado con el desfile de modas. Nos negamos, dijimos que teníamos prisa y nos intentó convencer diciéndonos que solo sería un momento. Cada vez que yo le decía a mi amiga: 'vámonos', él se alteraba (...) Hablaba en tono agresivo, intentaba retenernos con la palabra".
En su declaración, las chicas contaron, recordemos, un año y cuatro meses antes de la desaparición de Malén Ortiz, que: "En ese momento apenas pasaba gente por allí, por lo que nos sentimos intimidadas y aterrorizadas”.
Estas adolescentes se escaparon por la intervención de una mujer que pasó por allí y las vio en una situación extraña con ese hombre. La mujer se acercó y les preguntó si les pasaba algo. Las chicas aprovechan y se van corriendo de allí. Entonces, la mujer denunció a la policía local que José la había insultado y le había dicho: “quién coño eres tú para dejarme con la palabra en la boca? Te voy a matar”
La Guardia Civil descubre ese incidente después de la desaparición de Malén y registra la caseta de este hombre y también un bajo que tenía en un edificio de apartamentos en Santa Ponça. No se encontró nada. Pero el tipo sigue siendo un objetivo de la investigación. Mucho más cuando los guardias civiles descubren dos episodios que ha protagonizado. El dueño de un bar cercano le había expulsado de allí después de descubrir que este hombre, 65 años entonces, enviaba mensajes por Facebook a la hija del dueño del bar, una cría de ocho años, a la que ofrecía amistad y amor, además de hacerle algún regalo. La madre de la niña lo descubrió y el padre le recomendó digamos que no volviera a ese bar.
El segundo lo encontraron en su ordenador, que guardaba en su coche de entonces, un viejo Mercedes. Allí tenía imágenes de menores de edad, menores desnudas y algunas en imágenes pornográficas. Y hubo un dato más que les llamó la atención. Cuando le interrogaron, este hombre explicó que estaba preparando un desfile de modelos jóvenes sobre patines, un concepto nuevo, dijo él. La Guardia Civil escribió en el sumario que parecía tener cierta fijación por las menores de edad que pasaban patinando por la puerta de su casa, como hizo Malén Ortiz la última tarde que la vieron.
Este hombre estaba en libertad el día que desapareció Malén Ortiz porque no había cometido ningún delito. Las dos chicas a las que acosó no entraron en su casa, el asunto de la niña del bar se descubrió después, y sobre todo, los policías locales que lo interrogaron en su día descubrieron que era paciente del hospital, que tenía un trastorno mental del que se estaba medicando.
Tiene diagnosticado, y decimos tiene porque está vivo, o al menos estaba vivo el mes pasado, un “trastorno delirante crónico”. Está ingresado desde hace tiempo en un centro psiquiátrico en la provincia de Málaga. Hace nueve años, cuando le interrogaron, los investigadores no sabían cuando decía la verdad o cuando fantaseaba.
Por ejemplo, cuando decía que había estado en Hollywood con actores famosos, pensaban que vacilaba, pero al registrar su caseta encontraron muchas fotos suyas con famosos. Aquello era cierto. Sin embargo, también decía que estaba preparando un torneo de golf con famosos para ayudar a los más necesitados. Creó incluso una página web donde mencionaba a Sean Connery, Charlton Heston y Robert Duvall, entre otros, como posibles colaboradores de un torneo que nunca llegó a celebrarse.
Y las investigaciones no avanzan, ni sobre ese hombre ni sobre los otros sospechosos. Pasa el tiempo y parece que el caso queda estancado para desesperación de Natalia, la madre de Malén, que sigue peleando.
Todo parecía estancado hasta finales del año pasado. Dos personas acuden a la Guardia Civil y cuentan que ese anciano, desde el psiquiátrico, les ha confesado que sabe dónde está Malén Ortiz, no dice que él le hiciera nada, pero sí que sabe que está en una finca muy cerca de donde desapareció, un lugar donde se dejaban coches abandonados y se enterraban caballos. El dueño era amigo suyo y el pasaba mucho por allí.
Es un enfermo mental, un delirante, pero claro, hay que comprobar su historia, porque también es un sospechoso. La Guardia Civil registró la finca con excavadoras y también con los agentes caninos. Sin éxito. Un investigador veterano nos comentaba que es un caso muy complicado. El tipo no gana nada diciendo que sabe dónde está Malén, quizá sea una historia inventada más, como aquel torneo de golf. O quizá, y esto es lo más terrible, ni siquiera ese anciano enfermo en el psiquiátrico sepa o recuerde si lo que está diciendo, que sabe dónde está Malén Ortiz, es cierto o es uno de sus delirios.