Existen algunos costes que aunque no los veamos en una factura o en una hoja Excel, no significa que no existan o que no puedan cuantificarse. Son costes ignorados por algunas empresas, que piensan que si no les hacen caso, desaparecerán. Atenderlos implica reconocer que algo va mal, hay que hacer un esfuerzo para hacerlo mejor, la rentabilidad no es inmediata...
Sin embargo, esos costes no visibles, ocultos bajo el ritmo del día a día, cuando salen, tienen un gran impacto sobre la cuenta de resultados. Son los costes de la mala gestión de tu equipo de personas…
En primer lugar, están los costes indirectos que son asignables a cada uno de los empleados, como el coste de su puesto de trabajo (mesa, silla, ordenador, teléfono). Y, en segundo lugar, del coste de organizar mal el trabajo. No sólo ya porque una mala organización hace perder tiempo y dinero, sino porque si organizo todo tan mal que mis empleados no se sienten satisfechos en su desarrollo profesional, se van a ir. Y perder un buen profesional es un drama para la cuenta de resultados.