El Gobierno laborista del Reino Unido ha aprobado un plan de acción para reducir la regulación e impulsar el crecimiento económico. La regulación les cuesta 70.000 millones de libras al año y se proponen ahorrar un 25%, lo que supone más de 17.000 millones.
Uno de los organismos bajo la lupa es el servicio del defensor del cliente financiero. El escrutinio se centra en que este organismo actúa en muchas ocasiones como un regulador, ya que tiende a aplicar las normas actuales a acciones que se produjeron cuando esta norma no estaba vigente, lo que provoca una cadena de reclamaciones y denuncias.
El abuso de la regulación tiene impactos insospechados. Para el presidente mundial de McKinsey es la causa del bajo crecimiento de la productividad en España en los últimos 25 años. Así lo cuenta hoy en Expansión.
En España el Gobierno tiene mucho empeño en crear la denominada autoridad de defensa del cliente financiero. Conviene seguir el caso de Reino Unido, que es una suerte poder escarmentar en cabeza ajena.