En ese escrito se expresa la más absoluta condena y rechazo a las agresiones a la líder socialista vasca Idoia Mendía y a su marido, concejal también socialista en el ayuntamiento de Bilbao. Pero se les olvidó firmar, mecachis.
Se les olvidó o no tenían el cuerpo para firmas. Algo así tuvo que ocurrir, porque es conocido que ustedes, y usted singularmente, siempre estuvo en contra de toda violencia. Claro que también cabe otra posibilidad: que Bildu agotó su capacidad de firma en el acuerdo con Podemos y el PSOE para tumbar la reforma laboral de Rajoy.
Realmente, yo le quería felicitar por eso, Otegi. Escuché sus declaraciones y, de acuerdo con la copla de García Barbeito, “a la calle del orgullo, que le quiten ese nombre y le pongan el suyo”. Está usted en la cima de la gloria. Ha conseguido, gracias a la clamorosa inocencia del PSOE, a la desconocida intención de Podemos, ser influyente en el Estado.
Ha logrado que la portavoz socialista, Adriana Lastra, suscribiera lo que el PSOE jamás se atrevió a acometer. Ha colocado en la agenda política el cabreo nacional. Nunca la abstención de cinco diputados alcanzó tanto valor en el mercadeo político. Y su mérito mayor ha sido lograr por un procedimiento pacífico lo que ETA no pudo con las armas: que su amada España empiece a decir “hasta aquí hemos llegado”. Es como una bomba introducir una cuña en la ya difícil convivencia de Podemos y PSOE en la misma alcoba.
Tiene gran valor el desbaratar el calendario del diálogo social. Merece mucho respeto conseguir ese regalo de la consideración de defensor de Euskadi y Navarra a 50 días de las urnas, un minuto después de que el PNV le regalara su voto a Sánchez.
Y, siendo separatista, tiene que ser un gustazo ver cómo la España de la economía paralizada ahora será la España de la economía en fuga, porque a ver quién invierte aquí con la incertidumbre y el miedo que ustedes imponen al inversor. Grandes días para ustedes, don Arnaldo. Días de bochorno para el presidente y su coalición.