LA BRÚJULA

La carta de Ónega al austericidio: "Te han hecho un funeral televisado, pero soléis resucitar"

Y buenas noches, austericidio. Esta no es exactamente una carta. Esto es una oración fúnebre, porque por ti doblan las campanas.

ondacero.es

Madrid |

¿Te acuerdas? Hace nada, unos años de nada, estabas en los discursos populistas. Se hablaba de ti y se te identificaba con la troika y los señores de negro. Se te representaba como el fantasma de la señora Mérkel, la mujer que susurraba al oído de Rajoy. Decían las malas lenguas que te habían inventado los poderosos para salvar a los bancos y arrastrar a los pobres por la ciénaga. Eras el rostro de los ajustes, del siempre pagan los mismos, el estandarte de la austeridad. Hasta que llegó el coronavirus y te cortó la yugular. Ayer te condujo al cementerio el señor Macron en carroza de 300.000 millones. Hoy arrojó la primera palada de tierra sobre tu ataúd nuestro señor don Pedro Sánchez. Te pido que sigas recordando: hace nada, unos años de nada, Zapatero y Rajoy pactaban una reforma del artículo 135 de la Constitución para garantizar que nunca se rompería el sagrado principio del equilibrio presupuestario. Hoy se mandó a hacer puñetas el sagrado principio porque se da el supuesto previsto de situaciones no controlables por el gobierno. Tampoco hace nada, unos años de nada, se impusieron los recortes, que no respetaron ni la Sanidad.

Y hoy, ya lo ves: apenas queda el recuerdo. ¡Doscientos mil millones!, dijo el presidente, como quien bebe un vaso de agua. Cien mil del Estado y cien mil del sector privado. “Que nadie se quede atrás”, dijo el presidente, que quizá empezó a ver cómo el vertedero del virus caía sobre él en forma de miedo a la explosión social. “El mayor decreto, el mayor esfuerzo de la democracia”, se sigue oyendo por los pasillos de La Moncloa. Contra frenazo en seco, manguerazo de ertes, cotizaciones, ayudas a las empresas y autónomos, aplazamientos sin interés, impagos a fondo perdido, arreglos para la hipoteca, créditos, garantías del Estado… La casa por la ventana, a ver si se evita el colapso. Un chute de moral para una sociedad acongojada. Adiós, austericidio. Te han hecho un funeral televisado y yo esta mínima despedida. Lo malo de los austericidios difuntos como tú es que no se sabe cómo ni cuándo, pero soléis resucitar.