Buenas noches, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Hoy ha sido usted noticia porque alcanzó el grado máximo de cabreo con twitter y se borró. No quiere hacer ni recibir un tuit más y deja huérfanos al millón de seguidores que tenía. El razonamiento de tan drástica decisión está lleno de coherencia. Me fijaré solamente en algunos detalles. Considera que twitter deforma la realidad, usa perfiles falsos que intoxican e incitan al odio y a usted personalmente no le permite hacer buena política. Supongo que su decisión habrá provocado dos tipos de reacciones.
Digo que supongo, porque no soy usuario de ninguna red, ni tengo previsto serlo y, por lo tanto, desconozco lo que hoy se habrá escrito sobre usted. Una reacción habrá sido de comprensión porque es verdad: a pesar de que twitter es identificado como el paraíso de la libertad de expresión donde cada cual puede decir lo que quiera y contra quien quiera, ha degenerado en un medio donde un grupo inmenso de camuflados en el seudónimo y en el anonimato destruyen honras, descalifican sin argumentos o calumnian con impunidad. Muchas veces son grupos creados por los propios partidos políticos para atacar al adversario.
El escenario de la libertad ideal se ha convertido en territorio del rencor. Y usted, Ada, se hartó y decidió romper con un sonoro “hasta aquí hemos llegado”. Le comprendo y la justifico. Bastante tiene un cargo público con la oposición para tener que desayunarse, además, con el improperio anónimo y descarnado. La otra reacción habrá sido, probablemente, reprocharle que usted tiene poco aguante y que ya debía saber a qué se arriesga utilizando esas redes. No hay nadie con mínima relevancia que no sea crucificado en ese Gólgota de la nueva comunicación. Su retirada es un acto de defensa propia.
Y al final, ¿sabe lo que más me seduce, alcaldesa? Lo que dice que twitter no le permitía hacer buena política. ¿Es una confesión? ¿Es barrer un obstáculo para la buena gobernación? Tiene toda la pinta. Si es así, apreciada Ada, solo le puedo decir dos cosas: una, que usted, como alcaldesa, actuó por esos estímulos y esas presiones. La otra, que, muerto twitter en su vida, se acabó la rabia: ya no tiene disculpa para no rectificar.