Buenas noches a don José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores
Iba a pasar la hoja del calendario que nos pone en abril, y pensé: ¿Quién puede ser el personaje público del mes de marzo? Fuera de España están Zelensky y Putin. Dentro de España, me quedo con su nombre, ministro. Es que ejerció, hizo no sé cuántos viajes, dio ruedas de prensa, compareció en el Congreso y, sobre todo, es el autor del deshielo con Marruecos, que se culminó esta tarde en la conversación del rey Mahomed VI y el presidente Sánchez.
Mañana iba a llegar usted a Rabat en loor de multitudes, como Núñez Feijoo al congreso del Partido Popular, pero ya no hace falta. Será Pedro Sánchez quien presida la delegación del reencuentro. Apreciado ministro, cogió usted la cartera de Exteriores en un momento apasionante: cuando se preparaba una guerra cerca de casa y esa guerra la estamos viendo casi en directo; cuando se empezaba a esbozar un nuevo orden mundial; cuando la Unión Europea se volvió a plantear su esencia y sus alianzas.
Solo usted conoce la cantidad de conversaciones que tuvo que celebrar con Marruecos
Y Marruecos, señor Albares: sucedió usted a Arancha González Laya, cesada como tributo al rey Mohamed por el episodio Gali. Contempló con cierta impotencia cómo llegaban a Canarias riadas de migrantes sin papeles. Sufrió en primera persona las jugadas de la compleja diplomacia marroquí. Solo usted conoce la cantidad de conversaciones que tuvo que celebrar con Marruecos para llegar a la carta que Pedro Sánchez firmó. Supongo que habrá que esperar a sus memorias para conocerlas.
Y déjeme expresar una sospecha: al margen de las intenciones del monarca alauí para filtrar esa carta, es tan sutil el lenguaje diplomático, están tan medidas las palabras y las expresiones, que es posible que nos hayamos equivocado todos al interpretarla. Donde vimos un entreguismo a cambio de nada, había algo muy importante: la solución de un problema que llevaba enquistado casi medio siglo, con periodos de bonanza y periodos de enfrentamiento, como los últimos meses. Y hoy, señor Albares, con la llamada del rey de Marruecos al presidente español se culmina un interesante y difícil capítulo de su vida. Ahora le queda Argelia y todo lo demás. Pero Rabat no sé si vale una misa; pero vale una acción de gracias a Alá.