Y saludos, alegre muchachada del sábado noche. Os habéis divertido, ¿verdad? Solo os he visto en fotos de periódico y en vídeos de la tele. Solo os escuché en sonidos que emitió la radio, con gritos de berrea. Solo os pude contar por el número de intervenciones de la policía. Solo pude medir el nivel de la indisciplina por lo que dijo el alcalde de Madrid del botellón prohibido. Y solo pude adivinar los efectos por la cantidad de intoxicaciones etílicas y heridas de cristal de botella que os llevaron a urgencias de los hospitales.
Una gran noche, sí señor. Una noche para recordar. Lo habéis pasado de pecadora madre y con emociones añadidas: poder abrazaros sin que nadie diga nada, meter las mascarillas en el bolsillo porque nadie las lleva puestas, desafiar un poco a los guardias, rozarse sin distancia de seguridad y bailar, porque lleváis mucho tiempo reprimidos.
Le pregunté a uno si no tenía miedo al contagio y me dijo: "si no se había contagiado en el Metro a hora punta, tampoco me voy a contagiar en el botellón". Le pregunté a otro por qué lo tomaban con esas ansias y me dijo que había que celebrar la libertad y se puso a gritar “libertad, libertad” como si se le apareciese Isabel Díaz Ayuso. Y un tercero me dijo que había estado fuera hasta las seis porque el gobierno no lo había prohibido y lo que no está expresamente prohibido está permitido. Dí que sí, alegre muchachada.
"Vuestros padres y abuelos no tienen por qué pagar la irresponsabilidad"
A las cero horas del domingo se abrieron las puertas de esa prisión que llamaban toque de queda y no había autoridad que os pudiera contener. La noche está hecha para los elegidos y los elegidos erais vosotros. Después ya se sabe: llegamos los vejestorios, los que nos quejamos de que no nos dejáis dormir.
Dios me libre, aunque vejestorio, de echar ninguna bronca. Solo me atrevo a recordar que esa noche, mientras vosotros le dabais al cachondeo padre, alguien moría de Covid-19 en algún hospital. Solo me atrevo a apuntar que, según dijo hoy Pedro Sánchez, faltan cien días, más de tres meses, para la inmunidad de grupo. Solo me atrevo a pedir que ninguno de vosotros haya llevado el virus a casa. Porque en casa están vuestros padres y quizá muchos abuelos y no tienen por qué pagar tanta irresponsabilidad.