Y buenas noches, hermanos de Cuba. Os llamo hermanos porque lo sois. Porque lo somos. Hace muchos años, cuando aún había guías telefónicas de papel, se me ocurrió buscar mi apellido en la de guía de Miami y había más Ónegas que en la guía telefónica de Lugo. Y empecé a llamarlos. Y todos tenían la misma historia: una salida de mi aldea o de cerca de mi aldea, un pequeño comercio en la isla, una llegada de Fidel, una expropiación y un refugio en Miami.
Lo que ignoro es cuántos emigrantes de mi tierra se quedaron en Cuba, que es para los gallegos incluso más patria que Buenos Aires. Y encima gobernados por un hijo de gallegos y después otro hijo de los mismos padres durante casi setenta años.
A vosotros, los que malvivís en Cuba, y a los que no tenéis sangre gallega, pero como si la tuvieseis me dirijo esta noche. Nos ha llegado vuestro clamor, que a quienes tenemos una edad nos recuerda lo que hemos vivido en España. Oímos vuestros gritos que reclaman libertad y la radio de este lado del Atlántico ha sido como vuestro altavoz para que os escuche Europa y os escuche el mundo.
Supimos que nunca se había producido un estallido como el de este domingo. Entendimos que habéis perdido el miedo a los guardias y que hay guardias que no se manifiestan, pero no os detienen, y todo ha sonado como una primavera cubana. Vuestra primavera en el mes de julio, hermanos de Cuba. Como vuestra madre patria hace más de cuarenta años, que entonces coqueteaba con la democracia, también tenía detenidos y presos de verdad políticos y tenía menos hambre física, pero igual hambre de derechos.
Vosotros estáis ahora empezando vuestra transición. Vosotros estáis en los versos de Lorca: “lloran sobre el mar de Cuba / enormes flores bermejas; / sobre la isla perdida / el aire amarillo tiembla”. Tiembla el aire y tiemblan las emociones de tocar la palabra libertad. Y yo os digo: cuidad sobre todo la paz, que es de cristal y se rompe. No luchéis cubanos contra cubanos. La democracia no se gana en una manifestación, pero se gana en muchas manifestaciones. Buscadla, que si la buscáis siempre acaba por llegar. A veces tarda, pero llega. Y es, os lo juro, la más hermosa revolución.