Y buenas noches, doña Dolores Delgado García. Supongo que hoy duerme más tranquila que estas últimas semanas. No digo que tuviese miedo a ser destituida por el Tribunal Supremo, pero sí tenía sobre su cabeza los recursos del PP y de Vox contra su designación como Fiscal General del Estado y, siendo usted figura muy discutida, venerada por la izquierda y repudiada por la derecha, nunca se sabe. La prueba es que dos magistrados conservadores de la Sala de lo Contencioso, sí querían que esos recursos fueran admitidos. Es que su nombramiento, fiscal Delgado, ha sido muy discutido.
Sus adversarios, numerosos y algunos poderosos, no entendieron --¡qué le voy a contar!-- cómo se podía pasar de ministra de Justicia a Fiscal General. Entendieron mucho menos que, habiendo sido diputada y militante del PSOE pudiera ser nombrada para un puesto que se distingue por su autonomía. Y por esas razones ha sido usted protagonista de miles de artículos, declaraciones políticas y otras especies creativas que tanto abundan en este país donde una frase de cualquier mindundi de tercera ocupa semanas de análisis en el periodismo declarativo.
Y encima, se hizo usted pareja de Baltasar Garzón, y qué más quiere: entre las envidias, los rencores ideológicos y las cuentas pendientes, la pareja perfecta para el pimpampún de la derecha política y mediática. Yo no entro en cuestiones sentimentales, que bastante tengo con las propias, pero supongo que también habré escrito algún improperio, aunque por otras razones. Por ejemplo, por la sorpresa de cómo se graduaban las filtraciones sobre los hechos económicos del rey Juan Carlos, que parecían obedecer a una planificación perversa. Perdón, que me estoy saliendo del tema.
Como se impuso la mayoría que no vio legitimados a esos partidos para recurrir su nombramiento, usted sigue en su puesto. ¿Y sabe una cosa? Lamento que la decisión del Supremo se base en la falta de legitimidad del PP y de Vox para recurrir y no haya entrado al fondo del asunto. Si lo hubiera hecho, apartaría de usted toda sospecha. Al no hacerlo, situación cómoda para los magistrados, mantienen la duda. Y usted no la merece, Dolores Delgado. Usted merece ocupar su puesto, nunca mejor dicho, con todas las de la ley.