Y buenas noches, don José Luis Escrivá Belmonte, ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Vaya semanita que lleva y que le hemos dado a entre Yolanda Díaz y los periodistas. Y todo, porque le gustaría que se contase más en el mercado laboral --¡qué horror entender el trabajo como un mercado!-- con ese desecho que somos los situados entre los 55 y los 75 años de edad. Yo mismo me pregunté el lunes si el señor ministro estaba pensando en poner la jubilación en los 75.
Y su compañera del alma doña Yolanda es, si me lo permite la vicepresidenta, su mosca cojonera con otras dos palabras: prudencia y cautela y una canción lastimera: “este país lo está pasando muy mal”. Le preguntó Alsina esta mañana, ministro, cómo lleva este fuego amigo, y usted dijo que era un clásico; no usted, sino el fuego amigo. Le preguntó también por qué apuntaban siempre contra Escrivá y lo explicó más con el gesto que con la palabra.
Algo así como “gajes del oficio”. Si no tuviera tan limitada su libertad, hubiera dicho: “me resbala” o que que Pablo Iglesias una vez en el Congreso y lo llevaba escrito: “me la suda, me la refanfinfla, me la bufa”. Quiero decirle públicamente, señor Escrivá, y usted lo sabe, que mi aprecio a su persona es alto y sincero. Y ahora, además, un poco cómplice. Siento por usted la admiración que se siente por el sabio, la piedad que inspira el mártir y la solidaridad que merece el asediado.
Representa usted la resistencia de los números frente a la tentación de los deseos. Es el técnico que todo gobierno necesita frente a las ventiscas ideológicas. Y es, ¿cómo le diría?, el antipopulismo que tampoco le viene mal al país. Lo que ocurre es que se mueve usted en un terreno pantanoso. O dice las palabras exactas o se hunde. Entre los pensionistas actuales hay inseguridad y van a tener un octubre de manifestaciones.
Entre los pensionistas próximos hay la peor de las incertidumbres, que es no saber si lo llegarán a ser. Y las pensiones han entrado, lamentablemente, en el juego electoral. Así que no le arriendo las ganancias: entre el fuego amigo y el fuego enemigo, le recomiendo que hable con Grande-Marlaska. Más que nada, para que le regale un chaleco antibalas. Él mismo lo usa y hasta ahora le funcionó.