Buenas noches a don Félix Bolaños García. Tiene usted un cargo que no cabe una tarjeta: ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Y tiene usted unas funciones que no caben en esa designación, porque todo el mundo lo considera el auténtico vicepresidente político, con las tareas que tenía encomendadas la nueva tertuliana Carmen Calvo. Dicho en otras palabras, es usted el hombre de confianza de Pedro Sánchez, llamado a poner orden en el gobierno y a combatir a la oposición.
Cuenta la leyenda que el presidente se fijó en usted por ser un hombre pulcro, discreto, que sabe circular con las luces jurídicas largas y con una fehaciente lealtad. Y cuenta la leyenda también que hubo amigos que le dijeron: no te metas en eso, Felix, que vas a ser el pim-pam-púm del gobierno. Los miércoles, en la sesión de control. A diario, cada vez que abras la boca. Y hoy pudo comprobar que es verdad. Abrió la boca, dijo que jueces no eligen a jueces como políticos no eligen a políticos, y le cayó la mundial.
Tiene el honor de ser el primer ministro del nuevo equipo a quien el PP pide la dimisión. Un ministro no es ministro hasta que Pablo Casado no le manda dimitir. Hoy ha sido usted confirmado en su puesto. Pero, como usted es nuevo en estas lides, admítame un consejo de viejo: cuidado con los charcos, señor Bolaños, que los embarra el diablo. Yo sé muy bien lo que quiso decir, pero lo que le salió no tiene un pase.
¿Qué es el Consejo del Poder Judicial? El gobierno de los jueces. ¿Qué hay de malo en que los jueces lo elijan? ¿No designan los políticos al presidente del gobierno en la investidura? ¿No elige el presidente a sus ministros? ¿No designa Unidas Podemos a sus ministros y ministras en el gobierno de coalición? ¿No se pacta entre partidos nada menos que una moción de censura para tumbar a un gabinete?
El subconsciente le jugó la mala pasada de confundir el Consejo del Poder Judicial con los jueces mismos. Bienvenido, don Félix, al tostadero. Primer charco sobre un fondo de arenas movedizas. Ya sabe usted, en su propia carne, lo que es la cacería política. Hoy fue el día en que el impoluto Felix Bolaños García, ministro en la forma, vicepresidente en el fondo, perdió la virginidad.