La brújula

La carta de Ónega a García-Margallo tras su "cabezadita" en el Europarlamento

Buenas noches a don José Manuel García-Margallo y Marfil. ¡Que pena que usted no sea una chica de copla! Si lo fuese, toda España estaría cantando "qué bonita que es mi niña, qué bonita cuando duerme, si parece una amapola entre los trigales verdes".

Fernando Ónega

Madrid |

Ya ve usted, querido Margallo. Mire que hizo cosas en su vida. Mire que escribió libros, habló todo lo que un hombre puede hablar, hizo política de partido y política de la grande en Europa y en Asuntos Exteriores. Y la imagen que tuvo más impacto después de tantos años, la reproducida en todos los medios y redes sociales, ha sido esa cabezadita que se permitió en su escaño del Parlamento Europeo.

Digo cabezadita, pero si me detengo en la foto, cabezadita es el eufemismo de un sueño profundo, casi una siesta de toda intensidad. Y lo que usted dice: "si me he quedado dormido, es que tengo la conciencia tranquila". Diga que sí, señor Margallo: es la forma más elegante de decir que el eurodiputado que habla delante de usted es lo que se dice un coñazo; un coñazo capaz de dejar traspuesto a un padre de la patria.

Eso de quedarse dormido, parlamentariamente dormido, tiene historia en este país. Recuerde, José Manuel, aquello de Cela en el Senado: no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo. Ayer fue noticia el señor de León que pasó la noche en el wáter de un bar y este miércoles Alsina pidió que los oyentes contaran en qué extraño lugar se quedan sopas.

Es una pena que usted no haya llamado a contar lo suyo y decir lo que recordó de Unamuno: "duermo mucho, pero cuando estoy despierto, estoy más despierto que usted". Le doy las gracias, don José Manuel, por darnos la imagen festiva del día. Si usted fuese diputado en Madrid, seguro que no se dormiría.

Vistos los conflictos que ya se han empezado a plantear, en esta legislatura quien se quede dormido, o pasa de todo, algo recomendable, o está sordo como una tapia. Y otra cosa: no le echo la bronca por ese gustazo de conciencia tranquila que se dio. Al revés, le aplico la canción del principio: "qué tranquilo está Margallo, qué tranquilo así dormido. Ajeno a cualquier ruido, echa un sueño de carallo".