Desde hace días, campesinos, se os puede aplicar el verso de Espronceda y deciros: "Oigo, campo, tu aflicción". Lo oye toda España. Oye vuestra revuelta. Os oye cuando decís que estáis en guerra y cuando protestáis por el aprovechamiento político de vuestras demandas. Oye el ruido de vuestros tractores y el sonido de vuestras pancartas, que gritan en las manifestaciones.
Por fin estáis en la agenda política de este país. Por fin el gobierno abrió una carpeta que dice "Agenda rural", como tiene la que llaman agenda social o la agenda 2030 que administra Pablo Iglesias. Por fin estáis consiguiendo que los señores de chaqueta y corbata se fijen en vosotros y no solo para hacerse una foto electoral. Y por fin se abre un debate sobre los problemas del agricultor y el ganadero.
Y ahora, después de escucharos tanto, después de llenar tanto espacio informativo en la radio y la televisión, ya sabemos cuál es vuestro poder: no es el tractor, sino la razón. No hay nadie que diga que no la tenéis. Como la tienen vuestros compañeros de Francia. Como la tienen vuestros compañeros de Alemania.
Lo difícil, ya lo sabéis, es encontrar una solución. Nadie sabe cómo y qué se puede hacer para que suban los precios que os pagan y que está claro que son ruinosos. Lo dijo en esta emisora vuestro ministro, el señor Planas: no se puede resolver por decreto un problema tan complejo.
Ni por decreto ni posiblemente por ley. Ni tampoco escabulléndose y descargando con astucia la responsabilidad en las grandes distribuidoras, como echándoles el muerto, dicho sea con perdón. Esto irá lento, como las cosas de palacio. Pero quería deciros, gentes del campo, que vais ganando. Que la sociedad está con vosotros. Que no hay nadie que no os respalde. Y que las grandes batallas se ganan cuando se cuenta con respaldo social. Y sobre todo, lo voy a repetir cuando el arma es un arma tan imbatible como la razón.