Buenas noches, doña María Belén Ureña Carazo, doctora en derecho y magistrada del Juzgado de Primera Instancia número 7 de Marbella. La historia de su sentencia sobre la custodia de un bebé encierra una enorme lección de cómo una frase puede destruir la imagen de una servidora pública.
Titulares de los medios ayer y hoy: “Una juez de Marbella retira la custodia a una madre por vivir en la Galicia profunda”. “Juristas y políticos califican el auto de “intolerable y ofensivo”. He leído el auto, doña María Belén. Son 23 páginas. Me parece un auto difícil, porque sospecho que no hay nada más difícil para un administrador de Justicia que decidir quitarle a una madre un bebé que todavía no ha cumplido un año y que necesita más a su madre que a su padre. No conozco a nadie en quien Salomón se haya reencarnado y visto su auto, la compartida no resultaba posible en este caso.
Yo no soy quien, señoría, para entrar en el fondo del asunto. Me limito a decir que su auto es razonado y para mí, convincente. Este tipo de sentencias normalmente ocupan un máximo de media docena de folios, y la suya ocupa, como digo, 23. Tenía usted material para escribir y exponer las razones de su decisión y las escribió y las expuso.
Nadie le puede acusar de frivolidad ni improvisación. Pero, ay, señoría: escribió la frase maldita. Dedica mucho espacio a relatar cómo la madre se marchó, literalmente se largó con su hijo a San Xián de Torea, parroquia de Muros de unos trescientos habitantes. Y en la página 12 dice textualmente: “la pequeñísima población de la Galicia profunda a la que se ha trasladado la madre”. Y ahí la fastidió, señoría. Que lo publicado dice que usted negó la custodia a esa madre por esa razón.
Es como si un diablo se hubiera metido en su ordenador y le hiciese ver una Galicia de nieblas, meigas y corredoiras, una Galicia de la Edad Media. Solo quiero, señora jueza, hacerle la justicia de apuntar que, una vez leído su auto, usted no ha escrito que esa sea la única razón para quitar la custodia a una madre. Y solo quiero añadir que yo sí nací en la Galicia profunda, pero era una Galicia de hace muchos años que hoy ya no existe. Y aunque existiera, nunca sería una razón para quitar una custodia. Recuerdo mi infancia y le digo: a lo mejor era una razón para concederla.