LA OPINIÓN DE FERNANDO ÓNEGA EN LA BRÚJULA

La carta de Ónega a León: "Haz oír tu voz, que sigue siendo poderosa"

Fernando Ónega dedica su carta de La Brújula a la ciudad de León, de la que es hijo adoptivo y "orgulloso". Ónega llama a la ciudad a la esperanza en un momento crítico a causa de los estragos del coronavirus.

ondacero.es

Madrid |

Y buenas noches, León. Te saluda emocionado este escribidor, que luce con orgullo el título de hijo adoptivo de la Provincia de León que un día me has dado. Como hijo adoptivo me dirijo a ti, y esta vez no es para cantar tus glorias. Es que hoy, madre adoptiva, podría copiar el verso del poeta: “oigo, madre, tu aflicción”.

He seguido tus noticias este año, para terminar en los lamentos que estos días se difundieron. El de Jesús Calleja, que paseó tus calles y dijo que había encontrado una ciudad llena de carteles de “se alquila” o “se vende”. Como todas las ciudades y pueblos de España, Jesús, pero León nos duele más. Y el de Manolo Quijano, que puso un prólogo a la protesta de la hostelería de esta mañana con su grito de “Salvemos León”, y yo lo suscribo. Y el de Conrado, La Bañeza, ventas bajo mínimos y su roscón millonario en el aire. Oigo, madre, tu aflicción, y veo movimientos como el de Cultura Desconfinada, contra la marginación del sector.

Y escucho los informes del Plan de Choque Social, que son como la conciencia de un mal momento. Y he visto las demandas de esa tierra que llevo dentro y sufres los mismos males que mi tierra fronteriza de Lugo, de mi otra tierra vecina que es Ourense y que hace hablar de la “maldición del Noroeste”, incorporado al catálogo de la España Vacía y Vaciada.

En diez años, León, has perdido 40.000 habitantes, casi el 10 por ciento. Y en muchos de tus pueblos solo viven los viejos. Y esas personas mayores suponen más de la mitad de cuantos están en riesgo de exclusión. Y te han quitado la minería en sucesivos golpes de la que llaman modernización económica y transición ecológica y que yo podría entender, pero me niego a entender cuando afecta a la vida de la gente. De tus gentes, León, que saludamos alborozados la llegada del AVE y después llegan los confinamientos. Y se paralizan inversiones, que no eran grandes, pero no hay inversión pequeña para quien la necesita como el comer. Oigo, madre, tu aflicción. La aflicción de los pueblos con quienes tanto amé.

La aflicción de una tierra injustamente tratada. La aflicción del viejo Reino, marginado en las prioridades del gobernante. La aflicción de la Diputación, de los ayuntamientos, de los emprendedores que no encuentran mercados, de los parados que no encuentran empleo. Como toda España, León, pero tú me dueles más. Este hijo adoptivo tuyo se une a la demanda colectiva de salvación. Tú tienes fuerza, León, para salir de esta. Tienes potencial. Tienes capital humano. Eres una reserva de talento. Y quiero decirte con toda España como testigo: no te dejes deprimir, León. Une a tus gentes para reivindicar. Haz oír tu voz, que sigue siendo poderosa. Levántate, madre. Levántate, León.