Este día tan poblado de celebridades quiero dirigir mi carta a un numeroso grupo de profesionales cuyo nombre no aparece nunca en las primeras páginas, pero al que algunos tanto les debemos. Son, sois, el colectivo de médicos y otros especialistas temporales o interinos del SERMAS, el Servicio Madrileño de Salud. Y entre ellos estás tú, que desde hace tiempo me atiendes en el hospital y no exagero si digo que me has salvado la vida o, por lo menos, me has devuelto calidad de vida.
Y lo malo no es que tengas un contrato temporal. Lo malo es que vienes encadenando contratos temporales, uno tras otro, sin poder consolidar tu plaza y hay compañeros tuyos que llevan así más de diez años. Y así, la mitad de los especialistas de hospitales de Madrid y de los Servicios Centrales, un total de 6.383 sois empleados temporales. Os tienen en una situación de ilegalidad e incurre en ilegalidad quien os tiene en esa situación, porque no hay legalidad española ni europea que admita que ningún trabajador encadene contratos eventuales más de tres años.
Y ahora esa injusticia se quiere completar con una oferta pública de empleo que os deja en igualdad de condiciones que quien no tiene vuestra experiencia en vuestra especialidad. Os obligan, y te obligan a ti, a someterte a una oposición que un notable periodista ha definido ya como absurda. Déjame decirlo con esta claridad y que me escuche la autoridad competente: si eso no es una canallada, que venga Dios y lo vea.
Que venga Dios y lo vea, porque en vuestra larga interinidad habéis acumulado ciencia y saber profesional, y os han privado de derechos tan elementales como la seguridad en el empleo, la tranquilidad laboral para organizar vuestra vida y hasta la solvencia que se exige para pedir una hipoteca. Yo mismo me puse en tus manos, y ahora me vienen a decir que me atendió una persona que tiene que demostrar en una examen su preparación y su capacidad profesional.
Quiero decirte con esta carta que me consideréis el firmante número 1201 del escrito que habéis remitido al Consejero de Sanidad para pedirle que os escuche. Que ni tú ni la mayoría de tus compañeros merecéis ese trato. Ni vuestros pacientes queremos sentirnos tratados por médicos cuya preparación e idoneidad no reconoce la autoridad.