Buenas noches a Nadia Calviño Santamaría. A la batalla de Europa vuelve usted, como candidata de España a la presidencia del Eurogrupo. A pelearse –no sé muy bien cómo se hacen esas peleas—con los aspirantes de Irlanda y Luxemburgo.
Ignoro cómo son sus competidores, pero tengo una idea aproximada de cómo es usted: una carrera meteórica, que deslumbró por su rapidez en el ministerio de Economía, a caballo entre el siglo XX y el siglo XXI; un aterrizaje en la Comisión Europea, siempre ascendente, hasta llegar a las direcciones generales de la Competencia y de Presupuestos; y lo que contaba González Pons esta mañana en Mas de uno de esta emisora: gran conocedora de los vericuetos y los cuadros de mando de la Unión, que se me antojan tan complejos como los del Vaticano.
Si yo fuera uno de sus competidores, no me gustaría tenerla enfrente. ¿Sabe? Yo la he visto de muy niña, cuando sus padres veraneaban en la isla de La Toja. Y ahora, tantos años después, conserva ese aire de chiquilla inocente a la que encuentras en la calle y no se te ocurre pensar que es una de las personas más influyentes de Europa. Mujer menuda, (en Galicia, como usted sabe, decimos "canto máis pequeniña, máis bonitiña"), de aspecto cuidado y amable, tendente a la sonrisa y al optimismo, pero debajo de esa apariencia esconde un puño de hierro.
"Debe ser como Margaret Thatcher, pero en socialista y femenina"
Debe ser como Margaret Thatcher, pero en socialista y femenina. Lo del puño de hierro, que se lo pregunten a Pedro Sánchez, después del día que echó abajo el pacto ya firmado con Bildu. Que se lo pregunten a Pablo Iglesias, después de hacerle retirar ayer el impuesto especial a las grandes fortunas. Que se lo pregunten a los miembros del gobierno que pretenden la derogación completa de la reforma laboral.
Quiero decirle, señora Calviño, que todos deseamos que sea la elegida. Incluso lo desean quienes se oponen, pero la disciplina de partido se lo impide decir. E incluso los que no sabemos muy bien qué hace el Eurogrupo sentiremos algún orgullo cuando se haga su proclamación. Solo por un detalle: porque usted inspira confianza. No es una aventurera de la política ni una oportunista. La identifican mucho con la ortodoxia. A mí –lo tengo escrito por ahí-- me gusta identificarla con el sentido común.