Buenas noches, don Xavier Novell, conocido por haber sido obispo de Solsona y haber dejado de ser ilustrísima por el amor de una mujer. ¡Qué novela más bonita se podría escribir sobre usted, ex monseñor! "La boda del señor obispo". Ya sabe por una carta anterior, don Xavier, que yo aprecio y justifico sus pasos. Entre la opción de vivir en pecado y tener una barragana, como decía la antigua literatura y como hicieron ilustres purpurados de que quisieron el placer en este mundo y la gloria en el otro por si acaso no era cierto que Dios todo lo ve, usted optó por quitarse la sotana, quedarse con el placer terreno y Dios proveerá lo que ocurra en el otro mundo.
Será escandaloso para muchos, para mí es decente. Y ahora la noticia es que, siguiendo el curso natural de los impulsos, que las puertas al campo no existen, dio el siguiente paso, que es el del matrimonio. La boda del señor obispo, ya digo. Y va a ser todo tan laico, tan rompedor con la Santa Madre Iglesia, que se casará por lo civil. Nada de novia vestida de blanco, a pesar de que sus tribunales eclesiásticos de Solsona le anularon el matrimonio a Silvia.
Casarse es un lío, aunque sea pronto para decírselo
Pasa directamente de la mitra al juzgado y lo que hace sesenta días era para usted un sacramento pasa a ser un acto civil para el que no hace falta confesarse ni hacer acto de contrición. Bienvenido a las cadenas del matrimonio. Ahora ya ha empezado a saber lo que es casarse. Como primer obstáculo de la carrera de obstáculos que es el amor, en el juzgado les entregaron el papel de las admoniciones: quien conozca algún impedimento legal deben comunicarlo en el plazo de quince días.
Casarse es un lío, aunque sea pronto para decírselo. Casarse empieza por un escrutinio de interrogantes, y no es el menor aquella descripción que dice: "fueron felices desde que se conocieron, después se casaron". Pero la decisión está tomada. Ya es como una sentencia. Ya siguió usted el consejo de Oscar Wilde: "tienes la obligación de casarte, no puedes divertirte toda la vida". Ya va a hacer lo que escribió Valle-Inclán del general don Miguel Rojas: que hizo el disparate de casarse. Y ya puede poner en la alcoba una cartulina firmada por Woody Allen: "algunos matrimonios terminan bien. Otros duran toda la vida".