Y buenas noches, Olaf Scholz, nuevo canciller de Alemania y, por lo tanto, el político más poderoso de la Unión Europea. Me va a perdonar la licencia periodística, pero estoy por llamarle Pedro Sánchez II, porque nuestro presidente se acercó hoy a Galicia a empujar a su nuevo líder regional la Xunta, y dijo que usted y su tripartido van a hacer la misma política que él lleva tres años y medio haciendo en España. Si la Constitución es la hoja de ruta del Sánchez, Sánchez es para usted, canciller, su hoja de ruta. Le felicito por lo fácil que ponemos su gobernanza desde España.
Ángela Merkel no tuvo tanta suerte. Así que mi primer consejo es que se pegue al estilo Sánchez, porque recuerde sus palabras textuales hoy mismo en Santiago: “Somos la vanguardia mundial de lo que tiene que venir en Europa”. La vanguardia mundial, señor Schloz. Si quiere usted triunfar, si quiere que su tripartido sea, como dice, “la coalición por la libertad, la justicia y la sostenibilidad”, súbase al carro del gobierno español. Claro que, si le digo la verdad, a quien se parece usted no es a Pedro Sánchez, sino a Mariano Rajoy.
Hombre, de Sánchez tiene la ideología, que no es poco. Usted parece que nació socialdemócrata, porque se afilió casi de niño. Hizo una familia socialdemócrata, porque su mujer, también militante, es su más influyente asesora. Con lo cual, sus políticas algo se van a parecer. Ya se parecieron en las ayudas en la pandemia. Pero no se parecieron nada en los pactos. Sánchez le dijo a Rajoy aquello de “no es no”, y usted hizo la gran coalición con Mérkel y fue su vicecanciller. En cambio, como Rajoy, se define como pragmático y sobrio y pertenece a la misma generación.
Como el Rajoy gobernante, el Spiegel le llama “encarnación del aburrimiento”. Como Rajoy llega a la cancillería presumiendo de experiencia. Y como Rajoy, no quiere escarbar en los libros de historia. En cuanto al carisma que todo el mundo le niega, ya sabe usted que el carisma lo da el poder. Hoy mismo es infinitamente más carismático que hace 24 horas.
Como usted dijo, al no ver la cara de Mérkel, veremos la suya. Tómeme todo esto como un elogio, señor Scholz. Una mezcla de Rajoy y Sánchez tampoco es mala combinación.