Ayer sorprendió usted a este país con un "me voy" de los que hacen época. La despedida de líderes de más impacto fue la de Joaquín Almunia. Ninguna autonómica expulso a un lider nacional. Tuvo que ser un momento amargo, muy dramático. Más dramático de lo que dejaba ver su rostro y esas palabras de "chivo expiatorio", "tapón para renovar" o "problema para Podemos".
No es un dirigente más, es el creador de uno de los partidos que vino para cambiar este país, el hombre que soñó con asaltar el cielo. Quiso ser el enterrador del régimen del 78 y quizá se miró al espejo y vio al presidente de la Tercera República. Vivió y lucho agarrado a tres palabras: sí se puede. Así convenció a millones de personas que le dieron su voto para el parlamento Europeo y después para el Congreso.
Un país menos tenso sin Iglesias en la dirección
Ayer el golpe y la decisión final: algunos poderosos contra los que usted batalló de palabra y obra lo habrán celebrado como aquello de la nueva emperatriz: "España me debe una". Este escribidor se siente hoy como un poco más sordo, le seguirá oyendo de política pero sin la aureola de poder y le seguirá irritando con su lenguaje tan injusto con la Transición y otros valores. Pero ya no dará miedo. Este país sin usted en la dirección quizá se hace un poco menos tenso, un poco menos bronco, un poco más cordial... es cuestión de probar.