en la brújula

La carta de Ónega a los pecados carnales: "La tolerancia que ahora muestra el Papa está en la mejor literatura"

La carta de Fernando Ónega en La Brújula en la que hoy reflexiona sobre los pecados carnales

ondacero.es

Madrid | 06.12.2021 23:30

Hoy ha sido un día de gran alivio para este escribidor. Y no por la defensa de la Constitución que han hecho Pedro Sánchez y Meritxel Batet. Ni porque Nadia Calviño diga que la economía va bien. Ni porque Yolanda Díaz se vea en la recta final de la reforma laboral. Todo eso es importante, incluso muy importante, pero el alivio me vino por lo que dijo el Papa Francisco, que cada día es más de los míos.

Dijo Su Santidad: “los pecados de la carne no son los peores”. Así que os dirijo esta carta, pecados carnales. Hasta ahora se pensaba que era cierto lo dicho por San Mateo y precticado en el ministerio de Irene Montero: “el que ve a una mujer con intención de pecar, ya pecó en su corazón”. El Papa es más tolerante. El Papa tratando de aliviar los abusos de algunos señores de traje talar, pero me invita a aplicaros a los demás mortales, que todos somos iguales ante los ojos de Dios, seamos obispos, curas de pueblo, reformadores de la Constitución o vulgares pecadores de la provincia de Lugo, que siempre hemos creído que pecábamos poco, que empezamos a pecar tarde y que tantos años pasamos pecando mal, hasta que llegó la experiencia y tanto nos enseñó.

De todo ello este escribidor tiene una vaga memoria, pero habéis de saber, pecados carnales, que es grata memoria. Lo malo es que sea irrepetible por esa razón que alegan los de Podemos respecto a la Constitución: que el traje de pecar está viejo. Pero, yendo al fondo del asunto, ya era hora de que alguien de tanto crédito en asuntos de penitencia pusiera los puntos sobre las íes, entendiendo por íes aquello que decía otro docto clérigo, Arcipreste de Hita: yacer con hembra placentera o, actualizado, yacer con varón placentero. Es que la tolerancia que ahora muestra el Papa está en la mejor literatura.

Ya lo escribió José Bono: “los pecados de la carne son por debilidad, nunca por malicia”. Ya lo dijo García Lorca: “siento en mi carne / la implacable brasa / del pecado”. Y el don Juan de “El zapatero y el rey”: “… un hombre soy / y como tal mis pecados / flaquezas humanas son”. Lo único malo, pecados de la carne, es que, siendo tan reconfortantes, el Papa os aplicó la rebaja de Álvaro de Laiglesia: “hay pecados capitales y pecados provinciales”. A lo mejor sois pecados de provincia. O de la España vacía donde, por no quedar, no queda ni el pecado carnal.