En la Brújula

La carta de Ónega al pequeño Nicolás: "Hasta dónde llega la credibilidad de un farsante"

La carta de Fernando Ónega en La Brújula hoy dirigida a Francisco Nicolás Gómez, el pequeño Nicolás

ondacero.es

Madrid | 11.05.2021 23:38

Francisco Nicolás Gómez Iglesias, conocido por la historia como "El pequeño Nicolás". Te hemos vuelto a ver hoy, en el lugar al que estabas condenado a volver: el juzgado. Los jueces dirán qué eres o fuiste exactamente tú. Los jueces lo dirán, porque yo no lo sé. Ignoro si fuiste un estafador, consumado o en grado de tentativa, un gran farsante o quizá las dos cosas. Pero nadie puede negarte osadía, ambición y ese narcisismo de que te estás tratando en el siquiatra. Y a mí me parece que, después de Bárcenas y otros ilustres justiciables, eres la novela de la nueva picaresca nacional. Lázaro fue Lazarillo y Nicolás El Pequeño Nicolás.

Hubo pícaros del Siglo de Oro que entraron en la Corte y tú entraste en una recepción en el Palacio Real y te hicieron la foto del saludo a Sus Majestades, que se habrán quedado con la duda de quién era aquel muchacho, de quién era hijo, de dónde venía su embajada. Y lo de Ribadeo. Lo de Ribadeo no es una suplantación de personalidad ni nada de eso que tipifican los códigos. Lo de Ribadeo es un cómic. Lo de Ribadeo, si fuese una película de Berlanga, sería más crítica que "La escopeta nacional".

Personaje escapado de una novela

Sería entendido como una magistral caricatura de cierta clase social que vive de darse el pego, "el pisto", como tú dices. Es que no parece un delito, sino una ingeniosa parodia de cómo un mindundi puede aparecer allí como un Míster Marshall, con sus cuatro coches oficiales, con sus escoltas con pinganillo, con el alcalde que pregunta cómo hay que tratarte, porque el enlace de gobierno y Casa Real no aparece en ningún listín de protocolo. La imaginación que hay que echarle, el morro se da por supuesto, para esa enorme representación. Es que no faltó un detalle.

Es que después de aquello, Nicolás, convocabas a periodistas, por supuesto no plumillas, sino grandes estrellas, y todos acudían a la cita y presumían como si fuese con Obama. Yo creo que tu defensa se equivoca, Pequeño Nicolás. En vez de presentarte al juez como un narcisista que quería darse el pisto, te debió presentar como un personaje escapado de una novela con un objetivo patriótico: demostrar hasta dónde llega la credibilidad de un farsante. Que es lo mismo que decir hasta dónde llega la gilipollez nacional.