La carta de Ónega a las televisiones estadounidenses: "Demostrasteis que el poder es de quien tiene la llave de la comunicación"
Fernando Ónega dedica su carta a las cadenas de televisión estadounidenses que cortaron la emisión de Donald Trump cuando insistía en que le habían robado las elecciones.
Madrid |
Buenas noches a los responsables de las cadenas de televisión de Estados Unidos ABC, CBS y NBC. Habéis conseguido dividir a la opinión pública mundial, sobre todo a la opinión periodística, en dos mitades: quienes elogian que hayáis cortado la rueda de prensa de Trump y quienes la consideran poco menos que una canallada.
A vuestro favor juega el hecho de que estaba denunciando un fraude inexistente y atacaba vuestro sistema electoral y no queríais ser cómplices ni servir de altavoces de esa especie de golpismo hablado. En contra, que le habéis negado su libertad de expresión y lo habéis hecho después de haberle aguantado cuatro años de mentiras y malas artes. Yo tengo muchas dudas. La primera, si lo habríais hecho si Trump fuese en ese momento el ganador. La segunda, si lo hicisteis cada uno por vuestra cuenta y todo fue una casualidad, o lo habéis acordado en una especie de conspiración para silenciar a un botarate. Quizá nunca lo sepamos.
Las siguientes son que, por una parte, creo que hicisteis muy bien, porque no se debe dar cámara y micrófono a quien utiliza su autoridad para desestabilizar a toda una nación con la denuncia de un fraude del que no aporta pruebas, sino que basa en su egocentrismo y en su estricto afán de poder. A lo mejor sois un ejemplo de respeto al Estado e incluso de patriotismo. Por otra parte, entiendo que Trump seguía y sigue siendo el presidente de Estados Unidos y los espectadores tienen derecho a conocer la opinión de su jefe del Estado, aunque sea enloquecida. Cortarlo puede ser entendido como censura. Y dicho eso, ¡qué cantidad de sugerencias contiene vuestra acción!
En ella está la leña del árbol caído. Y en ella está la venganza de sabe Dios cuántas afrentas, cuántos abusos y cuántas bravuconadas. La mayor humillación de Trump quizá no sea perder las elecciones, sino que quienes él llamaría mindundis pongan ante millones de espectadores un esparadrapo en la boca de quien hace un minuto era el hombre más poderoso de la tierra. Y al final, la gran lección: en apariencia, habéis demostrado al mundo que el poder es de quien tiene la llave de la comunicación. Pero es una apariencia engañosa: para ejercer ese poder no basta la voluntad. Ayuda mucho la caída del poderoso de verdad.