Buenas noches, María Teresa Perales Fernández, para el mundo Teresa Perales. Créeme que me emociono al decir tu nombre en la radio. Créeme que me emocioné al saber que, por fin, te han dado el Premio Princesa de Asturias del Deporte. Digo "por fin", porque otro año, no sé cual, te quedaste a las puertas por un voto. Pero hoy se hizo justicia: Premio Princesa de Asturias de los Deportes, Teresa Perales. Tienes, campeona, a tus 46 años todos los reconocimientos que se pueden tener, desde hija predilecta a Zaragoza a la Cruz del Mérito Deportivo.
Eres profeta en tu tierra y eres querida en el resto del país y en el resto mundo deportivo. Eres una autoridad, que hasta representaste a Madrid en su candidatura a las Olimpiadas. Y mira, Teresa: me dejan este rincón de la radio para saludar cada noche a un personaje, a veces una palabra que merece reconocimiento o vituperio. No saludo nunca a deportistas por miedo al ridículo delante de los sabios de El Transistor. Pero tú eres mucho más que una deportista.
Tú eres aquella chica que a los 19 años perdiste la movilidad por una neuropatía. Y te dijiste: esta inmovilidad no va a poder conmigo. Y decidiste competir en natación. Y te has convertido en una fuerza de la naturaleza. Y tienes un palmarés excepcional, que da vértigo contar tus triunfos: 26 medallas en los Paralímpicos de verano, 22 en los Mundiales de Natación Adaptada, yo qué sé. En total, 88 medallas internacionales. Y además de eso, has tenido tus escarceos políticos en el Partido Aragonés, diputada en las Cortes de Aragón y algún alto cargo.
Y has escrito dos libros, “Mi vida sobre ruedas” con tu marido, compañero periodista, y “La fuerza de un sueño”, porque este país necesitaba conocer cómo la voluntad es capaz de imponerse a cualquier limitación física. Hoy, aquel brote olivo con que te obsequiaron las Cortes de Aragón se convierte en una corona con el Princesa de Asturias. ¡Cuánto celebro ese premio, Teresa! ¡Cuánto celebro que este país te reconozca, porque, reconociéndote a ti, reconoce al más hermoso y elocuente ejemplo de superación! Si yo fuese un poeta como García Barbeito, te haría un piropo que dijera: “A la calle Superación, que le quiten ese nombre y le pongan el tuyo, Teresa Primera de Aragón”.