OPINIÓN EN LA BRÚJULA

La carta de Ónega a Elena Cañizares: "Eres el símbolo de la soledad de los contagiados de Covid"

Fernando Ónega pone punto y final a La Brújula con una reflexión sobre la estudiante de enfermería a la que sus compañeras de piso han pedido que se marche tras infectarse de Covid-19.

Fernando Ónega

Madrid |

Y buenas noches a Elena Cañizares, que no pertenece al mundo de los famosos, pero cuya historia la hizo hoy reina de Twitter. Tú, Elena Cañizares, eres una joven estudiante de enfermería. Compartes piso en Ciudad Real con otras tres chicas. Te hicieron el test del Covid, tuviste la mala suerte de dar positivo y así lo comunicaste a tus compañeras. Y lo que es el miedo, Elena: tan cómplices, tantas horas de confidencias, pero nadie quiere respirar el aire de un infectado. Nadie quiere estar con él. Nadie quiere vivir con un contagiado de Covid. Y ahí empezó tu drama: ellas te decían que te fueses al pueblo, con tus padres, pero tú no querías llevar el virus a tus padres, que son población de riesgo.

Tú proponías pasar la cuarentena encerrada en tu habitación y que te dejasen la comida a la puerta, sin ningún contacto, ni siquiera visual. Pero el miedo puede más que la amistad y ese miedo las bloqueó y siguieron diciendo que no. Y esas conversaciones, mantenidas por videollamadas, las publicaste en twitter y se convirtieron en la gran historia humana del día; en un debate nacional en la red, con decenas de miles de retuits, con cientos de miles de “me gusta”, con decenas de memes.

Se han pronunciado médicos y juristas, virólogos y sicólogos, y hasta creo que algún fiscal. Este escribidor recoge ese debate sin tener claro un veredicto. Si el Covid tuviera un libro de estilo, diría que tu petición fue la correcta: es lo que hicieron miles de infectados y es lo que aconseja la ortodoxia del aislamiento. Aconseja más: aconseja que quienes tuvieron relación con una contagiada como tú también deben hacer cuarentena. Pero el libro de estilo del miedo, ese libro que nadie sabe escribir, dice a quienes lo sienten que corten por lo sano. Y cortar por lo sano es echarte de casa. Quien ama el peligro, perece en él. Y quien no lo evita, también. Y tus compañeras optaron por evitarlo.

Quizá yo haría lo mismo, no lo sé, hay que verse en esa situación. Lamento, Elena, no conocer el desenlace de tu triste historia. En el fondo solo he querido escribirte para convertirte en el rostro de la marginación de los nuevos apestados, que son los contagiados de Covid. Tú, Elena, eres el símbolo de esa soledad. Felizmente, solo provisional.