Y malas noches, bisonte. Te llamo bisonte, porque de bisonte ibas disfrazado en el asalto al Capitolio. Tu fotografía quizá sea la más publicada hoy en el mundo. Es que destacabas en la turbamulta de cafres que intentaron paralizar la ratificación del nuevo presidente de los Estados Unidos y cambiar el rumbo de la historia. Te llamas Jake Angeli, tienes 27 años, acudiste a la asonada con el torso descubierto, quién dijo frío, luciendo tatuajes y cara pintada. Y resulta que no eres un desconocido en tu país. Trumpista hasta las cejas, has buscado la fama como actor y no te quiso la cámara. La buscaste como deportista y no has dado la talla. Así que te lanzaste literalmente al barro de la política en el poco noble papel de gran intoxicador. Para tí, el mundo, al menos el mundo americano, se divide en dos bandos.
A un lado, la bondad suprema representada por Donald Trump, el Partido Republicano y la extrema derecha. Al otro, la Ciudad del Diablo, dirigida por Joe Biden y nutrida por el Partido Demócrata y todos sus votantes, una panda de comunistas perversos que quieren destruir la esencia de Estados Unidos. Como miembro de un colectivo ultra denominado “Q Anónimo”, eres un producto típico de Trump, que ves a tu país poblado de demócratas que realmente son espías que hay que exterminar. Habéis llegado a fabricar una imaginaria red de tráfico sexual infantil a cuyo frente situasteis, naturalmente, a los dirigentes del Partido Demócrata.
Todo eso lo has difundido por las redes sociales con impunidad. ¿Cómo ibas a faltar ayer, Jake, en la gran movida? Tenías que estar allí, y conseguiste tu sueño: entraste en el Capitolio por la fuerza. “Es nuestra casa”, decía uno de los tuyos. Te sentaste en la silla presidencial como Nancy Pelossi. Posaste como una estrella de cine. Como un emperador. Te viste como libertador de la América del fraude. Después del dios Trump, tú: su bisonte en el tumulto. Hubo cuatro muertos, pero no vas a detenerte en esa niñería: es el precio mínimo por salvar la patria. Ya acongojasteis al mundo. Ya pusisteis en peligro la democracia. Y tú ya tuviste tu minuto de esplendor. Ya tienes tu foto para la historia. Ya la podrás colgar, espero, en la celda de una prisión.