Madrid |
Solo sé que es usted una de las hijas del Molt Honorable President de la Generalitat de Catalunya, don Joaquín Torra y hay razones para pensar que es su hija predilecta, al menos desde el punto de vista ideológico.
A falta de otras pruebas, lo demuestra la noticia que usted protagonizó esta mañana, la noticia más curiosa, incluso la más divertida de toda la revuelta catalana del último mes. Los oyentes la conocen: iban los patriotas del alboroto y el bloqueo de los servicios y bienes públicos a practicar una de sus acciones más inocentes, que era el sabotaje a un tren de alta velocidad.
Digo que es inocente porque, si el sabotaje saliese bien y el AVE chocase contra la barricada, a esta hora estaríamos hablando de muertos. Y usted, Carlota, estaba allí. Estaba por lo menos su coche que, al topar con los Mossos d’Esquadra, prefirió tomar un camino y alejarse para evitar el engorro de la identificación y evitar a los guardias el engorro de tener que saludarla al estilo militar.
Les produjo otro engorro, que fue identificarla por la matrícula, pero se compensa con la sorpresa de descubrir que era su coche. A veces solo por escenas así compensa el sacrificio de ser policía. Y para este escribidor, Carlota, para este escribidor de cartas, qué alegría encontrarla en un grupo de saboteadores, con lo que eso significa de coherencia familiar.
Sería tremendo que su señor padre estuviese defendiendo el derecho a la protesta y que ninguno de sus hijos la practicara. Qué satisfacción tiene que ser para ese padre saber que su hija obedece su mandato de “apretéu” y el “no aflojéis” de su vicepresidente.
Ahora queda claro que, si el president Torra quiere algún tipo de comunicación con los CDR o con los tsunami, tiene una vía directa, íntima, fiable y, además, segura. Y la institución familiar, fortalecida. Nada de los hijos por un lado y los padres por otro. Nada de conflicto generacional. Familia que se rebela unida, permanece unida.