Si nuestra ciudad es un peligro estático, vosotros sois eso: un peligro andante. Semoviente, con perdón. Por una parte, la presidenta Ayuso anunció aquí que se pueden ampliar las restricciones.
Es que, según los últimos datos, ya hay otras dieciséis zonas de Madrid donde se superan los mil positivos por cien mil habitantes, ratio mágica que justificó las medidas en vigor; esas que le hacen decir Pablo Iglesias que el gobierno criminaliza a los pobres.
Pobres o ricos, todos empezáis a ser sospechosos de virus . A ver si va a tener razón el señor García Page cuando habla de “bomba vírica”. Por otra parte, escuchad cómo en otras regiones el madrileño empieza a ser un visitante del que hay que protegerse.
Andalucía, ocho provincias, vigilará vuestras segundas residencias, por si lleváis virus de importación. En Cataluña, cuatro provincias, Torra ordena que ningún catalán viaje a Madrid porque puede volver contaminado, no sé muy bien si de Covid o de españolismo.
Y a vosotros os tomarán la temperatura en aeropuertos catalanes y estaciones de tren, no sea que metáis coronavirus de contrabando. En la Comunidad Valenciana, tres provincias, Ximo Puig, no habla de vosotros expresamente, pero sí de la Comunidad, a la que llamó aspiradora que absorbe recursos, población, funcionarios o influencias en detrimento de la igualdad territorial.
¿Cómo queréis, madrileños, que interprete todo esto? Solo hay una explicación: estáis sufriendo un inquietante movimiento de rechazo a vosotros, a vuestros políticos, a vuestro poderío y a vuestros impuestos.
Mirad que lleváis dinero a los lugares donde veraneáis o tenéis casa. Mirad que alegráis el ambiente en quilómetros a la redonda los puentes y fines de semana. Pero apareció el coronavirus y os elevan a la categoría de peligro público.
¿Qué digo? Empezáis a ser temidos como el mismísimo demonio. Si esto sigue así, llegará un día en que seréis recibidos con una pancarta que diga: “Vade retro, Satán”.