Si eso es así, casi como ley de vida, ¿qué no será este año, con la que está cayendo por el puñetero virus? A veces, viendo la tele u oyendo la radio, leyendo los diarios, da la impresión de que los mandáis a la guerra.
La palabra que más se usa hablando de vosotros y vuestras familias es “incertidumbre”. Se hacen cientos de reportajes, incluso con realidad aumentada, sobre cómo estarán en clase. Hemos visto a profesores con metro, midiendo la distancia entre sillas y pupitres.
Os inundan de consejos, realmente órdenes, de cómo tenéis que prepararlos para la lucha contra el virus: la mascarilla de repuesto, el gel, la mochila que no tenga ruedas, la medición de la temperatura, cuidado con el calzado, cuidado con los abrazos, cuidado con respirar…
Los dirigentes políticos son entrevistados y os dicen que más peligros hay en los parques y en las fiestas infantiles. Los sindicatos piensan en la huelga porque los poderes públicos no consiguen garantizar la seguridad absoluta.
Los analistas reclaman unidad en las medidas para que esto no parezca un caos. Y los periodistas… ¡ay los periodistas! La buena noticia no es noticia, y buscamos el fallo en un colegio, en un autobús, a la entrada de una escuela: más contribución a la incertidumbre.
Me da miedo, padres, que entre todos estemos fomentando algo de fobia a la escuela, como lugar de peligro, cuando quizá sea el lugar más seguro. Me da miedo que empiecen a aparecer padres absentistas, y ya empezaron a aparecer.
Y me da miedo que entre todos estemos fomentando más miedo. Por eso tengo necesidad de pediros confianza. Vendrán noticias malas, seguro. Vendrá algún cierre y algún confinamiento. Pero hoy adopto un lenguaje sanchista y os digo que esta guerra la vais a ganar. Pero vuestros hijos no van a una guerra. Van solamente, pero grandemente, a aprender.
